1245: Crónica de la tierra inhóspita (Invertido Ediciones, 2024) es un libro que se sumerge en la complejidad de la identidad lésbica con sensibilidad y honestidad. En él, la protagonista emprende un doble viaje, interior y físico, enfrentándose a sus temores y fantasmas mientras busca entender su lugar en el mundo. “Para mí la escritura, en términos de cómo fluye en el cuerpo, es un acto de liberación”, dice la escritora y directora teatral.
Realizar esta entrevista no fue fácil. Beatriz Díaz Reyes (Santiago de Chile, 1993) es de esas peculiares personas que responde solo una vez al día sus mensajes de Whatsapp. Sin embargo, cuando logra teclear devuelta pareciera que todo ese tiempo estuvo buscando las palabras y emojis perfectos para hacer sentir a su receptor que todas esas horas de espera valieron la pena.
Profesora, directora teatral, dramaturga, música y escritora, Díaz Reyes vive muchas vidas en un solo día. Algo muy similar a la protagonista de su obra 1245: Crónica de la tierra inhóspita (Invertido, 2024) quién no tiene un nombre, una historia o un rol claro en la tierra, por lo que deberá recorrer un camino de oscuridad y peligros con el fin de «encontrarse» –léase de la manera menos new age posible– en un mundo en ruinas.

–Una primera versión de 1245 obtuvo un lugar destacado en el Premio Roberto Bolaño, ¿en qué se diferencia esa versión con la final?
–Hubo varias cosas que cambiaron, en realidad. De partida, esta versión final tiene más días, mientras que la otra era más corta. También el enfoque, porque con Florencia, la editora, trabajamos tintes de literatura colonial, las cartas, y eso tampoco estaba en la primera versión.
–¿En qué contextos escribiste la obra?
–Fueron dos momentos distintos: el primero fue en un proceso personal, con temas de relaciones de pareja que se estaban rompiendo, otras que llegaron, otras que se rompieron de nuevo y así, un proceso de autodescubrimiento, de asumirse, salidas de clóset que lamentablemente hay que hacer. Y también un proceso en términos de escritura, ya que siempre me gustó esto de mezclar los géneros. Nunca me ha hecho sentido que sea solo una cosa, entonces también estaba en esa búsqueda de cómo se podían mezclar todos los géneros posibles que a mí me gustaban para generar un texto.
–En el libro nunca se dice por qué tiene esa fecha el título. Entonces, en mi manera de poder investigarlo, googlié “1245” y me arrojó qué significaba en el mundo espiritual: «Mensaje de los ángeles sobre seguir teniendo fe y confianza en los cambios que se están contemplando a hacer». Lo encontré increíble.
–¡No lo sabía! [se ríe]. Está bueno ese dato, lo voy a guardar. La fecha en realidad es una mezcla de números personalmente importantes, solamente… pero eso que me dices está bueno, voy a cambiar mi respuesta de ahora en adelante.
–De hecho, busqué el significado espiritual de la fecha porque leí que algunas partes del libro las soñaste, así que en mi cabeza tenía todo el sentido que siguieras esa línea.
–Sí, es que creo que para mí la escritura es un acto de liberación. O sea, obviamente también tiene toda esta parte técnica y teórica, pero en términos de cómo fluye en el cuerpo tiene que ver con liberarse de cosas. Me pasaba con los sueños que de verdad de repente visualizaba ciertas imágenes o ciertos personajes y después eso se transcribió, tratando de generar con el lenguaje eso que yo había visto.
–Tal y como dices, el libro tiene esa parte bien abstracta que hace que uno conecte, pero no necesariamente con el texto mismo sino que con emociones que traen las imágenes. Ciertas imágenes, de hecho, me recordaron a la frase “Born to blossom, bloom to perish” [Nacida para florecer, florecer para perecer] de “What you waiting for?” (2004) de la cantante Gwen Stefani, en especial cuando la protagonista reflexiona: “Habito en lo alto, pero el descenso determina mi existencia y viva o muerta seré parte de esta Naturaleza perfecta” (pág. 30). Entonces, me gustaría preguntarte: ¿Cuál es la relación del relato con las imágenes de muerte y sensación de perecer? Y, en ese sentido, ¿a qué apunta el sentimiento de pérdida y búsqueda del relato?
–Para mí la muerte es una especie de renacimiento. Al mismo tiempo, me gusta mucho la naturaleza, donde todo muere y renace todo el tiempo. En el libro, mi idea era tocar el tema de la muerte desde un lugar no solo físico sino que también metafórico, porque la protagonista muere muchas veces o siempre está en agonía, ya que en el fondo creo que la protagonista está buscando llegar al final para poder empezar de nuevo, para poder renacer, para despojarse de lo que ya tenía, cerrar ese ciclo y empezar uno nuevo.
–Suena doloroso de escribir, no sé cómo fue emocionalmente para ti. Pensaba incluso a quién se lo podría recomendar y sólo se me ocurrió que a alguien que quiere seguir sufriendo.
–¡Sí! [se ríe]. Yo creo que, de repente, hay procesos que son dolorosos nomás. Siento que este sistema igual nos impone ciertas reglas, nos impone ciertas formas de relacionarnos y creo que, de alguna forma, eso es lo que hace que suframos más. Este libro está atravesado por algunas cosas que tenían que ver con mi vida sentimental en ese momento, mis cuestionamientos respecto a cómo me vinculaba con la gente, de cómo establecía relaciones, qué esperaba, qué no, y también está esta cosa más personal de salida de closet, que yo la hice cuando tenía 17 años y el libro lo escribí después, pero siento que tenemos muchas salidas de closet a lo largo de nuestra vida y esos son procesos dolorosos. Entonces el libro es ese viaje, de estar ahí en esa nebulosa, de caer, de subir, de lograr alzar el vuelo sola, sin esos prejuicios, sin esas ideas preconcebidas de cómo debemos vincularnos, cómo tenemos que ser, cómo tenemos que sentir y cómo tenemos que vivir, y empezar ese viaje sola.
–Cuando leí 1245 pensé en que existen muchos libros de autoayuda, pero la mayoría obvia las partes oscuras del proceso de sanación. Éste, en cambio, cuenta precisamente eso: cuando estás en la caca y tienes que atravesar todo eso para estar mejor.
–Claro, precisamente. Es sombrío pero también hay partes luminosas, por ejemplo, en el relato existen personajes que le dan un poquito de esperanza a la protagonista y también generan imágenes con las palabras que suavizan un poco la temática.
–Te quería preguntar precisamente sobre esos personajes. El rey, los animales nocturnos, el alfil, el espectro y la ilusionista, ¿qué representan en el viaje por la caca de la protagonista?
–La protagonista es el espectro: los animales nocturnos, el rey, la ilusionista y el alfil, todos son de alguna forma la misma persona. También hay que pensar a estos personajes como el pasado, el presente y el futuro de la protagonista. En el caso de la ilusionista como tal, es como esa lucecita de esperanza que se vincula afectivamente con la protagonista y que después –cuando la protagonista empieza a ver que las cosas cambian y que todo ese destello, ese ilusionismo, esos artificios que se suponía que estaban ahí, ya no están– hace que tenga que arreglárselas sola. En el fondo son etapas, es pensar esto de que iniciamos el camino juntas, estamos bien, mariposas, arcoíris, seguimos, nos damos cuenta de quizás las cosas no están bien, ni conmigo, ni contigo, ni entre las dos. Ese proceso de separación, que termina siendo medio sombrío, está ligado a enfrentar esos mismos temores, esos fantasmas, esas voces, y avanzar, continuar el viaje sola, que vale la pena igual.
–Comentaste que este libro se conecta con tu salida del clóset, ¿de qué manera?
–Principalmente por los personajes que tiene y el viaje, que por muy metafórico que sea todo igual sí tiene algo de autobiográfico. Creo que inevitablemente se colaron ahí varias cosas, varios personajes tienen algunas características o partes tanto mías como de otras personas con quienes estaba en ese momento.
–¿Sientes que este libro cambia de alguna manera el relato lésbico que se tiene, tanto a nivel local como internacionalmente?
–Sí, yo creo que sí, o al menos aporta a tener más representaciones. No sé si llamarlo representaciones más positivas, porque tiene este dejo de angustia existencial, pero creo que igual es importante mostrar esa otra cara. Casi siempre pasa en las películas, series o libros que si las protagonistas son lesbianas se muere una, o las dos, o una se casa con el primo de no sé quién. Esas cosas perpetúan la idea de que esto está mal, que merecemos ser castigadas, que no tenemos que vivir felices. En el caso del libro, uno puede decir que no se queda con la ilusionista, pero se queda con ella misma, habla del amor de otro lugar y eso pone sobre la mesa la forma en que nos vinculamos en especial las lesbianas.
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