[Presentación] Libro: “Cuando hablamos de Amor” 

septiembre 24, 2025
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El pasado 18 de septiembre se presentó en la Ciudad de México el libro “Cuando hablamos de amor”, una edición y compilación hecha por Aura García-Junco que reúne las perspectivas de 13 mujeres y disidencias sexuales con respecto al amor. 

Este libro editado por Sexto Piso, busca generar una problematización situada y contextual a las reflexiones que habitualmente vienen del amor romántico y cómo desde nuestros contextos podemos abrir la mirada hacia otras formas de relación. 

Compartimos a continuación algunos extractos del libro y reflexiones de lxs autorxs en el contexto del conversatorio.

Extracto de texto “V”

“¿Qué trabajos te ofrecen cuando te miran? Apilador de cajas. Cargador. Dependiente de una tienda de ropa de segunda mano. Cuando entrábamos separados a un hotel invitados por algún festival te pedían que tomaras las escaleras de servicio, pero a menudo a mí me acompañaba un botones al elevador. Por supuesto, si había alguien de tez más clara, el botones decidía acompañar a esa persona antes que a la embarazada. No me pasó lo que a tu madre, a quien admiro, pero a veces me angustia ver que no le gusta quejarse. Su marido, tu padre, la abandonó cuando nació tu hermana con síndrome de Down y los dejó solos. Y ha vuelto, claro, ya viejo, a ser cuidado por ustedes. Si lo pienso bien, gracias a que tu madre no vivió atada a un marido pudo seguir conformando con acciones ese concepto que los hombres desarrollaron sobre todo en teoría: la comunalidad. Y fundaron, junto a tu tía, viuda de su hermano, un importante antropólogo mixe, colectivas y comedores para otras mujeres y sus hijos. Tu madre, que los crió sola a los tres, a tu hermana con síndrome de Down le enseñó a leer y le ayudó a ser bilingüe sin dejar que la vergüenza que trataban de endilgarle las tocara, mientras tu padre vivía con su otra familia.

¿Qué trabajos te ofrecen cuando te miran? Mano de obra, albañil. Porque, aunque ya no te quiero como antes, sigo pensando que eres el hombre más fuerte que conozco. Y las manos delicadas de tus jefes son para contar la plata que han hecho y siguen haciendo a costa del trabajo duro de personas como tú. Pero entonces, mírame, dónde queda lo que yo soy y lo que hemos logrado mi madre, mi abuela y más atrás, para que yo dejara la vida miserable que llevaron ellas. Dónde pongo mis logros, mis ganas de seguir haciendo lo que amo si la bebé no es el problema, criarla es hermoso, pero alrededor de nosotros todo lo enturbia. Y sí, podríamos quedarnos para siempre en un pueblo y entregarnos a la vida que conoces, pero entonces dónde ponemos el futuro, las posibles inquietudes de nuestra hija, las mismas inquietudes que tú y yo tuvimos y que nos hicieron partir a lugares a los que nadie de nuestras familias fue antes. No voy a olvidar la vez que saliste a pasear con nuestra hija en el rebozo (como te enseñó tu madre) en una colonia gentrificada de la Ciudad de México mientras yo trabajaba y cuando volviste, sin afán de quejarte, me contaste que la gente en la calle te miraba como si te hubieras robado a nuestra bebé y que algunos pensaban que te ibas a acercar a pedirles dinero.

Qué cambiaría decirles que eres uno de los músicos más talentosos que conozco, que has dado conciertos en los confines del mundo, si tu color de piel sigue pesando más que tus logros.

Dónde ponemos el mundo globalizado, hegemónico que se come todo tan a prisa, dónde construimos un castillo de pureza en un mundo tan vertiginoso como este sin que las cosas salgan mal como en el cine.

Esto es un laberinto sin salida”.

Clyo Mendoza

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El amor romántico en crisis

“Pero entonces el amor está obsoleto, y yo decía, no, yo no creo que esté obsoleto, pero sí está en crisis el amor romántico. Ahí sí tenemos una crisis, pero cómo no va a estar en crisis, si todo está en crisis, nuestro mundo, nuestro sistema. En ese sentido, creo que a veces pensamos el amor, nuestros sentimientos, nuestras emocionalidades como algo que está muy separado del mundo y que nos sucede dentro y al final, en realidad es uno de los muchos puentes que tenemos con el afuera”.

Andrea Chapela

 “Pienso en una cita de Adrienne Rich en una carta que escribe a su amigo Arturo y su amigo Arturo era gay y chicano y la carta dice: ‘querido Arturo somos incapaces de hablar de amor sin hablar de política’ y un poco lo dice desde esta cosa de ser sujetos concretos cuerpos concretos leídos y legibles de ciertas maneras en ciertos contextos que es muy chistoso porque parece que entonces ahí se abre siempre la conversación política pero los cuerpos que entre comillas no son leídos de ninguna forma o no son sujetos de opresión entonces parece que pueden hablar del amor de una forma abstracta y o sólo romántica o como un problema filosófico. Entonces creo que algo que me gusta mucho de este libro es que todas las personas que escribimos en él creo que lo hacemos con la conciencia clara de desde dónde estamos hablando del amor, lo que me parece muy interesante y muy hermoso porque creo que como dijo Andrea, el concepto de amor está en crisis tiene que ver con cuánto lo asociamos a lo universal, cuándo el amor se convirtió en una categoría universal y creo que una forma de repensarlo, de rescatarlo y de hacer una categoría de amor que funcione para cada quien tiene que ver con precisamente pensarlo desde las intersecciones y pensarlo desde la diferencia, no desde la idea de que el amor se vive de manera única para todas las personas”.

Yol Segura

“La cultura del amor romántico es algo que tiene 10 siglos y que además no fue inventado por las mujeres, fue inventado de alguna manera por los varones que querían desobedecer a la idea de ser caballeros y guerreros. Entonces empiezan con el amor romántico a través justamente de los jugulares y de las odas a las mujeres, la doncella,  la bella, pero esto era una desobediencia política muy importante porque ni el rey ni la iglesia ni la medicina querían que eso fuera así, porque el cuerpo de los caballeros le pertenecía al rey y le pertenecía para conquistar territorios, entonces lo digo acá porque algo que parece tan institucionalizado como el amor heterosexual romántico, familia, matrimonio y todas estas cuestiones que son como una especie de eternización de la norma, cuando en realidad tiene algunos siglos, no tantos y que además era rebatido por las mismas instituciones como la iglesia, el estado, en este caso el soberano y también la medicina, decían que la gente que se enamoraba, o sea los hombres que se enamoraban, los varones que se enamoraban, los caballeros se afeminaban, los hombres heterosexuales en ese momento eran afeminados porque les gustaban las mujeres y las mujeres no les podían gustar porque las mujeres eran pecaminosas, terribles y sólo la única mujer que les podía gustar era la virgen porque era inalcanzable y a las mujeres no se les podía amar porque eran el demonio, básicamente y además cruzándolo con la idea de la casa de brujas, de que las mujeres eran vistas, medio perversas, lascivas y así nos trata la biblia básicamente, pero les estaban consiguiendo un poder simbólico muy importante a las mujeres en esa oda, entonces el amor romántico en algún momento fue revolucionario y en algún momento fue contraestatario, contra el estado, contra la medicina y contra el clero (…) hay una genealogía subversiva en todo eso, en que se institucionaliza hasta que se vuelve funcional un sistema y bueno, pasan muchísimos años hasta que el matrimonio es común para la gente que no es noble, no es aristócrata, hasta el siglo XIX cuando no logran crear la ama de casa para producir a los operarios de las fábricas, básicamente para reproducir a la clase obrera y a los hombres que los convierten en un cuerpo proletario que está al servicio justamente de la producción, pero esto me parece muy relevante porque antes de eso la organización afectiva, no sé si amorosa pero afectiva y sexual, estaba medida por otras interrelaciones como más holísticas y tenían mucho que ver con el poder de sentir placer (…) como decía Andrea hace ratito, estamos en crisis pero la crisis de discurso está por todos lados y que además también esto es interesante entender que venimos del largo tiempo, del largo viento y que la figura o la práctica amorosa se va transformando con respecto a las necesidades (…) esta crisis nos va a llevar a otros lugares, no sé si son lugares mejores o no pero en búsqueda de libertad y la libertad siempre ha acompañado al discurso amoroso”.

Sayak Valencia

Portada Libro «Cuando Hablamos de Amor» – Runs Códol

El amor como arma política 

“El amor obviamente es político y lo voy a llevar a un lugar que a lo mejor no está ahí en el ensayo, pero tiene que ver con que el amor como política de vínculo y afecto no es solamente como decimos amor,  sino que es potencia política en momentos donde la palabra empatía suena muy hueca, donde un genocidio está sucediendo delante de todo el mundo y que los países, después de dos años de genocidio, apenas se están pronunciando. Y creo ahí en el amor como arma política, aunque suene muy sixties, sí es importante, porque creo que la empatía, no sé si todo el mundo la siente, cada vez menos. Con toda esta desensibilización que tenemos a través de la exposición a la violencia y de todo el mundo hablando de la violencia como si fuera experto.

Nadie tiene vergüenza de pronunciarse o de glorificar la violencia, pero el amor resulta como muy cursi y a mí me gusta la idea de que el amor esté siempre ahí en un límite entre lo político y lo personal, porque las dos cosas están conectadas. Pero también me parecere un lugar donde perseverar en este momento en que la palabra empatía o resiliencia o solidaridad no alcanza, y claro que me parece político porque creo que a nadie le tengo que decir que es amor, todo el mundo lo ha sentido, lo sentirá, lo seguirá sintiendo, cada quien el suyo, de una manera muy relacional también, y luego está ese amor que no sientes por nadie, sino que se siente que está ahí. Tiene que ver con expandir un poco más allá de la individualidad, y por eso creo que sí, que es político”

Sayak Valencia

 

“Entonces mi politización con el amor se ha ido transformando leyendo a otras mujeres que no sólo hablan del amor heterosexual, sino que abarcan otras complejidades. Entonces lo que estoy haciendo ahora para poder politizar más el amor, es ver el amor en distintas dimensiones políticas y no solamente cómo el amor es lo que nos ha jodido históricamente a las mujeres. 

Este texto incluso tiene críticas fuertes hacia posturas feministas que han visto el amor, así como que las mujeres somos las víctimas y los hombres son los que hacen sufrir por amor, entonces me gusta haber leído tantos textos críticos sobre amor porque entonces me salgo de este estándar coraleano –Coral Herrera– del amor. Desde el feminismo empiezo a ubicar el amor desde otras dimensiones políticas, desde la raza, desde la clase social, desde la diversidad sexual, desde el colonialismo, incluso de otro tipo de diversidades que hacen más compleja una discusión que solamente el amor heterosexual que es como muchas nos formamos en este camino crítico”.

Julia Didriksson

Extracto de texto “El Amor: el último bastión del patriarcado universal”

“El feminismo crítico e interseccional no puede permitirse repetir cómodas falsedades que borran las dinámicas complejas del poder; por el contrario, debe enfrentarlas, analizarlas y nombrarlas para no convertir nuestra lucha en un dogma fácil, sino en una herramienta radical de liberación real. Por ejemplo: cuando una mujer blanca de clase media tiene una relación con un hombre empobrecido, racializado y sin poder real…. ¿él es el opresor por default? ¿O será que a veces las relaciones amorosas están atravesadas por jerarquías más complejas que el género? Hay mujeres que pagan para que les laven, les cocinen y les cuiden a sus hijos. Hay mujeres que humillan a sus parejas porque ganan más. Hay mujeres que ridiculizan a sus novios por no ser «suficientemente cultos», «suficientemente deconstruidos», «suficientemente exitosos». Y sí, hay hombres que son violentos, pero también los hay quienes lo han dado todo y han sido desechados. Hay hombres que no tienen privilegios, ni oportunidades, ni red de apoyo. Y, aun así, el feminismo hegemónico los mete a todos en la misma bolsa: opresores por tener pene. Esa lógica es insostenible. Como dice Michel Foucault: el poder no es una esencia que se lleva en el cuerpo; es una relación social. Y como toda relación, depende del contexto. En algunas relaciones amorosas, las mujeres tienen más poder. Punto.

Y es que es irónico que el feminismo ha logrado intersecciones casi en todo -la maternidad, el trabajo, la salud, la migración, la raza, la religión– pero cuando se trata del amor heterosexual, se olvida todo y se repite la fórmula vieja: mujer víctima, hombre opresor. En redes sociales, en talleres feministas, en libros, en TikTok, se predica hasta el cansancio que «amar a un hombre es rendirse al patriarcado», que «cuidar a un vato es esclavitud emocional», que «el 5o/5o es explotación disfrazada de igualdad». Se lanzan sentencias virales como: «no maternes vatos», «no eres centro de rehabilitación», «no eres anexo emocional», «no eres su psicóloga», y el gran favorito: «si te quiere, que pague hasta tu respiración». Suena muy liberador. Pero ¿qué pasa cuando tu pareja gana el salario mínimo, cuando no tuvo padre o lo único que aprendió de él fue la violencia, cuando fue abusado o abandonado, cuando su única alternativa real es el narco o el suicidio? Porque, la neta, no es lo mismo pedir 50/50 a un güey que vive en Polanco que a un obrero de Ecatepec. No es lo mismo exigirle deconstrucción a un filósofo universitario que a un morro que apenas sobrevivió la secundaria. No es lo mismo rechazar maternar a un vato que tiene cita con su psicoanalista cada martes, que negarle apoyo emocional a alguien que no junta ni para un paracetamol. Pero el feminismo hegemónico, blanco, clasemediero, no distingue ni quiere distinguir. No cuestiona sus dogmas, sólo los repite como periquitas empoderadas. Y esta absoluta falta de matiz no es sólo teóricamente perezosa: es clasista y violenta. Es capitalismo emocional maquillado de empoderamiento. El «no maternes vatos» se convierte en la versión cool del «arréglate tú solo con tu mierda», sin reconocer que el problema no es cuidar, sino cómo, desde dónde y en qué contexto cuidamos. Porque en lugar de revolucionar las relaciones hamanas, terminamos reproduciendo la misma violencia neoliberal que decimos combatir, sólo que esta vez disfrazada de glitter feminista y frases empoderadoras para Instagram.

Dahlia de la Cerda

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Lanzamiento libro «Cuando hablamos de amor» – Fotografía Erick Valenzuela Bello

Dinamitar el modelo heteropatriarcal 

“Pienso en esto que se dice mucho respecto al calentamiento global de que ahora extraer petróleo está muy mal, pero mientras ya tenemos un norte que se enriqueció a partir de la extracción de petróleo y demás recursos, el sur global quedó históricamente explotado por la extracción, de modo tal que cuando el sur global llegó a la fiesta, el norte ya estaba juntando las sillas. 

Siento que un poco así también pasa con la distribución amorosa y las opresiones, es decir, al mismo tiempo que evidentemente siempre ha habido personas de la disidencia sexogenérica, sólo recientemente estamos accediendo a ciertos espacios, a ciertas libertades y a ciertas conquistas. 

Para ciertas comunidades, el amor con todo lo que le podemos criticar y con todo lo que nos parece problemático sigue siendo una conquista y sigue siendo algo que ha sido históricamente negado. Pienso no solo en las disidencias sexuales, pienso en los cuerpos gordos, pienso en las personas con discapacidad. O sea, creo que siempre es importante recordar que la distribución del amor no es, nunca ha sido equitativa y hay una serie de condiciones que implican eso. Además creo que, por ejemplo, el ensayo de Iveth Luna –Flores– también habla de esto desde una perspectiva superinteresante a partir de la relación del amor con la clase y de la relación del amor con el trabajo y de cuántos de los problemas amorosos están en realidad mediados por el capital, que tienen que ver con cómo se distinguen los gastos, con cuántas horas de trabajo de cuidados dedica una de las personas, con el tamaño de una cama si estás pensando en el poliamor, o sea, y que en esa cama quepa. Hay un montón de otros factores que están determinados por condiciones económicas y por condiciones aparte de económicas de acceso al tiempo libre. Entonces, creo existe esta complejidad, desde lo que hemos repensado en torno al amor y hemos repensado mucho nuestras formas de relacionarnos y de cómo construimos un amor que no sea el amor romántico con el que crecimos.” 

Yol Segura

 

Extracto texto “Yo sé qué le duele a la máquina” 

“Si cada vez que miramos hacia atrás, a nuestros modelos relacionales, alcanzamos a ver el sistema estructural y opresivo que empuja a las personas a estallar hasta dejar incrustadas en el cuerpo de sus hijxs las partes de una máquina, de una empresa que sobrevive a través de su cuerpo y a pesar de las emociones de sus empleadxs, ¿será también que nuestra idea del amor heteropatriarcal ya estaba por dinamitarse?

¿Cómo es que el espacio en el que vivimos direcciona el amor? ¿Se ama mejor teniendo jardín en casa, cuartos separados para los hijos y una cocina amplia? Y si ya se tienen estas condiciones «ideales», ¿cuáles son los otros factores que atraviesan nuestros modelos del amor para hacerlos que fracasen o terminen en escenarios violentos? ¿Qué tienen que ver el territorio, el contexto político y la economía a la hora de sostener una pareja? ¿Cuáles son las condiciones que posibilitan el intercambio de afectos desde un cuerpo descansado y no desde la tensión, desde la carencia o el hambre? ¿Cómo es amar con el estómago vacío? Amar con la humillación a cuestas de la mugre que hay que limpiar en casas ajenas, amar con los gritos de los jefes machacándote el oído, amar luego de pasar horas esperando un camión para volver a casa, amar con el cuerpo percibido como un despojo, como una tuerca más de un sistema que no para, que no se detiene, aunque caigas enfermx”.

 Iveth Luna Flores


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“De verdad hay algo a veces muy clasista en pensar en el príncipe azul y todas estas cosas, que yo por eso supe que era lesbiana porque a mí me interesaba más ser el príncipe que la princesa, entonces era super aburrido eso, yo decía me pierdo la purpurina, me encantan los vestidos pero yo no quiero ser una princesa, entonces ahí me acuerdo que había algo ahí que no iba bien o que para mí iba súper bien pero la historia es que también los referentes los buscas y para poder ser una lesbiana posible en mi caso tenía que cortarme el pelo y verme masculina y la verdad no me queda bien, me sale mal, yo me veo bien así como me veo, pero básicamente es esto de romper también desde la propia politización de lo personal.”

“El otro día escuché creo que fue a Nena Monstruo que estaba reseñando un libro, no me acuerdo cómo se llama, un libro muy pequeñito, con una frase de un escritor que decía que ´volverse viejo es resignarse a no tener nuevos amigos y resignarse a no enamorarse más´ y dije qué fuerte, qué descriptivo, que no tiene que ver con la edad sino con la falta de pasiones y creo que es porque el amor puede ser una pasión muy alegre, en términos espinozianos de contagio y tal, pero también pues creo que es algo que no nos van a quitar porque nos lo dieron, lo hemos luchado y lo vamos a seguir debatiendo porque creo que en realidad cuando decimos amor es como de alguna manera ensanchar la imaginación política y la imaginación sexual, no ser esos límites permitidos y también echarnos como un poco un clavado a la historia, a la historia política de nuestro discurso porque básicamente eso es lo que más nos diferencia, no nos diferenciamos biológicamente de nada, nos diferencia el discurso e incluso el amor en otros idiomas.”

Sayak Valencia

Extracto texto “Tsok” <<Querer>>

“Por otro lado, si bien las relaciones de pareja son fundamentales, también es cierto, como lo ha descrito la politóloga k’iche Gladys Tzul, que en nuestras comunidades, las unidades familiares no se parecen en mucho a las unidades burguesas y urbanas que están conformadas por padre, madre, hijas e hijos; en muchas de las comunidades indígenas las unidades familiares son amplias y muy diversas. Cuando mi abuela se casó, formó una unidad familiar con su esposo, con su suegra a la que le tenía muchísimo afecto, con el hijo de mi abuelo y con sus cuñados más pequeños. Yo misma crecí en una unidad familiar conformada por mis abuelos, mi mamá, mis tíos y ahijados de mi abuela. Las posibilidades son vastas. Desde el establecimiento del compromiso de una pareja, las familias de ambos se reúnen y el pacto se establece no sólo entre dos personas, sino entre dos familias que ahora podrán trabajar juntas, en fiestas, siembras o funerales, familias que entran también en relaciones de apoyo mutuo y reciprocidad. Las diversas unidades familiares sostienen también el funcionamiento de un sistema sociopolítico fundamental para las comunidades mixes y zapotecas de la Sierra Norte de Oaxaca: la comunalidad. Mediante un sistema de cargos, las personas participamos del sistema de autogobierno local. Este servicio es gratuito y, para poder brindarlo, es necesario el apoyo de toda la unidad familiar. En mi primer cargo como secretaria de mí pueblo, mi abuela me ayudó para que pudiera yo realizar los rituales y las tareas cotidianas asociadas a este servicio. Ahora que he establecido una relación de pareja, participo de las actividades que me toca realizar durante este año en el que mi esposo tiene un cargo en su comunidad, colaboro en sostener la vida cotidiana para que él pueda participar de la amplia estructura de gobierno comunal de su pueblo y sucederá lo mismo en reciprocidad cuando me toque de nuevo tener un cargo en el mio”.

Yásnaya Elena A. Gil

 

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