El sábado 7 de diciembre fui a ver el documental La Joia de Bad Gyal en el Festival In-Edit, en el Teatro Nescafé de las Artes. Llegué con la emoción de siempre, pero también con curiosidad. ¿Qué podía contarme un documental sobre una artista que, según algunos, «no canta», pero que, para otros (como yo), es un ícono total? Lo que vi superó cualquier expectativa: un retrato honesto, sin adornos, que me hizo entender el peso de ser Bad Gyal, de ser artista, y de ser humana, todo al mismo tiempo.
Sentir lo que siente Bad Gyal
Al ver La Joia, sentí estrés. No mío, sino el de ella. Esa sensación en la guata de que las cosas no salgan como quieres, esa frustración de trabajar tanto y sentir que algo podría fallar en cualquier momento. Me transmitió todo eso. Cada escena me mostró lo difícil que es sacar un disco, lo que implica coordinar con un equipo que no solo trabaja contigo, sino que muchas veces te tiene que contener emocionalmente. Y claro, a los fans nos encanta exigir: «trabaja perra, saca el álbum». Pero olvidamos que un álbum es como cualquier proyecto grande de nuestra vida, como hacer la tesis o entregar algo importante en el trabajo: se necesita tiempo, paciencia, y un montón de esfuerzo.
Lo que más me llamó la atención fue que el público en la sala parecía tan fanático como yo. La mayoría iba vestidos/as como ella: brillos, looks atrevidos, una estética muy Bad Gyal. Era obvio que este no era el público típico de un festival de cine, y eso fue lo lindo, porque el documental trajo a mucha gente nueva a este espacio. Además, el ambiente estuvo increíble: risas en los momentos chistosos, respeto absoluto en los momentos serios. Fue bacán vivir esa experiencia con otras personas que aman lo mismo que yo.
Lo real también conecta
Hay una escena que se me quedó grabada: el momento en que Bad Gyal pierde sus cigarros de marihuana y hace una pataleta. A simple vista parece algo superficial, pero detrás se nota todo el estrés que cargaba en ese momento. ¿Cuántas veces nos hemos frustrado por algo pequeño porque, en realidad, estamos a punto de explotar? Ella decidió no cortar esa escena del documental, lo que demuestra lo transparente que quiso ser. Podría haber pedido que no se mostrara, pero no lo hizo, porque eso también es parte de su proceso creativo.
Esto me hizo pensar en lo mucho que se le critica por no ser cercana a sus fans, por ser «fría». Pero acá queda claro que sí le importa su público. Y no solo lo piensa, lo vive. Es imposible no conectar con eso durante el documental.
Más que una voz, una propuesta
Bad Gyal no es solo música. Ella representa algo más grande: un estilo, una estética, una actitud. Desde sus canciones hasta su forma de vestir, todo está pensado. Y eso no es casualidad. Me di cuenta de que todo lo que hace está cuidadosamente planeado, y eso incluye cómo quiere ser percibida.
En el documental queda clarísimo que ella entiende su carrera como algo integral. Su música va de la mano con los videoclips, las fotos, los vestuarios. Nada está hecho al azar. Y creo que ahí está su magia: en cómo logra que todo se sienta auténtico. Quizás no tenga la voz más potente del mundo, pero su impacto no depende de eso, sino de cómo comunica, algo que muchos artistas no logran.
La relación especial con Chile
Chile y Bad Gyal tienen una relación que va más allá de un par de conciertos. Desde que debutó acá en el Club Subterráneo y en Lollapalooza, hasta llenar el Movistar Arena, ha construido un público fiel. Y no es para menos: ha trabajado con artistas chilenos como Polimá Westcoast y Standly, y ha participado en momentos clave de nuestra escena musical, como el Primavera Sound. Además, fue emocionante saber que este estreno de La Joia en el In-Edit fue el primero fuera de España.
Lo que aprendí de La Joia
Más que un documental, La Joia es un recordatorio de que ser artista no es fácil. Muchas veces como fans nos volvemos exigentes y olvidamos que detrás de cada canción, videoclip o concierto hay personas trabajando 24/7, lidiando con sus propios problemas y emociones. Ver esto me hizo reflexionar sobre lo mucho que damos por sentado.
Creo que este tipo de documentales son necesarios para entender mejor qué hay detrás de lo que consumimos. Sería bacán que otros artistas como Cris MJ o Paloma Mami mostraran su día a día, para que como fans podamos empatizar más y criticar menos desde la comodidad de nuestras pantallas.
La Joia reafirma algo que siempre he sentido: Bad Gyal no busca ser perfecta, busca ser real. Y eso es lo que más admiro de ella. A veces no necesitamos la mejor voz o los hits más elaborados; necesitamos artistas que se atrevan a ser honestos, que nos muestren que detrás del brillo también hay momentos difíciles.
Bad Gyal es una artista que deja huella, no solo por lo que hace, sino por cómo lo hace. Y aunque siempre habrá críticas, lo importante es que ella sigue construyendo a su manera, sin perder su autenticidad. Eso, para mí, es lo que la hace tan especial.
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