Alma Negra Editorial lanza su segunda propuesta editorial. Se trata de «El cero de las formas». Arte, tecnología e historia el cual se conforma de una selección de textos que tiene como eje articulador los desafíos políticos, filosóficos y estéticos de un presente cada vez más imbricado con el desarrollo tecnológico. La dicotomía entre sujeto y objeto, la indeterminación semántica que subyace a la relación tiempo-dinero, los metadatos en el contexto del capitalismo de plataformas, las posibilidades creativas de la Inteligencia Artificial y las estrategias emancipatorias del xenofeminismo, son algunos de los problemas que abordan estos escritos, señalando nuevos enfoques y puntos de vista teóricos que exponen con lucidez lo que entendemos como la esfera digital en el mundo contemporáneo.
Los textos que componen este libro, de Boris Groys, Franco «Bifo» Berardi, Geert Lovink y Yuk Hui, Tivon Rice y Lesia Prokopenko, fueron seleccionados y traducidos por el Departamento de Estudio de los Medios (www.dem.cl), y provienen de las revistas digitales e-flux y la desparecida Strelka Mag. La traducción estuvo a cargo de Vania Montgomery, Alejandro de la Fuente y Diego Maureira, autor de este prólogo.
Con este libro, Alma Negra Editorial abre su colección «Futuro Anterior», destinada a pensar las transformaciones de la temporalidad y la historia que se han impuesto producto de las profundas imbricaciones entre el capital y la tecnología en el mundo contemporáneo.
Revisa una selección del primer libro de esta Editorial, Espectros de la dictadura a medio siglo del Golpe, publicado en Revista Raza Cómica, acá.
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El flujo de quiebre ininterrumpido describe un tiempo donde los rasgos que reconocemos como distintivos de la era moderna han ingresado a una etapa de aceleración sin precedentes. Esto implica, entre otras cosas, una transformación del factor de quiebre que caracterizó a la innovación tal como fue entendida en los siglos XIX y XX. Esta suerte de agotamiento de la densidad histórica del quiebre, asociado al surgimiento de una concepción moderna del tiempo, tiene su correlato en el declive del idealismo utópico de la era de la técnica, así como el subsecuente desafecto filosófico en torno al futuro y la conciencia inoperante sobre el orden capitalista global que rige el presente.
La discontinuidad respecto al pasado como revelación anticipatoria de los efectos materiales y subjetivos del avance tecnológico, toma hoy la forma de carburador del presente. Uno agolpado sobre sí mismo, caracterizado por la predicción integrada de las condiciones del entorno. La incorporación masiva de plataformas digitales en prácticamente todos los ámbitos de la existencia ha supuesto un estado continuo de actualización pormenorizada e instantánea, donde la información en flujo alimenta economías basadas en el comportamiento de los usuarios. De este modo, la suma y acoplamiento inagotable del desarrollo tecnológico han inaugurado una nueva morfología en nuestra relación con el mundo, así como han hecho necesarios códigos imprevisibles de acceso a su comprensión.
Lo que conceptos radicales como «quiebre» o «ruptura» encarnaron en su momento corresponde a una etapa clásica o fundacional de la modernidad, que provocó una innovación en la percepción del orden temporal, sobre todo a partir de aquellas aspiraciones que buscaron conquistar y someter el futuro bajo la forma de un programa universal. Pero llegado a un punto, las ideas que caracterizaron a la modernidad se vieron enfrentadas a transformaciones vinculadas a su propia influencia sobre el entorno: hoy la distancia entre las causas y los efectos ya no dialogan con la oscura ausencia de datos y las lejanías espacio-temporales que quiso recuperar la primera modernidad −antesala del presentismo y obsolescencia programada del siglo XXI−, sino que justamente con su contraparte: la vigilia alucinatoria o sueño lúcido de la subjetividad en la era digital. Todo esto graficado en la figura de herramientas de individualización social con la capacidad de procesar datos y ofrecer soluciones que redibujan los confines del comportamiento colectivo (escalas de creación y producción, formas de contacto sensible, subgéneros y corrientes identitarias, etc.). Dentro de este panorama, incluso la filosofía debe reformular la pregunta por el Ser, la técnica, la relación tiempo-dinero y el pensamiento más allá del cuerpo humano, esta vez al alero de nuevos paradigmas.
El cero de las formas reúne cinco textos que reflexionan sobre las condiciones de un presente intrincado, producto del arribo omniabarcante de la esfera digital. La apertura de discusiones inusitadas en torno a los modos de pensar lo contemporáneo en este nuevo contexto supone un desafío crucial para las humanidades, en la medida que actualiza sus rendimientos críticos, poéticos y epistemológicos. Considerando este escenario, la identificación de los debates más relevantes emanados del tiempo presente supone en sí un esfuerzo significativo y una toma de posición intelectual frente a lo que aparece como un abismo poliédrico de relaciones teóricas y conceptuales. Los postulados desplegados en este libro por Boris Groys, Franco «Bifo» Berardi, Yuk Hui, Tivon Rice y Lesia Prokopenko, encuentran un eco latente en los aspectos biopolíticos más cotidianos del actual desenvolvimiento social, así como en las capas ideológicas, mercantiles y ontológicas tramadas por las fuerzas que estructuran los circuitos de flujo de información integrada.
Boris Groys expone, en primer lugar, algunas de las facetas que tensionan los principios del humanismo tradicional, cuando el desarrollo económico y el avance tecnológico han disipado los límites entre sujetos y objetos. Esto ha tenido como resultado no solo un proceso de reificación que promueve el auto diseño como comprensión individual −la proyección de una imagen en la multiplicidad de internet−, sino también, y a propósito de la inmortalidad técnica, la prevalencia del pensamiento a través de estructuras inorgánicas que trascienden los límites del cuerpo humano y la desintegración de la materia.
Franco «Bifo» Berardi, por su parte, explora la encrucijada entre tiempo, lenguaje y dinero en el contexto actual del capitalismo financiero, el cual instala soterradamente la violencia arbitraria como unidad reguladora del orden planetario. Berardi advierte sobre el extravío de la relación entre tiempo de producción y valor monetario, que se manifiesta a través de una ecuación encriptada. Este modelo de financierización de la economía se basaría en la exacerbación ilimitada de bienes semióticos que ex trapolan el tiempo y las circunstancias de consumo.
La entrevista que hace Geert Lovink a Yuk Hui acerca de su libro Sobre la existencia de los objetos digitales arroja luces en torno al carácter ontológico presente en el mundo digital y cómo debe ser planteado respecto a la herencia filosófica occidental. La pregunta fundamental por los metadatos reconoce elementos indisociables del problema, como el lugar de la técnica dentro del capitalismo de plataformas o las derivas orquestadas por la era de la información (donde asoman cuestiones como la historia de los datos, la predicción algorítmica, entre otros). En el caso de Tivon Rice, este asume una directriz aplicada a la experiencia que herramientas como la fotogrametría y la Inteligencia Artificial posibilitan para el uso de combinaciones creativas, más allá de su origen y funciones habituales. Las intersecciones experimentales suscitadas por estos encuentros no sólo expanden el marco de posibilidades artísticas entre antiguas disciplinas y nuevos dispositivos disponibles para su corrupción, sino que también revelan modos de percepción cifrados en la memoria visual que han mediado las tecnologías de la imagen y que las vidas post-digitales han transfigurado en las máquinas.
Lesia Prokopenko, a través de una lectura del Manifiesto xenofeminista, revela la apuesta que entraña el enfoque de Laboria Cuboniks −una incitación de posicionamiento asertivo frente a los desequilibrios mortíferos de la hegemonía heteropatriarcal−, para reafirmar la importancia de una política de género acorde a las transformaciones que experimenta el pensamiento al alero del entramado de las máquinas. Se trata de una postura que busca recup rar la razón para fines emancipatorios, arrebatando el supuesto vínculo inherente entre este concepto y el proyecto ilustrado que ha sentado las bases de la dominación patriarcal. El xenofeminismo propone una reconstrucción de lo que implica la razón más allá de la perspectiva humana. Una visión donde esta última es el propósito final del universo, que exige en el tiempo venidero a un abordaje indistinto entre lo natural y lo artificial.
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