Bocetos de perro
En la construcción el perro que duerme y sueña
latente negro geométrico
rasca el vacío con la pata, corre por los desiertos de la sal
se ha incorporado tras un código secreto en el olor abstracto
los hombres creen que vigila el muro
pero guarda una negativa
un amo neandertal corrige las especies en su sueño
en su sistema la mirada no es abrir los ojos
se dejaría arrastrar al lindero del nombre y la necesidad
a través de un paisaje menos monótono
martillean ya los hombres sobre las barracas
hay calor monocorde en los pechos
despertará en el festival incierto
de la carne y el frío
Trópico del sujeto
Un aposento del trópico
Un corredor entre el jardín y la mirada del deudor
Que acaricia la tela de la siempreviva
Un día largo de lluvia templada, muy al sur
Un avión trastabillando/ Lima, Callao
Una migraña
Un estómago con murciélagos
Un largo y acompasado temblor de tierra
Tierra caliente en el centro del enumerado invierno
Hambre y vómito será tu día
Un almuerzo temporal
El nervio del cardias emite
Su frecuencia
You turn me on I’m a radio
La nada y el rostro del sabueso
El rostro del sabueso y la ventana
Lindes
Yo nací un día en que Dios lanzó a la venta Highway 61 Revisited
Todos saben que sueño y vivo en el filo y el ablandamiento
De la edad. Pues yo nací un día
En el que el primer mundo perdía progresivamente a sus T. S. Eliots.
Hay un vacío en ese año metafísico
De mi nacimiento. Se juntan el mes el día el giro coloquial
El esplendor la samba mi padre en Insurgentes mi madre a caballo
El poder algodonero (la tolvanera del nacimiento), el somocismo
El programa pedagógico de la Escuela Normal
Todos saben que mastico este sueño que chirría
Entre diciembre y enero engendrado
Para nacer entre la Duda pop y la Sombra revolucionaria
Porque yo nací un día
En que Dios lanzó a la venta Highway 61 Revisited
Embarcadero 1
Si algo hacen las excavaciones profundas es disecar las aguas subterráneas
Baudelaire a dieciocho varas de profundidad ya no diría tierras anegadas
No zarparía aquel otro viejo poeta de quien tenía nostalgia de viejo
Napas profundas no son buen embarcadero
Cierras los ojos y el agua transcurre, apegada, fría
Aprieta el lodo con tu mano izquierda
Esas aguas tienen corteza y de nuevo la dalia con su raíz abultada que vi en 1974
Es el agua de la fotografía que al estar cargada de sedimentos deja todas las manchas
Posibles en aires que no secarán nunca ni revelarán nada
Los murmullos del balcón, del pasadizo, de un viejo y amarillo ascensor
Corren hechos sonido en las aguas subterráneas
Pero toda excavación las seca, las oculta, las ciega
Y eso es el eco de las excavaciones profundas
Frente a la tumba de Stravinsky
Ambulante la hoja que ingresa al escenario, y el moho de la hoja y la hormiga.
La danza de la mano, el subterráneo como el Hades y el infierno.
Estamos frente a la tumba de Stravinsky.
Cosa de los 17 años, tal vez, vi que los viejos músicos—Händel, Vivaldi, Scarlatti—miraban y cuchicheaban frente a esta tumba.
Era la novela de Carpentier y era la otra era. Novela que comprabas en carreras azuladas, en el pueblito y leías con velas ajenas.
Lo que decían imantaba; quijoteaba el niño desde el pesebre; albúmina perdida de un Nonato José Cemí.
«San Ramón Nonato» decía mi madre. En ese día.
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