La obra se presentará el jueves 12 de diciembre en el Salón Lázaro Cárdenas, cerrando así las VIII Jornadas de Historia y Literatura Mapuche en Chillán, organizadas por la Universidad del Bío-Bío. La historia se basa en el asesinato de una abuela mapuche del Puelmapu ocurrido en 1993. “Es la historia de este femicidio aberrante, impune, en donde ya pasaron 31 años y todavía nadie ha respondido por este crimen”, afirma la actriz.
Cuando Soraya Maicoño llegó en 1997 a vivir en la comarca andina del paralelo 42, a unos 250 kilómetros del lugar donde nació, en lo que hoy se conoce como la Patagonia Argentina, habían pasado cuatro años del asesinato de Lucinda Quintupuray en esa misma tierra, en su propia casa. Era una zona cordillerana, con arroyos y árboles nativos, donde había vacas que daban leche, caballos que acortaban distancias, siembras.
Lucinda fue una abuela mapuche que tenía un campo de cientos de hectáreas en la Cuesta del Ternero, Provincia de Río Negro, y pertenecía a una familia que siempre pobló la zona. Ella misma le contaba a sus vecinos que recibía reiteradamente ofertas por su tierra, que ella siempre rechazó. El día 11 de enero de 1993, luego de diez años de haberse recuperado la democracia en la República Argentina, fue asesinada a balazos en su cama. Su crimen sigue impune.
Es su memoria la que inspira la obra “Lucinda: el silencio susurra secretos al oído que se propagan como el fuego en el bosque”, una obra de teatro unipersonal protagonizada por Soraya Maicoño y dirigida por Darío Levin. Fue la propia Soraya –actriz, cantora y recopiladora de cantos ancestrales mapuche– quien recogió los testimonios que inspiran el texto de la obra que llegará al Salón Lázaro Cárdenas de Chillán (Av. O’Higgins 250) este jueves 12 de diciembre a las 18:00 hrs, como cierre de las VIII Jornadas de Historia y Literatura Mapuche organizadas por el Programa de Interculturalidad Territorial de la Universidad del Bío-Bío.
Cuando hablé con Soraya Maicoño para La Raza Cómica, ella me preguntó si Violeta Parra había nacido en Chillán, la ciudad que visitará para presentar la obra y el lugar donde yo misma nací y crecí. “Casi”, le dije. Es para ella, como otra recopiladora de la tradición de canto popular, doblemente simbólico traer la obra a las tierras de Violeta.
–¿Cómo llegaste a interesarte por la historia de Lucinda y a convertir su memoria en una obra?
–Soy una mujer mapuche nacida en un pueblo mapuche-tehuelche del Puelmapu, lo que se conoce ahora como Patagonia Argentina. La historia de Lucinda empezó para mí cuando llegué a vivir aquí en el ‘97. En el año 93 habían asesinado a Lucinda en su territorio, en su casa. En el año 2009, diferentes organizaciones mapuche y diferentes comunidades recuperaron el territorio. Yo fui a acompañar esa reivindicación territorial y allí conocí a la familia de Lucinda, a sus sobrinas, que empezaron a contarme su historia, a contarme cómo parte de su familia había venido de Wallmapu, Chile, a quedarse en un sector que se llama Villa La Angostura, que es más hacia el norte, donde se les incendió todo. Entonces, en el año 1900, se trasladaron a esta zona cordillerana. Era una familia bastante numerosa, pero después que murieron los padres de Lucinda, sus hermanos y sobrinos se fueron retirando del campo y finalmente, para el año 1993, quedaba solo Lucinda viviendo allí, en una cantidad de hectáreas muy importante, en una zona cordillerana, con arroyos, con bosque nativo, donde ella tenía sus animales, sus vacas, sus caballos, sus siembras, sus frutales, una importante veranada. A partir del año ‘90 empezó a haber una exacerbación en la especulación inmobiliaria, en la posibilidad de ir apropiándose de ciertas zonas territoriales, y más si además estaban siendo habitados por personas de alguna manera vulnerables, ¿no? Para esa fecha, Lucinda era una anciana sola, de 79 años. Todo eso me cuenta la familia de Lucinda en esa recuperación, y ahí empieza la recopilación de esta historia.
–Tú eres recopiladora, ¿de qué manera incide eso en la creación de esta obra?
–Soy recopiladora de canto ancestral mapuche y de historias que tienen que ver no solamente con la espiritualidad o cosmovisión de nuestro pueblo, sino también con historias que tienen que ver con vivencias o experiencias de vida por ahí más singulares en torno a lo que fue la conquista del desierto y todas las consecuencias que aún hoy seguimos padeciendo.
–¿Y hay algún hecho específico que detone su escritura?
–Sí, yo siempre mantuve un vínculo con la zona de la Cuesta del Ternero, que es donde está ubicado el territorio del Lof Quintupuray, con diferentes hermanos y hermanas mapuche, con la escuela. Como actriz he ido a dar talleres y a hacer obras de teatro en muchas ocasiones. En septiembre del 2021 se hizo una nueva reivindicación territorial, que es el Lof Quemquemtrew, y en noviembre asesinaron a un lamuen, en el marco de esa reivindicación, y por supuesto que volvió a aparecer todo el miedo, la impunidad, la mafia, el enojo, porque todavía estaba en el recuerdo el asesinato de Lucinda. Entonces, con un amigo escritor, Dani Zelko, hicimos un trabajo de recopilación de testimonios sobre qué piensan los vecinos y vecinas de la Cuesta del Ternero sobre esta última reivindicación, y todas las personas que hablaban no podían dejar de nombrar a Lucinda Quintupuray. Y coincidió que me crucé con un gran amigo hoy, Darío Levin, director de teatro, actor, dramaturgo, y me ofreció dirigirme. Y yo le pregunto “¿Pero qué? ¿Qué haríamos?” y me dice “¿Cómo qué? Contemos el asesinato de Lucinda”. Yo hacía un mes que había terminado de escribir esta recopilación de testimonios. Tenía los primeros textos del año 2009, recortes de diarios, entrevistas a los vecinos y vecinas de la Cuesta del Ternero, así que, basada justamente en esa recopilación, hicimos este trabajo.
–¿Cómo ha repercutido la historia de Lucinda en la memoria?
–Te iba a decir que no tuvo una repercusión a nivel nacional, pero en realidad sí la tuvo, porque hubo un programa de ficción que se hacía en Buenos Aires, en donde actores muy conocidos a nivel nacional tenían un programa que se llamaba Sin Condena, en donde actuaban determinados hechos, episodios de muertes, de asesinatos, de robos, y tomaron este hecho y lo llevaron a una historia a nivel nacional. Entonces sí, no sé qué tanta repercusión habrá tenido en su momento, pero de alguna manera sí llegó a oídos de Buenos Aires, que es como el lugar en donde se desparraman todas las noticias, aún de episodios ocurridos en otros espacios territoriales o muy alejados.
–¿Y en la tierra de Lucinda?
–A nivel local aún sigue causando dolor y tristeza el asesinato de esta abuela, se sigue recordando tanto que la escuela del paraje se llama María Lucinda Quintururay. Se han hecho varias canciones contando quién era ella. Se la recordaba mucho por la valentía de vivir sola en el territorio: esa zona es un paraje donde hay casas muy distantes una entre otra… lo que más aglutina a todos los vecinos y vecinas es la escuela y Lucinda, para que te des una idea, vivía más o menos a dos horas a caballo de la escuela. Esa escuela está a unos 20 kilómetros del pueblo donde yo vivo. Entonces, realmente aún hoy se le sigue rindiendo homenaje.
–¿Qué es lo que encarna su memoria?
–Se ha convertido en una imagen de una mujer valiente, de una mujer decidida, de una mujer que amaba la tierra, sabia, que sabía cómo desenvolverse sola, carneando, agarrando los caballos, llevando sus vacas a las veranadas, volviéndolas a traer, haciendo quesos. Ella repartía quesos y era muy conocida por sus grandes quesos que hacía, y por lo rico que eran. Siempre que se la veía venir a caballo de lejos todos se alegraban, porque sabían que traía sus ricos quesos.
–¿Cómo se aborda la historia de Lucinda en la obra?
–Es un unipersonal donde contamos la historia de un hombre, un joven, que fue injustamente encarcelado y a quien quisieron acusarlo injustamente del crimen de la abuela Lucinda, siendo que eran de alguna manera parientes, y que la abuela de este hombre mapuche encarcelado había sido muy, muy amiga de Lucinda. En la obra relato los detalles, los pormenores, el derrotero del lamuen en prisión, por un lado, y por otro lado el recuerdo de la abuela con su ñaña Lucinda, de las vivencias que tuvieron juntas y lo injusto que es para el pueblo mapuche, sobre todo lo injusto que es ser mujer, anciana, mapuche, bruta… Estamos, de alguna manera, narrando un femicidio. Es la historia de este femicidio aberrante, impune, en donde ya pasaron 31 años y todavía nadie ha respondido por este crimen.
–¿Qué simboliza para ti hacer esta obra?
–Me parece un gesto de justicia. Nos parece, junto a Darío Levin, un gesto de justicia hacerle este homenaje a Lucinda. Es teatro situado, es teatro mapuche, tiene muchos elementos de nuestra cultura mapuche, de nuestras formas, de nuestros gestos, de nuestros tiempos, de nuestro ritmo, y realmente estoy muy, muy agradecida de haber sido invitada a estas Jornadas de Literatura y Arte Mapuche, convocada por la Universidad del Bío-Bío y por Maritza Aburto, que es la profesora que tiene a su cargo este encuentro. Agradezco poder compartir con otros poetas, por compartir con investigadores e investigadoras sobre el teatro mapuche del Puelmapu y poder instalar también que tenemos nuestra propia forma de hacer teatro.
Las VIII Jornadas de Historia y Literatura Mapuche se realizarán los días 11 y 12 de diciembre de 15:00 a 17:00 horas en el Auditorio Miguel Jiménez Cortés de la Facultad de Educación y Humanidades de la Universidad del Bío-Bío, Campus La Castilla, sede Chillán. La presentación de «Lucinda» será gratuita, previa inscripción en el siguiente enlace.
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