El periodismo transfóbico de Santiago Pavlovic se viste de objetividad e imparcialidad, pero con el último reportaje estrenado en Informe Especial[1] dejó en evidencia sus sesgos cisheterosexistas en el programa dedicado a las infancias trans. En gran parte del reportaje se dedica a desinformar, generar pánico moral, plantear una mirada adultocéntrica sobre el proceso de la adolescencias y niñeces trans, y a mostrar a los padres transfóbicos como las principales víctimas de un necesario programa de acompañamiento a jóvenes trans.
Pavlovic y su comunicación verbal y no verbal no esconden su incomodidad, ni su odio ni agresividad frente a les activistas trans que entrevista durante el reportaje, tanto con estudiantes del primer colegio para estudiantes trans en Chile ni con la primera diputada trans muestra ninguna empatía, ya que plantea que el activismo trans está dañando la familia heterosexual. Como si una ideología progresista estuviera robando los hijos a sus padres, cambiándoles el género y tocando una tecla familiarista chilena. El periodista transfóbico se comporta como si estuviera entrevistando a personas que transgreden la ley. Con su reportaje hace un llamado a retroceder de estas políticas de género y repone la figura del niño/a heterosexual como lo obligatorio, negando que existen experiencias de quienes viven en un género no conforme.
Históricamente Informe Especial ha sido un programa nefasto para las minorías sexuales. Desde la década del noventa que muestra un enfoque transfóbico y homofóbico, su historia de 40 años está marcada por el modo sesgado de mostrar a las disidencias sexuales como perversas, oscuras y peligrosas. Su mirada patologizadora de las vidas trans enfatiza en los desórdenes mentales y los peligros de vivir una vida trans. Finalmente lo que busca es replicar un discurso ultraconservador que resuena en América Latina: “no te metas con mis hijos». El reportaje sustenta una ideología que privilegia el derecho de los padres a decidir por sobre sus hijos/as/es y que justifica posiciones de una derecha que se opone a la educación sexual de los niños para prevenir formas de abuso.
La mentalidad bélica de periodistas como Pavlovic elabora un reportaje como si enfrentara una guerra de una vanguardia sexual de izquierda. Muestra imágenes en la oficina de la diputada Schneider donde un letrero dice “no virar a la derecha”. Y es que también se busca instalar que este tipo de acompañamientos de parte del Estado a niñeces y adolescentes trans es parte de una ideología de género que se está robando las infancias heterosexuales de los niños. Es un periodismo que vive en una psicología heterocentrada. Como si fuera un problema del gobierno y una implementación de una ideología de género. Es que Pavlovic se inventa una guerra en su propia cabeza.
El odio hacia las personas trans se trasluce en este reportaje, especialmente por su obsesión por la genitalidad, la corporalidad y el cambio de sexo. Poco se nombran otros procesos de la transición como puede ser el cambio de voz o las relaciones sexo-afectivas. Más bien se muestran –con escasas excepciones – como trans infelices. Y, el caso ejemplar, proviene de quien detransiciona: Nicolás Raveau, un ex activista trans, investigadora del arte y candidata política que decidió apartarse de la sociedad y detrasicionar. Este testimonio, completamente excepcional, de un hombre de clase alta que decidió detransicionar busca plantear que transicionar puede ser un peligro, que produce mucho dolor o que no es más que una etapa pasajera. ¿Por qué Pavlovic legitima esta fuente? El testimonio de Nicolás cierra el reportaje como indicando que este es el camino que se espera para las niñeces trans. Un sujeto desesperado por visibilidad, un tipo de reconvertido de la política sexual y enemigo de las organizaciones trans, sólo refuerza la transmisoginia, es decir la idea de que detrás de cada mujer trans sigue existiendo un hombre que puede aparecer en cualquier momento.
El caso de Nicolás, el reconvertido, el sujeto que vuelve al camino correcto heterosexual reactiva movimientos a favor de terapias de reconversión que han hecho mucho daño a generaciones de gays y lesbianas que han sido víctimas de estas torturas; por lo que la figura del trans arrepentido se convierte en la solución que ofrece el mismo reportaje, de un tipo que vive en una isla, lejos de la tecnología.
El reportaje se esfuerza en visibilizar los testimonios de padres transfóbicos que no reconocen el cambio de género de sus hijos y que han sido separados por la justicia de los mismos. El mismo periodista protege la identidad de uno de estos padres por medio de una reacción por parte del movimiento trans-feminista. En vez de preguntar qué hacían esos padres para que sus hijes trans no quisieran vivir con ellos y cuáles eran sus acciones que los alejaban, los transforma en víctimas de una ideología trans. En cambio, el reportaje no presenta los testimonios de padres y madres que han apoyado a sus hijes en sus procesos de reafirmación de su identidad de género.
¿Por qué no se mostraron los testimonios de mujeres trans que transicionaron a una edad temprana y que son felices con sus cambios corporales facilitados por la bioquímica? ¿Por qué no se escuchó la voz de las mayores trans que transicionaron siendo adultas y que han tenido que lidiar con rasgos masculinos en su cuerpo? ¿Cómo las vidas trans nos enseñan a querer los cuerpos? Los cuerpos trans desafían la idea de la naturaleza biológica donde hombre y mujer son los normal. Las personas trans que transicionaron a temprana edad logran lo que se denomina passing en el mundo heterosexual, es decir logran ser leídos en apariencia como mujeres y hombres heterosexuales, lo que en parte facilita el desarrollo de sus vidas y de andar con menos miedo en las calles. ¿Será el passing trans a lo que teme Pavlovic? Mucho del odio hacia las personas trans surge de parte de visiones masculinas patriarcales que temen caer en las trampas de una mujer trans a quienes ven como mujeres que engañan y confunden a los hombres.
Este sesgado reportaje de TVN es una prueba más del cisheterosexismo en los medios de comunicación chilenos, especialmente de la televisión, donde las vidas trans son narradas escasamente y, si aparecen lo hacen desde una perspectiva transfóbica, donde se pone en primer plano el pánico de los padres o se les muestra como excepcionales, locas, marginales o peligrosas. Debemos transformar la televisión -más aún la pública- y crear una que no continue transmitiendo mensajes violentos y sesgados. ¿Cuántas personas trans trabajan como rostros en TVN? ¿Cuántas animadoras o actrices trans vemos en la televisión pública? ¿Cuántas son guionistas, editores o productores para crear una televisión sin sesgos de género?
Finalmente, me gustaría discutir la hipótesis que deja entrever el reportaje, sin ningún fundamento, porque culpa a la pandemia y al exceso de vida frente a la pantalla de los adolescentes como la causa de un aumento exponencial del deseo de transicionar de NNA. Como si se vieran influidos por la pantalla. En vez de plantear este supuesto como un problema causado por el tiempo que las niñeces y juventudes pasan en internet informándose y conociendo a referentes de diferentes partes del mundo, más bien habría que entenderlo como vidas que se emancipan más jóvenes del yugo del binarismo de género y que tienen más acceso a información sobre sexualidad. Por lo tanto, hay una mayor conciencia de género potenciada por un movimiento feminista global que a partir del 2018 ha generado puentes entre el feminismo y las disidencias de género.
[1] Informe Especial | Nuestros niños trans | 24 Horas TVN Chile [Youtube], Agosto 2024. https://www.youtube.com/watch?v=2FoGBLqC710
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