La performer, poeta y activista gorda proveniente de La Paz, Baja California, llega a Chile en octubre para presentar “Tú eres la tristeza de mis ojos” (Fea Editorial, 2023), un potente poemario biográfico, donde se cruza el cuerpo lesbiano, la madre y la sal del mar, como parte del territorio corpóreo y político de la autora.
Más de un día de viaje por tierra separan a La Paz, Baja California, en la costa norte de México, de Querétaro, en el centro del país, cerca de la capital. Misma distancia que hoy habita la poeta Alejandra “La Bala” Rodríguez, quien está próxima en llegar a Chile para presentar su más reciente libro.
Se trata de “Tú eres la tristeza de mis ojos”, publicado por Fea Editorial, proyecto encabezado por la también poeta y activista gorda, Gabriela Contreras. En esta entrega, la socióloga Alejandra “La Bala” Rodríguez recorre episodios de su infancia en la costa, episodios atravesados por la naturaleza y las metáforas de los seres vivos del mar. También, se sumerge en la relación con las ancestras, y por supuesto, el deseo lésbico como espacio de prohibición y luego, de emancipación
El libro de la también artista performancera –quien fue parte de La Pocha Nostra, un grupo chicano de performanceros encabezado por Guillermo Gómez-Peña- se lanza este viernes 6 de octubre en el Centro Cultural Manuel Rojas de Santiago centro, material que será presentado por Camila Albertazzo y Carmina Vásquez.
Para situar a lxs lectorxs locales, ¿dónde se sitúa tu trabajo escritural en la escena mexicana?, ¿con quiénes dialogas? Me conectó un poco con la poesía de Yolanda Segura, a quien recientemente tuvimos en Chile por la Feria del Libro de Valparaíso 2022.
Sí, en la escena mexicana dialoga con la obra de Yolanda. Pienso también en Yveth Luna y Anaclara Muro, escritoras que también trabajan poniendo en juego las historias familiares, agenciando las voces de las mujeres de sus familias, revisando las rupturas, presentando el dolor y las heridas como una forma de desacato al mandato patriarcal del silencio.
Hay un mundo latinoamericano de poesía queer. ¿Cómo describirías la tuya?
Para mi tiene que ver con la escritura como forma de reparación, una respuesta al borrado de historias del linaje. Dentro del cuir, me interesa más leerme impura, desde las sexualidades ancestrales que diálogos queer, pensando en lo poco que tengo que ver con esa genealogía anglosajona. Pero sí, como refugio, es inevitable visitar el dolor y un poco de ahí el título pero también abrazo las experiencias dulces, las memorias dulces donde habitan de forma radical el deseo y la vida.
¿Por qué elegiste el título de la canción?, ¿qué imaginario evoca?, ¿qué comunica más allá de su contenido mismo?
Es una tradición de mi linaje materno. Mi abuela le cantaba esa canción a su madre y mi madre a la suya. Tengo esas memorias en la boca: cantar llorando, comer llorando así México. Recuerdo que mi abuela pidió que la enterrarán con su madre, antes que con su marido. Tumbas con el epitafio “amor eterno”.
La presencia del mundo animal como metáfora y la naturaleza están muy presente en este volumen. ¿Cuán político puede ser también este lado animal de las cosas?
Me parece muy político fabular. Parte del trabajo con las comadres de escritura Gabriela Contreras y Lucrecia Masson ha tenido que ver con construir fabulaciones fugándonos del relato humanista; esa categoría a la que no llegamos, por los cuerpos que habitamos, por nuestro deseo exiliado de la heteronorma. Pero en cambio la potencia de ser ballena, tortuga, vaca, cerro, río, es una respuesta ante un sistema que niega nuestra existencia, y como diría Susy Shock, no queremos ser más esa humanidad.
La presencia del cuerpo es también un lugar trascendental del libro. ¿Desde dónde te posicionas en torno a éste?
El cuerpo con todos sus registros con todas sus lecturas y memorias, me posicionó dándole un lugar medular desde donde se escribe. Biografías encarnadas. Somos experiencias ancestrales que también viven en nuestra corporalidad.
Perfil del autor/a: