Macarena García: “Creo que una casa nunca es algo personal, es también un nido para otros, como la escritura”

julio 16, 2025
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La autora de “Ensayos de una casa” (Alquimia Ediciones, 2024) repasa su mirada sobre el género y  la escritura como práctica cotidiana. “Confío en que lo que quiere ser escrito se  escribe antes o después. Si tiene fuerza llega a existir.  Muchas cosas pierden la fuerza en el camino, seguro porque no la tenían. Escribo, en fin, mientras tanto… Ese es el lugar que tiene la escritura en mi vida: mientras tanto”, cuenta la narradora, poeta y editora de Mundana Ediciones.

Hablar del libro de Macarena Ensayos de una casa es volver al verano. Un poco de playa en el sur, el viento frío, la arena negra. Una ruta en bus. Un tiempo raro, lejos de lo que es justamente el objeto de las palabras aplicadas en este conjunto de siete ensayos: la casa. ¿Se puede hacer casa en otro lugar cuando se está en ruta? Al final, donde se llega, siempre podría haber cama, sillón, mesa. Si bien no son los enseres propios, en su uso cobijan la subjetividad de lo que va pasando en ese momento. Los objetos se tornan base para la estadía, aunque sea breve.

Pensar en este libro me hace especular. Se nota. También recordar el contexto de su lectura que se vuelve difuso, borroso, por eso mismo acudo a algunas de las citas que marqué. Parto justamente por una que refiere al ensayo y que se vincula con la primera especulación: “el ensayo, como la poesía, es una forma de escribir que, a diferencia del argumento o las necesidades de una narración, se permite dejar el vaho del pensamiento sobre el lenguaje”, dice. Y sigue -en otro fragmento marcado en lápiz tinta-: “el ensayo nos invita a practicar, mientras se pueda, el arte de perdernos, para desorientarse en el pensamiento y dejar que las imágenes nos desvíen del camino”.

Me quedo en el desvío de que el libro se muestre en otros destellos que apunté de él:

-“Hay ocasiones en las que la realidad se nos presenta (…) como una resaca inmensa”

-“Un libro podría ser una ventana dibujada con tiza sobre un papel” y -en las manos- “un muro frente a los demás. Un muro que puesto ante mis ojos me permitía aislarme”.

-“¿No se parece la forma de una página a la forma de una cama?”.

-“¿Cuánto es el mínimo que necesita una casa para llamarse casa?”

-“También los libros se parecen a las puertas (..) Y el momento de cerrarlos será el momento, también, de olvidarlos, que es acaso un modo de recordarlos: dejar que ingresen en la casa de la cabeza para que las impresiones que dejaron se fundan con las experiencias que acompañaron o que en una de esas su lectura propició”.

Macarena García Moggia publicó los libros de poesía Alabas (Edicola, 2016), A un elefante (Cuadro de Tiza, 2024); la novela Maratón (Cuneta, 2017), y el ensayo La transparencia de las ventanas (Ediciones UV, 2022). 

Primero conversamos con Macarena como parte del programa La Fuente de UCHILE TV y Radio Universidad de Chile.


Luego seguimos por mail con estas preguntas que ella respondió. 


***

-¿Cómo surgió la idea de este libro que recorre espacial, simbólica y sensiblemente tu experiencia con un espacio tan cotidiano como nuestra casa?

Creo que surgió escribiendo, primero un ensayo, y luego otro y luego otro en la misma línea, y entonces pensé que tal vez fuera esta mi propia “casa por la ventana”, que era un poco la circunstancia en la que fueron escritos. Fueron tiempos de muchos cambios y de una escritura muy, muy apegada a mi vida cotidiana, es decir a lo que tenía cerca, tan encima que ni ves.

-El libro se sitúa en el género del ensayo literario, ¿cómo describirías este género?, ¿qué definición te acomoda? 

Es curioso que nos planteemos esta pregunta, porque definir un género es algo muy difícil. O sea, cada vez que se escribe se define. Lo mismo la poesía, lo mismo la novela. Los géneros, pienso, son un conjunto de procedimientos que se inventan un poco cada vez. Después vemos dónde se guardan, en qué cajón se acomodan. Dicho eso, me interesa pensar el ensayo como un cierto movimiento de la prosa que transita y prueba, tantea y arma camino. Que se arroja a paso firme tras las intuiciones, les sigue el hilo sin saber bien dónde irá a parar. Me atrae la escritura como descubrimiento. La posibilidad de asociar lo que el pensamiento no había asociado. La escritura activa esa posibilidad. El pensamiento mudo es más tieso.

-En el libro revisas/recorres ciertos espacios, describiendo algunas cosas -cotidianas y trascendentales- que suceden allí. ¿Cómo elegiste estos espacios? 

Fueron apareciendo. Sobre todo los primeros: la cama, la mesa, el muro… luego pensé en el techo, las puertas, los suelos… En el fondo, se trata de una serie de verticales y horizontales que constituyen algo así como la madeja de nuestros ajetreos vitales.

-La mayor parte de los textos del libro se vinculan con la escritura. ¿Dónde y cómo escribes tú?

Me pongo darle vueltas a ciertas cosas, tomo notas continuamente sobre muchas cosas al mismo tiempo, converso con ellas. Al final terminan escribiéndose, o no. Confío en que lo que quiere ser escrito se escribe antes o después. Si tiene fuerza llega a existir. Muchas cosas pierden la fuerza en el camino, seguro porque no la tenían. Escribo, en fin, mientras tanto… Ese es el lugar que tiene la escritura en mi vida: mientras tanto.

-¿Qué aspectos puede revelarnos ponernos a reflexionar sobre estos espacios tan cotidianos que a veces pasan desapercibidos?

Son ellos mismos los que nos hacen reflexionar de cierto modo. Cada espacio esconde una disposición del cuerpo y por lo mismo una experiencia del pensamiento: no es lo mismo estar sentados en una mesa que acostados mirando el techo. Se piensa distinto, son otras imágenes las que aparecen. Porque el pensamiento, es la idea que tengo, no es algo separado de las circunstancias en las que emerge. Está tan atado al cuerpo como al mundo que nos rodea. Otra cosa son las ideas, que aparentan ser más abstractas. Por eso es linda la historia de las ideas: imaginarse a Marx escribiendo El Capital acostado en la cama muerto de frío cambia las cosas encuentro yo.

-Volví a mirar el libro para la entrevista -olvido todo tan rápido- y acudí a las marcas que hice, a mis citas que son un reservorio de pasado para volver a encontrarme con lo que hizo sentido del libro. Muchas de estas marcas son preguntas. ¿Cómo piensas esto de poner preguntas en los libros?  

Ah mira, no lo había pensado. No suelen gustarme mucho los signos de interrogación. Es la puntuación que menos me gusta, quizás. O no: los tres puntos me gustan menos. La cosa es que una pregunta, cuando es pregunta, mejor formularla. No todo ensayo es una pregunta, en todo caso. Es un recorrido. Por eso preguntar es medio leso, porque al final impide perderse y llegar por magia o azar a descubrir lo que preguntando no habríamos descubierto. Y eso se parece más a la felicidad. 

-Algo hablamos en la entrevista que hicimos para La Fuente de UCHILE TV. ¿Qué lugar o lugares ocupa la infancia en este libro?

Imagino que el lugar que ocupa la infancia en nuestra vida cotidiana. Igual, como tengo hijos y la casa es el espacio de los niños, supongo que verlos a ellos moviéndose en ella activa continuamente mi memoria. No es raro. Los niños suelen devolvernos los niños que fuimos. O no fuimos. La casa activa el flujo de los recuerdos difusos, de las imágenes tempranas, anteriores a los relatos que el mundo nos ha empujado a contarnos. No por nada ha sido utilizada como una metáfora de nuestro aparato psíquico. Creo que una casa nunca es algo personal, es también un nido para otros, como la escritura.

-¿Hay algo en la literatura actual con las casas? Está, por ejemplo, lo de Cynthia Rimsky con Clara y Confusa, la reparación, el plomero; En Obra por Mundana; luego lo de Gordon Matta Clark y otra forma de “construir/destruir” una casa… ¿Es un tópico emergente? ¿Ves alguna propuesta o mirada nueva sobre este espacio?, ¿será un residuo de la pandemia? 

Supongo que la casa suele ser el lugar donde escribimos quienes dedicamos un tiempo a hacerlo, ¿o no? Quiero decir que en alguna parte uno instala un sillón, una silla, una mesa, una cama o lo que fuere, y ahí conversa consigo mismo. Ahora, no es lo mismo, por cierto, quedarse en casa que no poder salir. Es muy distinto. ¡Es incluso lo contrario! Como sea, es posible que una casa tenga la forma de un deseo, y un deseo es algo esencialmente vacío que llenamos continuamente de cosas, de recuerdos, de imaginarios. Cynthia Rimsky y Matta Clark son dos artistas que hablan un poco de eso y cuya obra admiro inmensamente. 

-Tú encabezas un proyecto editorial que se llama Mundana. Cuéntanos cómo ha sido la experiencia de sostenerlo. 

Mundana nace acá en Viña el 2017, junto a Constanza Jarpa y Fernando García. Hoy día funciona en mi casa -de nuevo-, Constanza y Fernando se fueron a vivir a España y aunque seguimos haciendo cosas juntos, se han ido sumando otras personas, amigas, amigos, amores. Yo quisiera imaginar Mundana como una editorial de barrio. Una manera de salir a jugar con lo que a uno más le gusta, que son los libros.

-¿Qué próximos proyectos editoriales vienen por lo pronto?

Poesía, estoy preparando un libro de poesía que escribí hace mucho tiempo y que es un poco hermanito de los Ensayos de una casa. Se titula La medida y el azar. Es un libro más íntimo, más frío también, quizás. Me alegra saber que pronto andará por ahí.   

AUTOR/A/ES
POR 
Francisca Palma
Nortina y hospiciana. Periodista, funcionaria pública y bordadora. Autora de Iquique Glorioso (Editorial Radio U. de Chile, 2016) e Iconoclastas (Navaja, 2024).
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