Prefacio del libro “El Lector en su Paraíso. Diccionario de una Biblioteca Imposible”, de Jacobo Zanella

julio 22, 2025
-

Pablo Duarte, ensayista y editor mexicano, abre las páginas de este  libro publicado por Ediciones UACh. Jacobo Zanella, editor en Gris Tormenta de México, dedica este libro “a los lectores que entran a un libro esperando encontrar otros libros, otros autores, referencias, fragmentos, ideas, series, conexiones, colecciones, cánones, antologías, piezas faltantes, catálogos…”.

Deténgase.

No lea este prólogo.

O por lo menos no sin antes haberse detenido un tiempo largo en las páginas del libro.

Es más, si de algo puede servir este punto de partida que sea para advertirle que hará bien en entrar de una vez en este Diccionario de una biblioteca imposible, y que lo haga sin empacho, sin remilgos.

Quizá sienta la aprensión que provocan los saltos al vacío, porque todo libro es un poco una apuesta contra lo desconocido, contra la nada.

Pero hay libros, como ese que Jacobo Zanella construyó y ahora publica, que recompensan el arrojo con algo más que el placer de la lectura. Pero de nada sirve describirla si la experiencia está dispuesta para usted al pasar de unas cuantas páginas.

Por eso, deje aquí este texto preambular. Piérdase en la erudición despreocupada de ese libro.

Es más: abra al azar el libro y lea.

Es una sugerencia, aunque no lo parezca.

Vuelva usted después aquí, si así lo desea.

Mística de las listas

Las listas son un caso peculiar. Son método y son objeto. Son la conclusión y el  procedimiento para llegar a ella. Una de las muchísimas variantes que tiene la realidad para salir de la uniformidad del desorden y los azares. Patrones, repeticiones, enumeraciones, sucesividades: es posible arriesgar una taxonomía, o distintas clasificaciones de las posibles listas. La rareza de ese fenómeno asemeja al virus, que es casi ente vivo y al mismo tiempo no lo es. Y como estas partículas de material vital, las listas están por todos lados. Gire el rostro. Enfoque la mirada. Ahí hay una. Cierre los ojos y mueva el torso completo varios grados hacia la izquierda, al tiempo que inclina la cabeza en dirección contraria. Abra los ojos y verá, después de unos segundos, que ahí hay otra. En este mundo pletórico de objetos, las listas son una de las muchas maneras en los que estos se presentan ante la perspectiva. Habrá quienes consideren que la lista es un aporte de quien percibe, y no una cualidad de los objetos en conjunto. Palabra de ellos. Somos otros quienes no tenemos la certeza clara al respecto y pugnamos por sostener las dos ideas en la mente al mismo tiempo: ajenas y propias; independientes y creación nuestra. Las listas también son una cuestión de fe.

No estoy seguro de que Jacobo Zanella suscriba esta mística particular frente a la lista como fenómeno reverencial, pero es evidente lo aguzado de su percepción. Además de ser un lector omnívoro, es un editor de convicciones e inteligencia. Personifica esa cualidad que abunda en las mentes editoras: la generosidad para compartir hallazgos y la capacidad de estructurarlos de tal forma que uno siente que participa con él del descubrimiento. Así sucedió en Escuchar la nieve, su compilación de fragmentos hallados en libros y que suman un catálogo de pasajes que colman los sentidos, en particular el de la vista: un álbum en el que el autor no escribe ni una palabra, cede la voz, escucha junto a nosotros el transcurrir de las imágenes. Y así sucede con este fascinante ejercicio de espeleología textual: listas de libros halladas en libros.

Para los devotos de la mística del listado, este sitio se convierte en un destino reverente. Porque como se decía en un principio, las listas son conclusión y procedimiento. Y un diccionario de listas dentro de libros es también una educación de la mirada. Una manera de aprender a leer de nuevo. O una manera de leer dentro de la lectura misma. Quizá de eso se trata la labor del editor: ayudarnos a ver el mundo. O más aún, a percibir las sugerencias de una realidad profusa y densa —luciérnagas en una maleza oscura; susurros en medio del estruendo.

Guy Davenport, que contribuye dos listas a este diccionario, fue un polímata nacido en Carolina del Sur. Conocedor de tradiciones varias, traductor y hábil vinculante de conocimientos dispersos, escribió un ensayo. Uno de muchísimos. Y ese ensayo fue incluido y dio título a un libro de 1987. El nombre del libro y del ensayo nos revela una verdad fácilmente pasada por alto; una que este libro ejemplifica, enfatiza y problematiza. La frase original es esta: «Every force evolves a form». Una versión posible al español sería: «Cada fuerza genera una forma». Las fuerzas, esos ímpetus misteriosos que animan a la creación, que provocan que haya algo en vez de nada, generan una forma consecuente y particularísima. El postulado que enuncia el título, resonante de filosofía clásica, está  puesto en juego en este Diccionario. Este libro, de alguna forma, es la expresión de esa fuerza singular: la percepción privilegiada de quien puede ver listas donde uno solo ve palabras. Porque, lo sabemos quienes creemos en su autonomía, la lista es el resquicio por el cual se accede a un mundo. Mundos dentro de este mundo; mundos dentro de los prolíficos mundos del lenguaje.

***

Pablo Duarte (Ciudad de México, 1980) es ensayista, locutor, corrector, guionista, traductor, ilustrador y editor. Ha colaborado con diversos proyectos editoriales impresos y digitales, programas de radio y artículos para medios culturales y literarios como la revista Letras Libres, donde fue editor digital. Es autor de Ilegible (2021), El internet de las cosas (2017) y ha participado como autor y editor en diversas antologías literarias.

ARTÍCULOS RELACIONADOS