Gerundio: “Partí escribiendo para sobrevivir a mis propias heridas, pero me di cuenta de que lo que estaba escribiendo no era solo mío”

septiembre 10, 2025
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Tras presentar el 2023 “Dejaste que me quemara y ahora somos cenizas en el suelo”, el artista visual, performer y escritor, Gerundio, regresa con un nuevo volumen. Se trata de “Cuando mis cenizas regresen al mar volveré a ser sirena”, que se lanza el próximo sábado 4 de octubre en Casa Taller Teatro Sur. Gerundio se presenta como una voz marica inquieta y salvaje, que desde su VIHtácora escribe una biografía sin etiquetas, donde el virus es tinta vital y no limitación.

Los recuerdos y las memorias cambian. Evolucionan. Eso es parte de lo que queda reflejado en el libro “Cuando mis cenizas regresen al mar volveré a ser sirena”, nuevo libro del artista y activista, integrante del Colectivo Mar y Cueca, Gerundio, que se lanzará en octubre. El libro reúne diversos registros como la poesía, el ensayo y el diario de vida. 

Como segunda propuesta escritural, su autor honra los diez años de trabajo literario, adentrándose en sus recuerdos, a partir de un mapa sensible y kitsch donde conviven la cultura pop, las canciones de una generación, los silencios familiares, los estigmas sociales, los amores, los afectos, los abusos, las compañeras muertas, la violencia de Estado, el campo y la población.

Así, desde la crudeza de las experiencias vividas, pero también desde el humor, el relato de “Cuando mis cenizas regresen al mar volveré a ser sirena” interpela al público desde lo íntimo, lo político y lo cultural; considerando las experiencias individuales como violencias compartidas y estructurales. Esto, en lo que el autor ha denominado un tránsito “de la perra guacha a la jauría: la escritura como comunidad”.

En ese marco, Gerundio se presenta como una voz marica inquieta y salvaje, que desde su VIHtácora escribe una biografía sin etiquetas, donde el virus es tinta vital y no limitación.

Otra característica de este libro y de la obra del autor es que su escritura desafía la norma familiar, social y política. Entre la autoficción y la memoria, Gerundio construye un relato emancipado de la tradición y atravesado por la experiencia del VIH.

“Gerundio canta. Se monta. Se pasea por la cancha de la población como quien cruza una pasarela de alta costura. Gerundio no se esconde. Gerundio mira fijo. Se sienta frente al lector como frente a un amante, y le dice: “lee esto como quien escucha una canción que ya viviste”, señala Diego Arriagada Mena, también del Colectivo Mar y Cueca en la contratapa del libro que se presenta el próximo sábado 4 de octubre.

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-¿Qué ha cambiado en tu escritura en estos años, desde tu primer libro a la fecha?

Creo que lo que ha cambiado es la conciencia del lugar desde donde escribo. En el primer libro había más urgencia íntima, un gesto casi de sobrevivencia personal. Hoy la escritura sigue siendo refugio, pero también es trinchera. He aprendido que las palabras no me pertenecen solo a mí, sino que cargan con la memoria de un territorio, de una comunidad que resiste. Disidencias, mujeres, migrantes, infancias. Escribir ahora es asumir que no basta con narrar lo vivido: hay que hacerlo desde una posición política, situada y colectiva.

El libro abre con un texto más directo en cuanto a su planteamiento en torno al VIH y arte acción. ¿Este es un libro más político?, ¿más activista?

Sí, es más político, porque no podría ser de otra manera. El VIH, y cada una de las violencias que resuenan en el libro, atraviesan cuerpos, vidas y biografías que han sido históricamente invisibilizadas, y mi apuesta es que en la escritura no se oculte más. 

No me identifico como un activista. Hoy me siento un artivista, creando y construyendo espacios de denuncia y memoria en distintas materialidades. Y este libro recoge esa energía. No es panfleto, pero tampoco es complaciente: la escritura se vuelve herramienta para incomodar y, al mismo tiempo, para recordarnos que la vida, incluso precarizada, puede ser celebrada. Hoy,  en medio del genocidio en Palestina, las derechas boicoteando años de lucha de feminismos y disidencias, y candidatos como Kaiser, Kast y Matthei, es imposible no hablar desde lo político. 

-La familia sigue siendo uno de tus tópicos, desde la escritura, quizás como espacio de reubicación del lugar que tuviste en la tuya y el que quisieras tener. O también, para, como dice uno de los textos, “escribir para ir sanando”. ¿Cómo explicarías este aspecto?

La familia aparece como herida y como posibilidad. No solo hablo de la familia biológica, sino también de aquellas familias que armamos en la disidencia, en la amistad, en la calle y en la lucha. Escribir sobre mi propia historia familiar es una manera de desarmar los silencios y violencias que ahí ocurrieron, pero también es una manera de reimaginar lo que significa pertenecer. Sanar, en ese sentido, es volver a decir lo innombrable y transformarlo en palabra colectiva. Entender que la definición de familia tradicional, que nos impusieron, está obsoleta. 

-La poética también es parte de tu registro escritural. ¿Cómo la usas para contar lo sucedido?

No es poesía, es lo que siento. Y eso me permite decir lo que de otra forma se volvería insoportable. Juego con otras figuras y formas de escribir, desde lo imaginario, lo animal. Lo carnal. Y habito un espacio donde lo político y lo íntimo se confunden: un lugar donde puedo hablar del virus, del cuerpo, de los amores perdidos y del miedo, pero con imágenes que también devuelvan belleza, rabia y ternura.

Otro de los tópicos es el lugar de los amores ocultos, esos hombres que mantuvieron su compromiso con la heteronorma y que estuvieron con el narrador pero en el clóset y que hoy tienen vidas “normales”. ¿Por qué los contemplaste en este libro?

Es mi venganza marica. Un exorcismo. Hoy, con distancia, los miro no con nostalgia, sino con crítica: fueron parte de mi historia, pero también de un sistema que los obliga a esconderse.

-Hay un tránsito explícito de la escritura individual a la colectiva. O más bien, que tu forma de escribir de alguna forma, por la experiencia, colectiviza. ¿Cómo se fue dando eso? 

Fue natural. Yo partí escribiendo para sobrevivir a mis propias heridas, pero en el camino me di cuenta de que lo que estaba escribiendo no era solo mío. Cada texto dialogaba con la memoria de otres, con luchas que no son individuales sino comunitarias. 

En Mar y Cueca aprendí que crear, también es hacer tejido y bordar juntos. Aprender de esas otras memorias. Vincularnos desde los actos y los afectos. Hay violencias y realidades que son transversales. Cargamos una memoria histórica y política en donde las mujeres y las disidencias hemos tenido que vivir en una lucha constante por ser respetadas y visibilizadas. Y esos registros se van haciendo parte de mi escritura y de cada proceso creativo.

-¿Qué novedades se vienen para Mar y Cueca y para ti como autor?

Mar y Cueca seguirá siendo un espacio de difusión y memoria disidente, vinculando arte, política y comunidad. Hoy nos motiva trabajar en otros lenguajes y junto a otras comunidades. Muy pronto podremos compartir la interpretación en lengua de señas chilena de nuevos capítulos de “Crónicas de VIH”; nos encontramos estudiando la lectoescritura en Braille y, tras el lanzamiento del libro, vuelven los podcast “Marraketas con AZT”, “Crónicas de VIH” y talleres que nacen desde la mediación del libro con Sitios de Memoria y espacios culturales en zonas rurales dentro y fuera de Santiago. 

En lo personal, este libro marca un cierre y una apertura: cierro un ciclo de escritura más íntima y abro uno en que la palabra se radicaliza como herramienta política y comunitaria.

– ¿Cuál es el llamado a que el público vaya al lanzamiento del sábado 4?

Las, les y los invito a que vayan a encontrarse, a reconocerse. El lanzamiento no es solo la presentación de un libro, es un acto comunitario, una ceremonia para habitar la memoria desde la disidencia. Invito a que nos acompañen, porque la palabra no está completa sin la escucha de otres. Espero que lean que el VIH no me define pero me atraviesa. Que lo vean como un mar donde todas nadamos distinto. Desde el amor, la rabia, las memorias. Que lean que el virus es un lente político que lo atraviesa todo: la familia, el amor, el deseo; la rabia. Que no hay una sola lectura, sino muchas memorias cruzadas.

AUTOR/A/ES
POR 
Francisca Palma
Nortina y hospiciana. Periodista, funcionaria pública y bordadora. Autora de Iquique Glorioso (Editorial Radio U. de Chile, 2016) e Iconoclastas (Navaja, 2024).
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