Titulo este breve texto con una pregunta, siguiendo la lógica de la propuesta de Raúl Zurita, quien en su más reciente entrega Canto de los hijos solos (Editorial Cuneta, 2023), nos propone algunos cuestionamientos desde su código: la poesía y la sensibilidad.
Parto por situar que no soy conocedora cabal de la obra del Premio Nacional de Literatura, pero sí estoy al tanto de la subjetividad y marco de sentido de su propuesta, que es la expresada en este texto. Otra coordenada es que el volumen se plantea de antemano como una “edición de duelo en conmemoración de los cincuenta años del golpe militar en Chile”, situándonos el lugar de habla del mismo.
Zurita insiste en el nunca más, en la interpelación a los lectores y toma en esta oportunidad un camino que destaco: el de poner en el relato, en la representación, la subjetividad de las víctimas de la dictadura. Las personas asesinadas por la dictadura son aludidas en el libro en voz de sus familiares, pero no solo eso: se narran desde sus gustos, sus formas de ser, de sus afectos; ejercicio similar al del libro Rostros de una desaparecida (Overol, 2022), del periodista Javier García Bustos: “mi padre era un amante de la vida”; “nos cocinaba sus caldos favoritos: porotos o sopa de pan”; “me enseñó a abrocharme los cordones de los zapatos”; “con ella aprendí qué significaba ser una mujer independiente”….
Cada reseña subjetiva-vital de las personas referidas por Canto de los hijos solos concluye con la frase “yo lo recuerdo / recuérdalos tú también”, interpelando a quien lee. Zurita nos encomienda la tarea de la memoria como una labor colectiva, comunitaria. A su vez, la transversalización de la memoria apela a marcas personales de la sensibilidad, pues una de las preguntas corresponde a una de orden identitario: “¿Recuerdas su voz?”. Es esta dimensión sonora quizás la más efímera a la hora de hablar de la memoria, pues, sin técnica, todx muertx queda sin una.
El diseño del libro también nos entrega información. Hay páginas en fondo negro donde habla Zurita, y en blanco, en donde recoge los testimonios participantes. Esta dualidad representa entonces el lugar del habla, en un gesto autoral. Las páginas en blanco corresponden a parte del trabajo de Los latidos de la memoria de Karen Bascuñán y Paulina Pavez, iniciativa que recoge testimonios de familiares y amigos de desaparecidxs y ejecutadxs. Otro aspecto es el pronunciamiento de la editorial, que en sus páginas finales plantean: «respondemos con el arma que siempre hemos tenido a nuestra disposición: un libro».
Tal como Zurita nos entrega preguntas, la lectura de este libro me devuelve una inquietante cuestión a la cabeza: ¿cómo conmemoraremos los próximos aniversarios del golpe de estado? Con el deficiente y poco situado despliegue oficial como contrapunto de las acciones del diverso mundo social y de los derechos humanos en septiembre pasado, esta duda se acentúa. Ante la disputa de imaginarios y posiciones en torno a la memoria no es que quiera que encontremos una fórmula para aproximarnos al aniversario 51, 52, 53, 54, 55, 56, 57, 58… sino que quizás por ahora solo nos quede situarnos desde los cuestionamientos, desde las preguntas.
Canto de los hijos solos está disponible en la web de Editorial Cuneta.
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