Cantar al ritmo de la calle: sobre Cancionero de Patricio Contreras Navarrete

julio 10, 2025
-

Mi primer acercamiento a la poesía de Patricio Contreras fue a través de Calle abierta (Balmaceda Arte Joven, 2016). Un libro que ya nos mostraba a un poeta con la oreja pará: atento a lo que se habla, para poder, desde ahí, hacer memoria. Una memoria que tiene mucho que ver con lo colectivo. Y este colectivo como una suma de intimidades. Una oreja que registra la historia íntima y la del barrio.

Posteriormente, hace tres años, llegó a mis manos la edición cartonera de Bolero (La Vieja Sapa Cartonera, 2022),un adelanto del cancionero que nos reúne hoy. Cuando vi el título, pensé en que Patricio estaba viviendo en Valparaíso, recordé su oreja pará, atenta, y me dije: obvio. El puerto suena a bolero: trasnochado, con la risa al borde del llanto, con la miseria escondida en las quebradas para que el turista tome fotos bonitas. Y si la oreja de Contreras está siempre pará, su ojo está siempre puesto lejos del centro, ahí, en esa quebrada oculta a los ojos del turismo.

Pero bueno, vamos al libro que aquí nos convoca: Cancionero (Editorial Ultramarina C&D, 2025). Para hablar de él, quisiera retomar esta idea de la memoria colectiva. La poesía de Contreras es muy consciente del lugar desde el cual enuncia. Se posiciona desde esta escucha atenta a la calle, y por ende, a lo popular. Muchas de las canciones que aparecen referenciadas de manera más o menos directa en este libro fueron parte del cancionero de nuestra infancia. Desde el cassette o la radio sonando un domingo en la casa materna, hasta los cancioneros que encontrábamos en las ferias libres, con sus acordes simplificados para que pudiéramos cantar canciones de la Violeta, de Los Prisioneros, de Los Miserables o de Víctor Jara. Contrabando popular fotocopiado y hecho a pulso por el puro amor a la difusión de estas letras. Entonces, no es casual el título elegido por Contreras para su libro. Viene cargado del deseo de compartir lo propio para hacer memoria popular. Que lo escuchado y volcado luego a la escritura pase de mano en mano, que aprendamos estos poemas y los cantemos al calor de una mesa, reconociéndonos también en ellos. Nos invita el poeta en uno de sus Cuadernos de composición a “un espacio íntimo / donde podamos / entendernos.” También a pensarnos y cuestionarnos, agregaría yo.

En el poema Av. 10 de Julio, resuena como un estribillo la pregunta “y tú: ¿cuánto vales?”. El cuerpo mercancía. La sobrevivencia, una lucha de todos contra todos. Todo tiene un precio, solo que algunas cosas tienen un precio más alto. La urgencia del hambre solo permite pensar en devorar. Lo que sea. Devorar. Consumir o ser consumido. A lo largo del libro, son numerosos los versos que hacen una crítica abierta a la sociedad capitalista. Y el poeta nos advierte que se dispone a cantar su canción: “la canción / de los cuerpos contra el cemento”. Así, frente a un sistema que fagocita de la fuerza de trabajo de estos cuerpos, reduciéndolos según su utilidad, que ahoga y agota sus vidas con el consumo como único fin, Contreras nos propone la ternura como forma de resistencia, alejada de cualquier forma de propiedad: “nada hecho por amor / nos pertenece”. Nos propone también la poesía como su lenguaje predilecto, cito: “Pero amo / y la lengua arde / y el lenguaje me parece / un puente de madera / siempre a punto de incendiarse”. Un incendio que crece de adentro hacia afuera, de lo íntimo a lo público. Una rabia que existe por nuestro deseo de amar (“No hay más amparo / que el amor y la rabia / siempre unos contra otros”, nos dice). Un fuego que abrasa al lenguaje, ese puente que une lo que estaba separado. Recuerdo aquí los versos de la poeta iraní Ghazal Ghazi, cuando dice: “el ancestro del puente es la separación”. Los poemas de este libro son entonces ese puente que busca unir el tejido social rasgado en dictadura, volviendo a poner a la palabra como punto de encuentro y unión. Como una canción entonada en mitad de la noche.

Cito: “No hay Dios en estas páginas / pero todo este amor reunido / es un fuego que habla y canta”. Se nos recuerda en estos versos que el poeta no viene de ningún olimpo, ni escribe desde un púlpito. Destaco, llegado a este punto, la ética que existe en la poesía de Contreras. Ética comprendida como compromiso con y desde el territorio y las personas que lo habitan. No es el iluminado que busca dar lecciones, mucho menos una autoridad. Desde ahí me atrevería a decir que la poesía de Patricio es una poesía social más que política. Rehúye, aquí, de cualquier verticalidad. Como contraparte, se torna voz colectiva, se aleja del yo y se vuelve un nosotros: “escribimos entre jornadas agobiantes / sin romper la red que hemos tejido / mano a mano y pueblo a pueblo / hasta que no valga la pena competir / hasta que brille todo lo destinado a brillar”. Consciente del oficio y de que el poeta forma parte de una tradición, la hace suya (Cardenal, Mistral, Safo, Sor Juana, Weil), desmantela la lógica neoliberal de la competencia para proponer, en cambio, la cooperación entre pares. Nos advierte que el brillo individual es solo engaño para las urracas. Que de nada sirve la palabra reservada al juego del ego. Que de esta se sale entre todos y todas o no se sale. Que lo realmente importante es: “tomarnos las manos y ver crecer / las flores en el cementerio”.  

Ismael Rivera L.

Mayo 2025.

AUTOR/A/ES
POR 
Ismael Rivera
Poeta, cantor y editor. Ha publicado los libros de poesía Rincones (2010), Desbautízame (2015), Tizne (2019) y Colonia penal (2023). Bajo el nombre de Isma Rivera, ha publicado los discos de poesía musicalizada Desbautízame y La última cena de los buitres.
SÍGUENOS
CATEGORÍAS
AUTORES
ARTÍCULOS RELACIONADOS