Llegué a Chile en días de la batalla electoral entre Piñera y Frei. No entendía mucho, y como extranjero traía el ideal allendista algo romántico que no correspondía con la realidad. Los socialistas eran neoliberales, sectores pinochetistas tenían mucho poder. El primer libro chileno que leí ya viviendo en Chile fue «Adiós, mariquita linda» de Lemebel, crónicas de un mundo popular difícilmente representado en el mundo político.
Las rebeliones de 2011 (la estudiantil) y 2019 (el estallido de octubre) mostraron la aparente ruina del modelo neoliberal, pero también esa dialéctica entre alzamiento popular y comedimiento gubernamental que parece caracterizar este país. Ese comedimiento tiende a focalizarlo todo en el “extremo centro”, bajo el presupuesto que hay “centroizquierda” y “centroderecha” y que los votantes anclarán lo institucional de alguna manera en ese “centro”. (El vocabulario político-social del país es engañoso también. Por ejemplo, cuando se dice “clase media” se denota en realidad la clase trabajadora, pero está codificado en el sentido común de esa manera).
Con los años la derecha ha ido siendo, sin embargo, más desenvuelta en su agresividad, su rechazo del otro, su xenofobia y aporofobia, su culto al orden y la represión (sobre todo contra indígenas). Esto en sintonía con la extrema derecha global que conocemos por los nombres de Trump o Bolsonaro. Si la geografía humana de Chile ha cambiado, pues hay más inmigrantes y hay nuevas y dinámicas subjetividades políticas (mujeres, diversidad sexual, etc.), y los discursos anti-neoliberales están instalados (con reivindicaciones como la educación universitaria gratuita, una seguridad social que no se limite al ahorro individualizado, salud universal, etc.), la neoderecha pinochetista se coloca precisamente en contra de esas reivindicaciones. Esa neoderecha marca KKKast es xenófoba, aporofóbica, racista, misógina (basta escuchar a uno de sus voceros, el electo diputado Kaiser) y neoliberal. En esta coyuntura es que hay que votar por el candidato que representa los cambios posibles, reivindicados a partir de las rebeliones de 2011 y 2019. Hay que decir no al retroceso que significaría tener en el gobierno a una derecha todavía más agresiva que la de Piñera. Por eso es tan crucial el voto por #Boric.
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