El texto que nos comparte Karla Paola Cabrera, investigadora en letras y editora de Perú, es una reelaboración de su ponencia presentada en julio en la 8ª Conferencia Anual de la Asociación de Estudios de la Memoria, realizada en Lima. A su vez, el texto que traemos a Revista La Raza Cómica es un fragmento publicado por Proyecto Arde, que puedes leer completo, acá.
En 2019, a través de la editorial independiente bonaerense Sigilo, Dolores Reyes publica su primera novela: Cometierra. El título es también el sobrenombre de la protagonista, quien desde un principio muestra una relación muy particular con la tierra: es del color de la tierra, lleva la palabra en el nombre que usa, al tocarla se llena energía y se revitaliza: “El frío de la tierra y la humedad en mis pies me hicieron mejor que cien lavadas de cara” (p. 26) —. Asimismo, tiene una manera muy particular de conectarse con ella, que resulta muy poderosa: la protagonista puede comer tierra, de ahí el nombre, y, al hacerlo, tiene visiones, la tierra le habla. La muchacha, casi como una mediadora, trabaja con la tierra y juntas son capaces de recuperar las memorias de las personas desaparecidas, saber qué les ocurrió y luego encontrarlas. La tierra evita que los desparecidos desaparezcan. La tierra guarda las memorias de todas aquellas personas despreciadas por el sistema, las reconoce, las valora y las iguala. La tierra, materia despreciada pero a la vez fundamental, sirve como guardiana de las memorias de las víctimas de la violencia sistemática en la sociedad del conurbano argentino. La tierra funciona como un poderoso y vivo archivo de memorias.
Ante un sistema roto y que no se hace cargo de sus ciudadanos, sino que los desprecia, Cometierra surge como una alternativa, y la tierra como un elemento humanizador que protege, reconoce la particularidad y valora la memoria de cada persona que el sistema permitió desaparecer, como si fuera reemplazable y desechable. Cometierra y la tierra devuelven la humanidad a cada persona robada, desde la ternura y la empatía, afectos que se extienden también a quienes buscan. Cometierra se reconoce en las jóvenes desaparecidas, ella podría ser una de ellas; además se reconoce en las personas desesperadas que buscan a quienes les faltan, pues ella podría estar en esa situación.
Dolores Reyes, ante la violencia sistemática, cruel, mordaz y selectiva de la sociedad, propone a la tierra como un consuelo, una guardiana, un archivo de memorias, y a Cometierra como una mediadora a través de cuyas visiones las personas desechadas vuelven a hacerse humanas, pueden llorarse y valorarse en su particularidad irremplazable. Ambas, desde la empatía y la ternura, responden a los deudos sobrevivientes como el Estado es incapaz de hacerlo. De esta manera, la tierra ofrece una posibilidad de justicia, enfocada en la recuperación de las voces silenciadas y el reconocimiento de las vidas arrebatadas, permitiendo un rescate, una explicación y/o un cierre para quienes buscan incansablemente.
Sobre Karla Paola Cabrera
Karla Paola Cabrera Acuña (Lima, Perú, 1998). Master of Arts en Estudios Literarios por la Universidad de Ámsterdam. Doctoranda en Estudios Literarios en la Universidad Leiden. Licenciada en Literatura Hispánica por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Editora en la editorial feminista Gafas Moradas y miembro del Grupo de Investigación en Literatura Hispanoamericana Contemporánea PUCP. Investiga en literatura fantástica, narrativa latinoamericana y estudios de género. Obtuvo la Beca Fundación BBVA en 2019 y el Premio de Apoyo a la Investigación PUCP 2021. Fue finalista del VII Concurso de Microrrelatos de la Amnistía Internacional Madrid en 2020. Publicó artículos académicos en las revistas Publicaciones De La Asociación Argentina De Humanidades Digitales, Zur y Espinela, y microrrelatos y cuento en la revista Primera Página.
Otro intertexto de ARDE
En relación a este contenido recomendamos el texto «Remover capas, subvertir restos. Tierra, archivo y memoria en dos obras literarias y artísticas recientes» de la mexicana Patricia Rico. Ambos textos fueron escritos y presentados en el contexto de la 8ª Conferencia Anual de la Asociación de Estudios de la Memoria, realizada en Lima-Perú.
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