La figura de Luis Emilio Recabarren es, sin lugar a dudas, una de las más estudiadas de la historia del movimiento obrero chileno de inicios del siglo XX. El contexto en el que el dirigente sindical vivió se conoce como la “cuestión social”, a partir de la cual se visibilizaron y pusieron en el debate público las enormes desigualdades y contradicciones que vivía el país, especialmente las y los trabajadores y sectores populares, marcado por el desarrollo capitalista que se sostenía en la producción de materias primas, el auge del salitre y una muy incipiente industrialización. En esos años se fue configurando el naciente movimiento obrero y sindical chileno, cuyas raíces se sumergen en las sociedades de socorros mutuos, las mutuales y mancomunales.
El país en el que vivió Recabarren y, donde desarrolló su activismo político, sindical y cultural, estaba viviendo su “centenario” de la declaración de “Independencia” de Chile, debate en el que participó el dirigente obrero a través de su Conferencia “Ricos y Pobres”, que dictó en la ciudad de Rengo, en septiembre de 1910. En ella, denunció la realidad que vivían las clases trabajadoras, los campesinos, las mujeres populares y los pobres, con el objetivo de sacar “a la luz todas las miserias que están olvidadas u ocultas o que por ser ya demasiado comunes no nos preocupamos de ellas”[1].
Esas miserias se expresaban en muchas problemáticas sociales: pobreza, explotación, bajos sueldos, alcoholismo, falta de viviendas, hacinamiento, enfermedades, falta de participación ciudadana, violencias y represión estatal y social, etc. Una realidad definida, también, por las herencias coloniales, capitalistas y patriarcales, que se mantienen hasta la actualidad.
Si bien existen varios libros sobre la vida y obra de Luis Emilio Recabarren, este libro se adentra en una dimensión que, si bien es conocida, no ha sido lo suficientemente investigada, por lo que se trata de una investigación novedosa y muy bien documentada, a partir de la revisión de prensa, cartas, folletos, poemas, obras de teatro y una extensa revisión bibliográfica, lo que también se plasma en su presentación gráfica y el material anexo que lo acompaña, que permite contar con múltiples formatos para aproximarnos a la obra de Recabarren, como son las canciones, fotografías y portadillas.
Como señala Valeria Yañez, su libro busca “rescatar y recopilar el aporte cultural y teatral de Luis Emilio Recabarren, el cual a su vez es expresión de una cultura obrera que fue forjando una identidad de clase a inicios del siglo XX en Chile”. Esta propuesta le permite ir hilando un relato en el que se entreteje la vida y obra de Recabarren, su contexto histórico y su producción cultural. Para lograr este propósito, se adentra en la idea de Recabarren como un “activador cultural”, entendiendo que la cultura era no sólo una manera de educar y transmitir las ideas de emancipación social, sino que también aspiraba a que las clases trabajadoras y sectores populares pudieran acceder y participar de la vida cultural. En específico, el libro se adentra en el rol que juega el teatro, entendido como “un medio de expresión de una clase, con un lenguaje, contenidos y prácticas determinadas”.
La investigación describe el contexto sociopolítico y cultural del país, abordando las corrientes ideológicas y políticas que fueron parte del pensamiento de Recabarren, como el marxismo y el socialismo. Por otro lado, se rescata su mirada clasista y anticlerical, que lo llevó a dedicar su vida a la organización y defensa de los intereses proletarios. En Recabarren destacan sus valores y ética militante, su denuncia contra la problemática del alcoholismo y la prostitución, que entiende como males sociales producto del sistema capitalista. Desde una la perspectiva internacionalista, Recabarren se concebía como integrante de una clase y una lucha global, que lo llevó a viajar fuera del país para participar en actividades del movimiento obrero internacional, incluyendo un viaje a Rusia.
Asimismo, se presentan las principales organizaciones del naciente movimiento obrero chileno, como el Partido Obrero Socialista y el Partido Comunista, en los cuáles Recabarren tuvo una destacada participación, relatando las luchas tenaces de la clase trabajadora por la obtención de mejores condiciones de vida, las que muchas veces terminaron con una fuerte represión del Estado. Este panorama se articula con la descripción del contexto cultural nacional, impregnado por los aires de modernidad y la profesionalización de algunas prácticas artísticas; contexto en el cual se fue desarrollando el teatro chileno, con compañías profesionales y otras de aficionados.
En aquellos años, la clase trabajadora desplegó una política cultural que quedó plasmada en periódicos, poesías, filarmónicas, veladas culturales y el teatro, apostando a forjar una fuerte identidad de clase. Además, se promovían valores relacionados con la dignidad, la resistencia y la solidaridad. El libro relata el desarrollo del teatro obrero, cuyas obras eran escritas por los propios trabajadores, generando una dramaturgia autodidacta que se sostenía en algunos tópicos similares y sencillos, cuyo norte era visibilizar la opresión y desigualdad, como también promover un espacio de disfrute ante las dificultades de la vida. La falta de preparación y una dramaturgia caracterizada por su perfil militante o activista, no invalidaba el entusiasmo y compromiso político y social. Desde la perspectiva de las audiencias, este teatro posibilitó democratizar el acceso a la cultura, vedado en su mayoría a otros grupos que no pertenecieran a la élite o capas medias, ampliando la producción, creación y difusión del teatro.
Respecto de las mujeres trabajadoras, que son las protagonistas del teatro de Recabarren, se describe el contexto en que vivían, marcado por la desigualdad y opresión de género y clase, dando cuenta del surgimiento de un feminismo obrero que se expresa en periódicos como La Alborada (1905 a 1907) o La Palanca (1908), en la formación de los Centros Femeninos Belén de Sárraga, en honor a la visita de la activista anticlerical y librepensadora del mismo nombre que visitó Chile en esos años, la que fue impulsada por Teresa Flores y Luis Emilio Recabarren. Las mujeres se fueron constituyendo como sujetas activas que demandaron derechos, que debatieron de política, que escribieron y que se organizaron por sus derechos civiles, políticos y laborales. La acción política y sindical de Recabarren incluyó a las mujeres, a las que consideraba parte fundamental de la lucha por la emancipación social. El libro explora una importante cantidad de artículos y folletos que abordan la situación de las mujeres, que Recabarren publicaba con su nombre o usando un pseudónimo, tensionando la visión que éste tenía respecto de ellas, en tanto se reconoce una mirada paternalista y tradicional, que también enfatizaba su rol como compañeras, madres y cuidadoras, o con valores y cualidades relacionadas con el amor y la dedicación.
La investigación realizada por Valeria explora con mucha sensibilidad la presencia de las mujeres en el teatro obrero, especialmente a través de la lectura de la obra Desdicha Obrera, ya que Redimida -la segunda obra conocida de Recabarren- no se consigue, salvo en algunas descripciones que aparecieron en la prensa de aquellos años. En estas obras “las mujeres son sujetas políticas que se transforman y a la vez transforman a los demás”. Son ellas, doble y triplemente sujetas a las relaciones de clase y género, en un sistema moderno/colonial, subsumidas en las desigualdades del modelo patriarcal, las protagonistas que encarnan la obra de educación y redención social, en un entorno donde la pobreza y la explotación configuran a la clase trabajadora, como también su constitución como movimiento político y social.
Como bien se analiza en el libro, las mujeres están sujetas a la influencia de la Iglesia, al abuso del patrón y del capital, pero también son las que redimen, en tanto despiertan e iluminan el camino a la emancipación social, donde lo íntimo y privado, aquello que desde el feminismo ha sido señalado como “lo que no tiene nombre”, permite también asomarse y tensionar, al menos, los roles de género, pero sobre todo transformar a las mujeres, en las sujetas capaces de romper las cadenas de la opresión de clase, y visibilizar -o tensionar – algunas desigualdades de género, en especial la violencia sexual, deslizando algunas otras relacionadas con el matrimonio o la familia.
Si bien las obras de Recabarren están construidas apelando al sentimentalismo e idealismo, su fin es “luchar por un movimiento obrero consciente y organizado” para organizarse y actuar “contra la clase dominante”, como nos dice la autora. Otras tensiones que explora el libro son la relación entre sujetos y colectividad; la construcción de una identidad de clase -en la búsqueda del reconocimiento y la identificación- y los fines mismos de la obra teatral de Recabarren, orientados hacia un horizonte político más que artístico, donde importaba más el mensaje que la obra. Por otro lado, la construcción de estos personajes también apelaba a valores morales considerados “superiores”, como la preocupación y trabajo por los otros, la dignidad y la sinceridad. En ese sentido, y recuperando las palabras de Valeria, el teatro de Recabarren es “una síntesis de lo que él mismo representa”, de su coherencia, sus valores e ideales como luchador obrero y social, y de lo que él promovía como cualidades y valores para la clase trabajadora.
El trabajo de Valeria es sin duda es un gran aporte para conocer otra dimensión de la vida y obra de Luis Emilio Recabarren, en el que se hace explícita una mirada crítica, comprometida y militante, que también abre interrogantes sobre el lugar de las producciones artísticas y culturales actuales en la actualidad. Esto también se observa en el trabajo realizado por el Colectivo Tarea Urgente, del que Valeria es fundadora e integrante -desde sus inicios en el año 2013- y donde dirigió la primera de las obras del colectivo, Cordones Industriales, además de participar en los distintos montajes realizados en estos años, relacionados con la memoria y los movimientos sociales. Así como para Recabarren eran urgente luchar y organizar a la clase trabajadora y el pueblo por los ideales de la emancipación, para el Colectivo Tarea Urgente es fundamental “contribuir desde el Teatro en la reconstrucción de esta memoria histórica para evidenciar nuestras problemáticas sociales actuales, se ha vuelto nuestra tarea. ¡Una Urgente!”.
En un contexto aparentemente marcado por el derrotismo, donde cobran fuerzas voces negacionistas y en que las disputas por las memorias emergen con más fuerza que nunca, donde las y los trabajadores -entre otros grupos sociales- siguen viviendo condiciones de explotación y falta de derechos, el trabajo de Valeria Yañez es un gran aporte que se propone una mirada diferente, que indaga y reflexiona la figura de Recabarren como activador cultural, pero también en su dimensión ética, social y política, en la búsqueda afanosa de denunciar las condiciones de vida de la clase trabajadora, las mujeres, los campesinos y los sectores populares, construyendo espacios de autoorganización, de resistencia y de generación de pensamiento crítico en pos de la idea de emancipación social.
Escucha las dramatizaciones del libro, a cargo de Alberto Kurapel
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