Texto de Antonio Bispo dos Santos
Traducción de Luiz Carlos Silva dos Santos Junior
El escritor Antônio Bispo dos Santos, residente de la comunidad Saco do Curtume, en el estado de Piauí, autor de “Colonização, quilombos: modos e significações”, publicado em 2015 por el INCT de Inclusão, reflexiona sobre la relación del Estado brasileño con los quilombolas, cuyas prácticas se basan en la oralidad y en la conexión de los territorios al cultivo. Las comunidades cimarronas surgidas en torno al Quilombo en paralelo y contraposición del Estado nación brasileño, comparten en las siguientes líneas un pensamiento que desafía el trazado obtuso y unívoco de la institucionalidad dominante; “la tierra no pertenece a las personas, son ellas las que pertenecen a la tierra” es una de las tantas aserciones que contiene este texto repleto de concepciones arraigadas en la experiencia de resistencia y lucha y en la construcción permanente de horizontes de convivencia fraterna.
Cuando provoco un debate sobre la colonización, los quilombos, sus modos y sus significaciones, no quiero posicionarme como un pensador. En cambio, me estoy posicionando como un traductor. Mis mayores me formaron a través de la oralidad, pero ellos mismos me pusieron en la escuela para aprender, a través del lenguaje escrito, a traducir los contratos que nos obligaron a asumir.
Fui a la escuela de lenguaje escrito a la edad de nueve años, pero desde que comencé a hablar, también fui formado por maestras y maestros del oficio en las actividades de nuestra comunidad. Cuando fui a la escuela a finales de la década de 1960, los contratos orales se estaban rompiendo en nuestra comunidad para ser reemplazados por contratos escritos impuestos por la sociedad colonialista blanca. Estudié hasta el octavo grado, cuando la comunidad evaluó que yo ya podría ser un traductor.
En la década de 1940 hubo una gran campaña de regularización de las tierras a través de la escritura. Esto ocurrió en Piauí y también en el resto de Brasil. La ley decía que las personas que ocupaban la tierra serían llamadas ocupantes ilegales. Esta ley puso un nombre, cosificó a esas personas. No éramos ocupantes ilegales, éramos personas… ¿Qué significó eso para nosotros?
Desde el momento en que la ley dice que somos ocupantes ilegales, está jugando un papel importante para el colonialismo. El colonialismo nombra a todas las personas que quiere dominar. A veces hacemos lo mismo sin darnos cuenta: cuando tenemos un perro, por ejemplo, le damos un nombre, pero no un apellido. Los colonialistas dan un nombre, pero no dan un apellido, porque el apellido es lo que expresa el poder. El nombre cosifica, el apellido empodera. Entonces, al llamarnos ocupantes ilegales nos pusieron en una situación de dominación, obligándonos a cumplir los contratos que la denominación de ocupantes ilegales nos imponía.
Los contratos de nuestro pueblo se hacían a través de la oralidad, porque nuestra relación con la tierra fue a través del cultivo. La tierra no nos pertenecía, nosotros pertenecíamos a la tierra. No decíamos «aquella tierra es mía», pero sí, «somos de esa tierra». Había un entendimiento entre nosotros de que la tierra está viva y, dado que puede producir, ella también necesita descansar. No comenzamos a titular nuestra tierra porque queríamos, sino porque fue una imposición del Estado. Si pudiéramos, nuestras tierras se quedarían como están, en función de la vida.
El poder quilombola sobre las tierras es un poder basado en la palabra, en la actitud, en la relación, y no en la escritura. Cuando el Estado vino a demarcar las tierras, mi abuelo se negó y dijo: «¿Cómo vamos a demarcar una cosa que ya es nuestra?” Entonces llegaron los blancos, compraron las tierras y perdimos el derecho sobre ellas. Incluso las personas mayores que, en ese momento, habían demarcado sus tierras, las perdieron cuando murieron, porque sus herederos no hicieron inventarios.
La mayoría de las tierras de las comunidades tradicionales en Brasil son consideradas botín, ya que nadie ha hecho escrituras. Pero si hoy lo hacemos, porque se nos impone, hay algo más serio que está involucrado. Para hacer el título es necesario tener un informe antropológico —a pesar de que la ley dice que ser quilombola es autodeclarativo— y un informe agronómico. Es el uso más sofisticado de la inteligencia estatal para identificar el perfil de la resistencia. ¿Por qué necesitaríamos un antropólogo para diagnosticarnos, leer las costumbres, las tradiciones, nuestra cultura? Porque quienes más amenazan el sistema hoy en día son los pueblos y comunidades tradicionales, pues somos dueños de un saber transmitido espontáneamente a través de la oralidad, sin cobrar nada por ello.
Nuestro pueblo, por no saber leer, no sabía cómo funcionaban las escrituras, perdiendo así muchas posibilidades de vivir en sus tierras. Entonces nuestro pueblo resolvió que alguien de nosotros debería saber leer y escribir para confrontar esta situación. Fui formado para eso y lo hago hasta hoy. Por eso digo que no soy un pensador, sino un traductor del pensamiento de mi pueblo. Y para mi pueblo también soy un traductor del pensamiento del colonialista. Cuando estamos discutiendo la colonización, los quilombos, sus modos y significaciones, estamos tratando de entender qué hace que el colonialista piense como piensa y cómo deberíamos pensar para que no nos comportemos como él.
Nuestro pueblo fue traído aquí desde África. Diferente de nuestros amigos indígenas, los cuales fueron atacados en su territorio, pudiendo hablar sus idiomas, cultivar sus semillas, dialogar con su ambiente. Fuimos sacados de nuestros territorios para ser atacados en el territorio de los indígenas. Y allí necesitábamos y necesitamos —y lo hemos logrado— ser muy generosos. Porque a pesar de que fuimos traídos al territorio de los pueblos indígenas, nosotros no disputamos el territorio con ellos. Disputamos con el colonialista el territorio que ellos le quitaron a los pueblos indígenas, y esto nos duele. Pero tenemos que hacerlo. De lo contrario, ¿dónde vamos a vivir?
La sorpresa para los colonialistas y la felicidad para nosotros es que cuando llegamos a los territorios de los indígenas, encontramos modos similares a los nuestros. Encontramos relaciones con la naturaleza similares a las nuestras. Hubo una gran confluencia en los modos y en los pensamientos. Y eso nos fortaleció. Y entonces hicimos una gran alianza cosmológica, incluso hablando diferentes idiomas. Por nuestros modos, nos entendimos.
Fui orientado por nuestros mayores a intentar comprender por qué el pueblo colonialista le hace esto a otro pueblo. Fui por la Biblia, fui por lo que escribieron. Y encontré en la Biblia, en Génesis, una buena explicación. «El Dios Jehová le dijo al hombre: ¿por qué me desobedeciste? La tierra será maldita por tu culpa. Tú habrás de comer con el cansancio del sudor de tu cara. La tierra te ofrecerá espinas y malezas. Y todos tus descendientes serán perpetuamente malditos «.
En ese momento, ese dios de la Biblia del colonialista —mejor dicho, eurocristiano monoteísta— desterritorializó un pueblo. Si él maldecía la tierra para aquel pueblo, este pueblo ni siquiera podría tocar aquella tierra. Si él dijo que esa tierra estaba ofreciendo malezas y espinas, él dijo que aquel pueblo ni siquiera podía comer de los frutos, ni de las hojas, ni de nada de lo que ofrecía esa tierra. Si él dijo que ese pueblo tenía que comer con la fatiga del sudor de su rostro, en ese momento creó el trabajo como una acción para sintetizar la naturaleza. Al mismo tiempo, él creó también una enfermedad que yo llamo cosmofobia. El miedo al cosmos, el miedo a dios. Ese pueblo eurocristiano monoteísta se siente desesperado.
Pero también tuvimos que aprender a vivir con ese dios. E incluso lo aceptamos. Porque si es dios, debe ser bueno. Entonces, además de tener nuestras diosas y nuestros dioses, también tenemos este dios. Y fue ahí donde comenzaron a perder. Porque solo tienen un dios e incluso lo comparten con nosotros. Y nosotros tenemos varios. Como ellos solo tienen un dios, solo miran en una dirección. Entonces, la mirada de ellos es vertical, es lineal, sin curvas. Así lo es su pensar y su hacer. Como nosotros tenemos varias deidades, logramos mirar y ver nuestra divinidad en todos los rincones. Vemos de forma circular, pensamos y actuamos de forma circular y, para nosotros, no hay fin, siempre hemos logrado comenzar de nuevo.
Nuestro pensamiento es un pensamiento que nos permite dimensionar mejor las cosas, los movimientos y los espacios. En los espacios circulares cabe mucho más que en los espacios rectangulares. Y eso nos permite convivir bien con la diversidad y nos permite pensar siempre que el otro es importante, que la otra es importante. Nosotros siempre comprendemos la necesidad de que existan otras personas.
El pueblo afro inventó la capoeira. Los eurocristianos inventaron el fútbol. Hay un juego en el Mineirão[1] y digamos que tiene 40 mil personas en las gradas y 22 personas en el campo. Digamos que Cruzeiro y Atlético están jugando hoy y Neymar vino a ver el partido. Salió de Europa para ver el partido. En cualquier momento, el equipo al cual Neymar apoya está perdiendo, y él pide ingresar al juego. ¿Puede? ¿Cómo es que Neymar, apoyando un equipo, quiere defender a este equipo y no puede entrar a la cancha?
Vayamos al otro lado. Hay un círculo de capoeira, y ahora viene un europeo que nunca ha visto la capoeira. Hay 50 personas jugando capoeira, y el que nunca ha visto capoeira pide entrar. ¿Puede? La capoeira es en rueda, la samba es en rueda, el batuque, la gira[2] en los terreiros de umbanda y de candomblé… Todo para nosotros es en rueda. Todo para los colonizadores es linear. Es una mirada limitada a una única dirección.
Los quilombos son perseguidos precisamente porque ofrecen una oportunidad de vivir de manera diferente. No es debido al color de nuestra piel. En los documentos de la Iglesia que yo evalué, las autorizaciones y permisos para que pueblos fueran esclavizados no mencionan el color de piel de esos pueblos, mencionan la religiosidad. La bula del Papa Nicolás V de 1455 dice que quienes deben ser esclavizados son los paganos y los sarracenos. No dice que sea negro, ni blanco, ni indígena. Son los paganos. Son los pueblos que tienen una cosmología. ¿Qué pueblos son estos? Son pueblos que continúan comiendo los frutos de los árboles. Son personas que no obedecieron la orientación del dios eurocristiano. Son pueblos que no sienten obligación de trabajar. Son pueblos que no necesitan comer con la fatiga del sudor, porque la naturaleza ya ofrece la comida.
Los conceptos que creemos que son muy similares con los de «buen vivir» y de «vivir bien» son el «vivir de forma orgánica” y el “vivir de forma sintética». Buen vivir es vivir de forma orgánica y vivir bien es vivir de la forma sintética. Entendemos que hay un saber orgánico y un saber sintético. Mientras que el saber orgánico es el saber que se desarrolla desarrollando el ser, el saber sintético es lo que se desarrolla desarrollando el tener. Somos operadores del saber orgánico y los colonialistas son operadores del sintético.
Cuando el dios de los blancos dijo que la tierra estaba maldita por culpa de Adán y Eva y que comerían con el cansancio del sudor, dijo que no podrían disfrutar de la naturaleza tal como se presenta. Pronto, tendrían que sintetizar todo. Y así ellos salieron al mundo sintetizando —incluso a sí mismos—. Gran parte del pensamiento de los blancos es sintetizado. El pensamiento producido en las academias es un pensamiento sintético. Es un saber enfocado en la producción de cosas. El pensamiento operacionalizado por la escritura es un pensamiento sintético, desconectado de la vida. Nuestro pensamiento, movido por la oralidad, es un pensamiento orgánico.
El ser tiene poco valor en el saber sintético, a pesar de ser el creador del tener. El tener es la criatura que devora a su creador. Las personas siempre actúan en función del tener. Hasta la biología se está volviendo sintética. Pronto ustedes comerán filete sin necesitar un buey…
Nuestra evaluación es que, en este exacto momento, estamos viviendo una de las más grandes posibilidades de un fin de este mundo eurocristiano, monoteísta, colonialista y sintético. Este mundo está llegando a su fin. No es por casualidad que estamos viviendo esta desesperación, esta gran confusión. Pero, por increíble que parezca, estamos viviendo también una nueva confluencia.
Trabajo con los conceptos de «confluencia» y «transfluencia». La confluencia fue un concepto muy fácil de elaborar porque fue solamente observar el movimiento de las aguas a través de los ríos, por la tierra. La transfluencia tardó un poco más porque tuve que observar el movimiento de las aguas por el cielo. Para entender cómo un río que está en Brasil confluye con un río que está en África me tomó mucho tiempo. Y me di cuenta de que lo hace a través de la lluvia, a través de las nubes. A través de los ríos del cielo. Entonces, si es posible que las aguas dulces que están en Brasil lleguen a África a través del cielo, también a través del cielo la sabiduría de nuestro pueblo puede llegar hasta nosotros en Brasil.
Es por eso que, incluso intentando quitarnos nuestro lenguaje, nuestros modos, no nos quitaron nuestra relación con el cosmos. No nos quitaron nuestra sabiduría. Es por eso que logramos reeditarnos sabiamente, sin agredir a los verdaderos dueños de este territorio que son los hermanos indígenas. Nosotros tuvimos esta capacidad porque nuestros mayores que estaban en África, a pesar de que se nos prohibió volver hasta allí, vinieron a través de la cosmología. Eso es lo que nosotros llamamos transfluencia.
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Tanto los quilombolas como los indígenas de Brasil solo se convirtieron en sujetos de derecho en la Constitución de 1988. Hasta esa Constitución, ser quilombola era ser criminal y ser indígena era ser salvaje. La Constitución de 1988 dijo que nosotros tenemos derecho a regularizar nuestras tierras de forma escrita, lo cual es una agresión, porque a través de la escritura nos convertiríamos en dueños de la tierra. Pero nuestros mayores nos enseñaron a lidiar con esta agresión.
Yo tuve un tío llamado Antônio Máximo, que era el operador de un gran arte de defensa llamada Jucá. Él me enseñó que en algunos momentos necesitamos transformar las armas de los enemigos en defensa, para no transformar nuestra defensa en un arma. Porque si transformamos nuestra defensa en un arma, solo sabremos atacar. Y quien solo sabe atacar pierde.
Si las ciudades, con todas sus armas, no viven en paz, y nosotros en la comunidad vivimos en paz sin armas, luego se ve que no son las armas las que resuelven los problemas. Es por eso que mi tío Antônio decía que transformáramos las armas en defensa. Mamá Joana, también una de mis grandes maestras, decía que la vasija de dar es la misma que de recibir. Entonces, si yo te apunto una pistola es porque tengo miedo de una pistola. Y esta disputa es interminable.
Así, discutir la regularización de la tierra por escrito no significa estar de acuerdo con esto, pero sí significa que adoptamos un arma del enemigo para transformarla en defensa. Porque quien va a decir si somos quilombolas no es el documento de la tierra, es la forma cómo nos vamos a relacionar con ella. Y a este respecto, nosotros y los pueblos indígenas confluimos. Confluimos en los territorios, porque nuestro territorio no es solo la tierra, son todos los elementos.
Piauí es un estado que prácticamente no existe para el resto del Brasil. Cuando digo que soy de Piauí, las personas a veces me preguntan dónde está Piauí, como si no estuviese en el mapa. No está en el mapa que cabe en la cabeza de las personas. Luego, se dice que en Piauí no hay indígenas, como también se dice que en Roraima no hay quilombos. En Piauí, hoy, hay tres pueblos indígenas que luchan por su autoidentificación, por su autoreconocimiento y por la demarcación de sus tierras. ¿Y quiénes son los compañeros de lucha de estos pueblos? Los quilombolas. Esos territorios son continuos.
En Piauí hay una gran alianza entre quilombolas y pueblos indígenas, tanto desde el punto de vista de regularizar sus territorios, así como para reeditar nuestras expresiones culturales, a partir del saber orgánico. El saber orgánico es el saber que se reedita, mientras que el conocimiento sintético es el saber que recicla.
No somos perdedores. No trabajo dentro de esta lógica de «victimología». No tengo derecho a ser víctima. Soy un vencedor, mi pueblo venció. Mi bisabuelo tenía tres ingenios de rapadura[3], fui criado en abundancia. No tengo cicatrices de la esclavitud en mi memoria, pero no estoy en desacuerdo con quien trabaja con la imagen de la cicatriz de la esclavitud. Sin embargo, no trabajo con esta imagen, trabajo con la imagen del vencedor. Incluso si queman la escritura, no queman la oralidad, incluso si queman los símbolos, no queman los significados, incluso si queman los cuerpos, no queman la ancestralidad. Porque nuestras imágenes también son ancestrales.
Varias comunidades en todos los rincones de Brasil están siendo atacadas de la misma manera que fueron Palmares, Canudos, Caldeiroes, Pau de Colher. Las Fuerzas Armadas están en Rocinha, practicando etnocidio. El gobierno de Getúlio Vargas fue uno de los gobiernos más etnocidas que hemos tenido. Él mató y quemó el pueblo de Caldeirões, en Ceará, en 1936, y el pueblo de Pau de Colher, en la frontera con Bahía, en 1942. Pero, aun así, nunca paramos de luchar.
Nuestra relación con las imágenes del mundo se da en la lógica de la emancipación de los pueblos y de las comunidades tradicionales a través de la contracolonización. No es a través de la lucha de clases, porque la lucha de clases es europea y cristiana-monoteísta. No trato a los pueblos y comunidades tradicionales con categorías marxistas: como trabajadores, desempleados o revolucionarios. Ese lenguaje no es nuestro. Ese lenguaje es euro-cristiano-colonialista.
Algunos pensadores de Piauí escribieron muy bien sobre los quilombos, pero utilizaron la perspectiva del marxismo y esto me molestó. Pienso en nuestro recorrido desde el interior del navío negrero. El primer aquilombamiento fue allí adentro, con las personas reaccionando, tirándose hacia el mar, golpeando y muriendo. Ahí comenzó el quilombo. ¡Y Marx ni siquiera existía en ese momento! ¿Qué tiene que ver Marx con esto? Lo que Marx dijo, Palmares ya lo había hecho 200 años antes. Creo que Marx tiene su papel en Europa. Como decimos allá en el sertão, «cada quien a lo suyo».
El MST, por ejemplo, es maravilloso, uno de los mayores inventos que se ha hecho, pero es una organización colonialista. Basta con recorrer la mayoría de los estados brasileños para verificar que el coordinador del MST en el estado es generalmente un hombre blanco y sureño. ¿Cómo? No creo que los otros estados no tuviesen condiciones para producir el propio líder. ¡Llegas a Piauí y el coordinador del MST está bebiendo mate! Bueno, ¡ahí lo que la gente toma es cajuína[4]! Está claro que la contribución del MST es importante. No obstante, desde un punto de vista político, el MST es mono, lineal, vertical. Querían ser el único movimiento capaz de representar el campo. Nosotros no queremos ser «el único».
Desde el inicio de la colonización, desde 1500 hasta 1888, el pueblo africano era visto y tratado como esclavo, y lo que él pensaba y hablaba no entró en el pensamiento brasileño. De 1888 a 1988, nuestras expresiones culturales, la capoeira, la samba, continuaron siendo consideradas como un crimen. Eso es el colonialismo. Colonizar es subyugar, humillar, destruir o esclavizar las trayectorias de un pueblo que tiene una matriz cultural, una matriz original diferente a la suya.
¿Y qué es contracolonizar? Es reeditar nuestras trayectorias a partir de nuestras matrices. ¿Y quién es capaz de hacer eso? ¡Nosotros mismos! Solo puede reeditar la trayectoria del pueblo quilombola quien piensa en la circularidad y a través de la cosmovisión politeísta. No es Boaventura de Sousa Santos, aunque él esté desempeñando un buen papel en ese proceso. En la medida, al menos, que él dice que es necesario desmantelar lo que su pueblo, el pueblo colonialista, hizo. Esto ya es extremadamente generoso. Al menos él no está diciendo que es necesario sofisticarnos y hacer más.
Pero también estamos discutiendo la contracolonización. Para nosotros, quilombolas e indígenas, esa es la agenda. Contracolonizar. El día en que las universidades aprendan que ellas no saben, en el día en que las universidades acepten aprender las lenguas indígenas —en lugar de enseñar—, en el día en que las universidades acepten aprender la arquitectura indígena y acepten aprender para qué sirven las plantas de la caatinga, en el día en que estén disponibles a aprender con nosotros como aprendimos un día con ellos, entonces tendremos una confluencia. Una confluencia entre los saberes. Un proceso de equilibrio entre las diversas civilizaciones de este lugar. Una contracolonización.
[1] Se hace referencia a una cancha de fútbol perteneciente a un equipo muy conocido en Brasil.
[2] Hay que explicar el termo giro hacia una mirada de la matriz afro-brasileira. Donde gira tiene un significado prático del movimento circular de girar.
[3] Producto de la caña de azúcar, una especie de guarapo en estado sólido muy consumido en la región nordeste del Brasil.
[4] Esta frase entera es una ironía a las diferencias culturales regionales que hay en Brasil. Por ejemplo, Antonio Bispo juega con el hecho de estar en una región donde hace calor como el nordeste y que hay una cierta práctica de no tomar tantas bebidas calientes, pero sí heladas, y una persona del sur, elitista y más encima dirigente del MST está tomando una bebida caliente en esta región.
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