Pam Berry, escrita por Rae del Cerro y dirigida por Ana Luz Ormazábal, recorre la búsqueda de una joven que siente ser la única lesbiana en el mundo. En ese camino se encontrará con dificultades como la violencia y la discriminación, pero también se dará cuenta que no está sola en su forma de amar. La obra, que también es casi un musical, se presenta entre el viernes 29 de noviembre y el domingo 15 de diciembre en GAM. Más información, acá. Este texto prologó la publicación de la obra , ganadora de la XX Muestra Nacional de Dramaturgia.
Gran parte de nuestras historias, de las mujeres y las disidencias sexuales, han sido escritas desde una política de la lágrima. Es cierto que nuestras historias cargan con una violencia inusitada, desmedida, cruel y ancestral. Nuestra experiencia se construye de hostigamientos y violencias por nuestros gustos, deseos y expresiones del género, pero también por nuestro modo de pensar y escribir, por nuestra particular forma de organizar ideas y generar conocimiento. Esto es un constante trabajo: tratar de sobrevivir en los distintos lugares donde habitamos que siguen, inclusive después de todas las revoluciones feministas que han ocurrido, anclados en una forma machista, heterosexual y androcéntrica de comprender el mundo. Frente a esta realidad me ha parecido siempre fascinante que las prácticas artísticas y activistas, como por ejemplo la escritura, puedan inventar nuevos mundos y otros modos de presentar sus historias, esto porque toda cultura se construye a través de sus relatos.
Sara Ahmed, una autora que está siendo muy estudiada y analizada en las academias queer pero también en los mundos disidentes, tiene un trabajo muy interesante en este aspecto. Ella estudia cómo ciertas producciones culturales construyen historias que nos condenan a la infelicidad: en el cine o la literatura, los disidentes sexuales siempre terminan asesinados, separados, cometen suicidio o viven encerrados en los psiquiátricos promoviendo la idea que los estilos de vida disidentes están destinados al sufrimiento. Pienso que parte de nuestra venganza frente a tanta violencia y segregación está en generar modos creativos e irónicos de contar nuestras historias a través de esa escritura que se insubordina al relato tradicional del sufrimiento y el dolor.
Esta fue una de las primeras ideas que me surgieron luego de leer Pam Berry, escrita por Rae del Cerro, texto seleccionado para la XX Muestra de Dramaturgia Nacional y que presenta un drama lésbico que, como un huracán, arrasa con toda normatividad a su paso.
Oponiéndose a las mezquinas estructuras narrativas que reprimen el deseo o que nos llevan a pensar que los relatos de disidentes sexuales deben cargar con un realismo naturalista, casi científico, para poder ser aceptables y convocar empatías, esta dramaturgia cuenta a través del mundo de los sueños, de lo onírico -en una forma particular de psicoanálisis queer, mezcla de comedia romántica y thriller de ciencia ficción- la búsqueda incesante que Pam Berry, una lesbiana visible, realiza por aquella mujer con la que comparte en sus sueños desde hace muchos años y que se le revela como alguien que puede calmar su alma y dar sosiego a su corazón atribulado. Esta mujer es Sor Marina: una monja de clausura que se le presenta desnuda y que siempre tiene puesta su cofia.
Como si fuera un Dante lésbico en búsqueda de su Beatriz, Pam Berry ingresa al infierno para descubrir, en un circo y una casa embrujada a medio construir, todas las dificultades que otras mujeres ponen en su camino para llegar hasta su amor onírico. El objetivo de Pam Berry es obtener de la bruja del circo, la información para llegar hasta Sor Marina, quien, al parecer, no es sólo una mujer en sus sueños. Pero como en todo relato de viaje, durante los tiempos de esta dramaturgia, los objetivos van cambiando y Pam Berry logra conocer de mejor manera lo que significa un mundo donde el deseo lésbico y la lesbofobia son –psicoanalíticamente– las caras de una misma moneda, en un juego perverso de amor y odio, donde el odio debe ser complemente condenado y desbaratado.
Pam Berry sueña para no sufrir, sueña mucho. Esta es una obra donde el mundo onírico se antepone a la vigilia, quizás como un modo de escape –a través de la ficción– de la violencia cotidiana. En una de las más bellas escenas la vemos tomando un baño desnuda con Sor Marina, llegando al punto máximo cuando la besa. Todxs quienes hemos soñado besando a alguien sabemos que en los sueños los besos adquieren una dimensión que no existe en la vigilia y es esa sensación la que esta obra quiere manifestarnos. En este trabajo de dramaturgia el deseo es presentado recurrentemente como una analogía al mar, unas olas saladas, frías y desbocadas nos recuerdan muchas veces la canción “baño de mar a medianoche” de Cecilia, La Incomparable, quien el último tiempo ha hecho cada vez más explícito su lesbianismo. “Y el deseo como una ola que me envuelve, que me ahoga”, dice Pam Berry mientras siente cómo ese mar salado la azota por dentro en el éxtasis de su deseo lesbiano. Esta imagen de un deseo húmedo y desenfrenado es importante destacarla frente al imaginario culposo, perverso y criminal con el cual se presenta generalmente el lesbianismo en las producciones de ficción.
Creo importante rescatar, en la ficción, esta insistencia en la fantasía de vidas que en la realidad mundana están generalmente asaltadas por violencias y abandonos. Algo similar a lo que ha ocurrido con la aparición de las infancias queer en personajes públicos como en las series de televisión La Veneno (creada por la pareja de Javier Ambrossi y Javier Calvo) o la serie Maricón perdido basada en la infancia del periodista Bob pop. En ambas series, escritas y dirigidas por personas disidentes sexuales, se presentan infancias difíciles, siempre llenas de sufrimientos pero que son reemplazadas por las fantasías que construyen los personajes para poder soportar su propia realidad. Si las vidas de estas personas estuvieron llenas de violencia y hostigamiento, la ficción al menos da un poco de justicia simbólica al momento de narrar de otro modo las vidas queer. Esta estrategia que ha sido realizada principalmente por disidentes sexuales, es un modo distinto de abordar el sufrimiento y hacer una crítica explícita a la violencia sistemática que viven mujeres y disidentes sexuales, inclusive en la ficción.
Por otra parte, el personaje de Sor Marina es interesante vincularlo en el contexto de las reivindicaciones feministas históricas, puesto que si bien las monjas representan la sumisión de las mujeres dentro de las estructuras eclesiásticas, no tenemos que olvidar que en una lectura queer de la historia, las monjas han representado también un tipo de ser mujer que se han escapado de la obligatoriedad de la maternidad biológica y del matrimonio civil. El convento significó un lugar de refugio también para estudiar y educarse, algo prohibido por muchos siglos para las mujeres. Sor Juana Inés de la Cruz, la monja y filósofa mexicana es quizás nuestro ejemplo más claro y concreto de la emancipación de las mujeres a través del ejercicio de la vida de clausura. En Chile tenemos a Sor Úrsula Suárez quien en el siglo XVIII fue una de las primeras escritoras de la colonia, como retrata el libro Insumisas. Diez chilenas vitales desde la disidencia de Camila González (pólvora editorial 2021)
En esta historia de Pam Berry sólo aparecen mujeres que desean a mujeres, diferentes tipos de vidas lésbicas, mujeres “ahombradas”, brujas, hijas lesbianas y un León calvo que salva la vida de nuestra protagonista. Todas vidas frágiles y descartadas por el sistema patriarcal que vivimos.
Esta obra es un homenaje al lesbianismo como política y como cultura y su estrategia está en volver a contar esta historia a través de los sueños y el mundo de lo onírico para decirnos que siempre hay otra posibilidad de narrar una vida ya que al final la realidad también es eso: una organización ficcional de modos de organización social que deben ser puestos en cuestión, nuevamente escritos, repensados, tachados, editados ya que sabemos que la vida real es tan aburrida y por supuesto triste sin ti, Pam Berry.
Londres, Octubre, 2022
Perfil del autor/a:
Biólogo y escritor disidente sexual