Entre mesas y pizarras: sobre Tú amarás

septiembre 24, 2025
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“¿Qué significa dignidad? Amarse a uno mismo. La posibilidad de amarse a uno mismo”. Recuerdo que esa fue una pregunta y una respuesta que teníamos escrita en una pizarra grande. Al frente, una mesa larga y toda la compañía sentada alrededor.

Era el año 2017, estábamos en Espacio Checoeslovaquia, un lugar creado por colegas de las artes escénicas para el desarrollo de la creación de obras y realización escenográfica. Habíamos sido invitados para hacer una residencia y crear un nuevo montaje. Teníamos una sala a libre disposición para nosotros durante todo ese año. Ahí teníamos en esa pizarra esa pregunta, y esa respuesta, era una de las ideas que aparecieron en Google al buscar el significado de dignidad. A medida que discutíamos sobre esa pregunta y esa definición, íbamos escribiendo otros posibles significados y otras preguntas que nos permitieran mover y desencajar nuestras propias creencias y opiniones alrededor de ese concepto. Recuerdo también que escribimos en la pizarra qué implicaba devolverle la dignidad a alguien o a algún grupo que la hubiese perdido, y nuevamente, discutíamos y anotábamos: ¿Quién le devuelve la dignidad al que no la tiene? ¿El que se la arrebató o al que se la arrebataron? Si jugamos a creer que la dignidad es la posibilidad de amarse a uno mismo, entonces, ¿por qué te la podrían quitar, devolver o querer exigirla? Si todos desprecian a un sujeto o a un grupo de personas ¿se puede, de todas formas, tener dignidad? Así jugábamos a respondernos y hacernos preguntas sin anticiparnos a reflexiones o conclusiones que de alguna u otra forma intuíamos saber. Era como jugar a ser un poco tontos, como si nunca hubiésemos pensado o leído acerca de la dignidad, como si nunca antes hubiésemos hecho una obra que se preguntara por la construcción de la otredad, del bárbaro −ese que vive fuera de polis− y los modos de violencia que se ejercen sobre ellos por parte de un nosotros.

Esta obra empezó a crearse cuando empezamos a escuchar con fuerza, una y otra vez, la frase “digamos las cosas como son”, cuando empezó a verse la posibilidad de que D. Trump podría ser el nuevo presidente de Estados Unidos y, por otro lado, en Chile, se extendía por diversos entornos la necesidad de crear ambientes sociales más justos, inclusivos y seguros para aquellos grupos históricamente excluidos. En ese contexto, que, por supuesto merece mayor análisis y descripción, comenzamos a idear Tú amarás. Queríamos preguntarnos sobre esta tensión política y social, y nos preocupaba mucho más entender qué fisuras se estaban produciendo en el lugar en donde se intenta buscar justicia, igualdad e inclusión que en el lugar donde veíamos que el fascismo estaba escalando. Nos preocupaba entender ese lugar del cual nos sentíamos parte y no solo espectadores. “¿Qué busca en el fondo este nuevo lenguaje democrático? ¿Busca realmente el fin de oprimidos y opresores? ¿O, por el contrario, busca construir una nueva clase, una nueva elite de lenguaje sofisticado y complejo, que vuelve a generar un adentro y un afuera, donde todo aquel que no comprenda este lenguaje debe ser expulsado o cancelado? ¿Puede ser que el «neofascismo» sea una respuesta brutal y horrorosa a esta exclusión?”. Rescaté estas preguntas, escritas hace ocho años, que utilizamos para presentar las intenciones de nuestra nueva obra. Comenzamos a ensayar, a jugar a escribir en la pizarra, a improvisar una y otra vez situaciones que nos llevaran a ver lógicas, reacciones y creencias que no estuvieran ya diseñadas y establecidas en nuestras cabezas.

Lo primero que creamos fue “El prólogo” o prefacio de Tú amarás. Un indio y dos colonos, así de genérico. No encontrará más descripción o detalles particulares de estos personajes. Lo que sí encontrará es una situación en donde se despliega una operación o una lógica de relaciones que intenta poner en marcha las preguntas que impulsaron esta obra. Para este prefacio o antesala de la obra, llamó nuestra atención la expresión mexicana que se llama “no rajarse”. El ideal de conducta es “no rajarse” y el que se raja es aquel que se acobarda, se rinde, muestra su vulnerabilidad y sus emociones. No creo pertinente desarrollar aquí la complejidad y la literatura que existe alrededor de esta expresión que se arraiga en la identidad mexicana. Lo que sí me interesa expresar es que nos pareció interesante que esta conducta de ocultar o disimular tiene su origen en el mundo colonial, en donde indios y mestizos, ante la amenaza y hostilidad del exterior, se cerraban a mostrar su interior. Este acto de “no rajarse” nos permitió imaginar cómo el enigma de no saber quién es o qué siente ese bárbaro, ese indio, ese extraterrestre, ese otro, puede transformarse para el opresor en una posibilidad de inventar al enemigo o de definir qué necesita y qué siente ese otro para salvarlo, para no discriminarlo y terminar con su exclusión.

La segunda parte de la obra, que es la acción central de Tú amarás, la creamos en una residencia de dos semanas en Baryshnikov Arts Center en Nueva York. Era noviembre del año 2017, D. Trump era el presidente en ese momento y, por otro lado, nosotros llegábamos quizás a la cuna en donde se origina la lucha cultural por devolverle a los grupos excluidos la posibilidad de sentirse seguros y no discriminados en los espacios en que fueron negados en la historia estadounidense. Ahí estábamos, en el meollo del asunto, asunto que también se instaló en nuestro país y Latinoamérica. Y nuevamente, la pizarra, la mesa y las improvisaciones adentro de una sala exclusiva para nuestra creación. Una sala enorme, rodeada de ventanales que nos permitían ver la ciudad y un control remoto para bajar las cortinas si es que no queríamos verla.

Invitamos a dos psicólogos sociales para que nos hablaran de estudios y experimentos sociales que analizaban las conductas sociales en la construcción de un enemigo, así como también las conductas que ocurren en situaciones de discriminación positiva o de acciones y políticas diseñadas para favorecer e incluir a grupos históricamente discriminados.

Ahí fue cuando apareció la atmósfera que envuelve a Tú amarás: tensión, incomodidad, miedo disimulado en un ambiente puro, limpio y transparente y apareció el dónde y el quiénes: Una sala de reuniones de un hotel de algún país, un grupo de médicos chilenos y unos pacientes extraterrestres. Así de genérico y de absurdo. Y sin ánimo de controlar la interpretación y construcción de sentido de la persona que lee, solo sugiero no buscar en el texto un significado profundo al hecho de que los personajes sean doctores y los pacientes, extraterrestres. Lo que sí sugiero considerar es la descripción de los personajes que es la misma para todos los textos que conforman esta trilogía: “Todos los personajes de esta historia son parcos, son genuinamente amables y con un férreo deseo por respetar al otro. Son tímidos emocionalmente, introvertidos«.

Estrenamos la obra en abril del 2018, en noviembre del 2017 todavía estábamos discutiendo y rayando la pizarra. Al regresar a Chile, en un mes o un mes y medio, Pablo Manzi aparece con el texto casi completo que rápidamente el elenco asimila y comienza a poner en escena y los diseñadores a envolverlos en la ficción. Llevábamos casi un año creando, un año intenso de trabajo, de discusiones, juegos, pizarras y mucho humor y el texto reflejaba ese proceso, masticado por todos. No era un atraso o escritura hecha a la rápida por el dramaturgo, aunque siempre llegara pidiendo perdón por eso.

Quisiera añadir que el texto que leerá a continuación no solo es el reflejo del trabajo de la compañía, sino que también es la expresión genuina de una persona o dramaturgo que necesita escribir para quemar su deseo creativo, traduciéndolo en una escritura particular e impura que logra revelar de forma armónica un imaginario tan íntimo como colectivo.

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