Colectivo artístico Las Honorarias declara la formación del Comité Anti Espera: “¡El tiempo es un derecho!”
Integrado por Loreto Muñoz y Roery Herrera, el grupo impulsa el Comité Anti Espera (C.A.E.), un sindicato performativo que, desde el arte, invita a organizarse contra la espera y cuestionar las condiciones de desigualdad estructural que perpetúan que “la espera se herede”.

El café, el pan y la conversación son centrales en cada una de las actividades del Comité Anti Espera (C.A.E), sindicato performativo que fue creado por el colectivo artístico chileno Las Honorarias, conformado por Roery Herrera y Loreto Muñoz, y que inició sus actividades en el marco de una residencia creativa en el Centro Cultural España, en julio de 2025. Entre las actividades convocadas por el C.A.E. hubo asambleas, onces espontáneas, talleres de impresión de afiches y banderazos o marchas en espacios propios de los esperantes: como paraderos del transporte público y salas de espera.
En una de las marchas convocadas, al interior del Hospital El Salvador, ambas llegaron vestidas con overoles y banderas del Comité Anti Espera, entregando su manifiesto a las personas que allí esperaban ser atendidas. En las primeras líneas del pasquín se lee: “Nosotras, Las Honorarias, junto a todas aquellas personas que han esperado de más —en consultorios, oficinas públicas, ferias laborales y ventanillas invisibles— declaramos la formación del Comité Anti Espera, una fuerza ciudadana, sensible y política que se levanta contra la normalización del tiempo robado”.
“Al vernos repartiendo volantes en el hospital, un caballero nos preguntó de qué partido político éramos y cuál era nuestra propuesta”, relata Loreto. “Entonces, le dijimos ‘que la espera no se herede’. Y ahí él se quedó pensando y entendió que no éramos un partido político, que nuestro objetivo era más bien generar una reflexión”, cuenta.
Pocos meses antes, un diagnóstico inesperado había irrumpido en la vida de Roery (1991): un tumor en el ovario. Como el 78,9% de la población chilena, según Datos de la Encuesta Casen (2022), la artista se atiende a través del sistema público de salud Fonasa. Junto con el derecho a la atención médica, esta vía incluye un contratiempo estructural: la espera. En consecuencia, una vez que obtuvo el diagnóstico, comenzó la incertidumbre de cuánto tiempo tendría que esperar para ser operada, un plazo que, según datos del Sistema de Gestión en Tiempos de Espera (SIGTE) del Minsal, en 2024 alcanzaba un promedio de 294 días para cirugías en el sistema público.
Loreto (1991), también ha vivido esa espera, desde el lugar de cuidadora. Acompañando a su madre al consultorio, recuerda la espera entre una gran cantidad de exámenes médicos; un año completo sin diagnóstico para una enfermedad autoinmune que afecta el riñón. “Esperar una hora la micro te da rabia, pero el momento más crítico es cuando un ser que tú amas podría morir por estar esperando”, comenta.
Mientras esperaban que a Roery le dieran una respuesta de cuándo la iban a operar, surgió la idea de realizar este proyecto. “Nosotras siempre estamos buscando asuntos para abordar críticamente desde el arte. Y la espera es un gran asunto que nos toca a todos desde diferentes áreas”, señalan.

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-¿Podrían contarnos cómo la espera ha cruzado sus propias vidas y trayectorias? ¿Desde qué lugares personales se vinculan con esta problemática?
Roery: Nosotras pertenecemos a una clase social baja. Entonces nuestra vida está marcada por una serie de esperas, debido a que las cosas que queremos lograr están más alejadas de nuestras posibilidades. No fuimos a colegios buenos, no nos fue tan bien en la PSU… todo es un camino más largo… También conversábamos acerca de los trayectos para ir a la universidad, desde Estación Central en el caso de Lore y yo desde Pudahuel. Todo está marcado por la espera: tener que esperar la micro, esperar hasta que pase una vacía para poder subir con la maqueta, conseguir una beca para poder estudiar…
Loreto: …los Fondart también, que cada año se demoran más en darte una respuesta.
Roery: Nuestra vida está marcada por la espera y toda nuestra clase social ha tenido que pasar por esas cosas… Hoy día, por ejemplo, estaba en el paradero para venir y había una señora con muletas. Entonces vi en la aplicación que venían las dos micros juntas. Y la verdad, como se demoró tanto, pasó llena. Entonces la señora se paró como pudo y se desesperó porque la micro no le paró, porque no cabía más gente. Entonces le dije, «Señora, la otra viene en 2 minutos». Y el hecho de saber que venía la otra atrás la tranquilizó. Para ella era una angustia esperar y no poder subirse. La cuestión es que se pudo subir y yo pensaba «qué bacán sería que te dijeran, cómo la aplicación de la micro, ‘te vamos a operar este día» y así tú puedes agendarlo, pero la cuestión es un azar y lo que más te angustia es la incertidumbre.

Que la espera no se herede
Es sábado por la mañana y una decena de personas está reunida en una de las salas del Centro Cultural España. En las paredes hay carteles y banderas que parecen sacados de una protesta. “El tiempo es nuestro”, “+ pobre = + demora”, “Las filas son un modo de control”, dicen algunas de las inscripciones que están estampadas sobre trozos de papel o de cartón. Es el primer encuentro del Comité Anti Espera (C.A.E.).
Sobre la gran mesa en el centro se despliegan los materiales de un taller de impresión de afiches: tipos móviles o piezas de metal con distintas letras y caracteres, papeles, rodillos y tinta. La actividad invita a las personas presentes a imprimir su propio afiche, replicando la estética de las campañas políticas comunitarias.
La técnica, traída hasta el taller de Las Honorarias por Danilo de la Escuela Gráfica Popular, requiere minuciosidad y tiempo: cada letra debe ser elegida y dispuesta. En una época donde la tecnología avanza al servicio del progreso, el afán es reducir el tiempo de los procesos de producción. En el espacio del arte, en cambio, esta dilación es necesaria. Loreto explica: “Desde que pensamos en el Comité, sabíamos que había que hacer panfletos y ojalá distribuirlos por todos los lugares. Podríamos haber impreso en una en una fotocopiadora, pero nos interesaba rescatar la parte análoga”.
El tiempo en que pacientemente escribimos la consigna elegida por el grupo: “Organízate contra el tiempo robado”, es tiempo que se presta para el diálogo y la reflexión. ¿Cuántas horas a la semana pasas esperando? ¿Qué podrías estar haciendo en ese tiempo? ¿Quién se beneficia de que tú esperes?
“Uno de estos talleres lo hicimos con mujeres mayores y varias participantes eran de la agrupación Textileras del Museo Salvador Allende. Esa agrupación se disolvió hace muy poquito y estaban necesitando un espacio comunitario en el que pudiesen crear algo con un sentido crítico y desde el arte”, cuentan. “Una de las frases que ellas eligieron fue: “Que la espera sea hilando esperanza”, que viene muy desde su oficio, pero también desde una perspectiva distinta a la nuestra y muy válida; nos dieron a entender que, para ellas, tejer no es matar el tiempo, sino resistir el paso del tiempo”, comentan.
En la tercera asamblea para socios del Comité Anti Espera, y la última que realizaron en el contexto de la residencia artística en el Centro Cultural España, un grupo de personas autoconvocadas se sentó alrededor de la mesa. Entre pan con manjar, té y café, tuvo lugar un diálogo, donde cada uno comentó cómo la espera había cruzado su propia vida. Además de la espera en la salud pública, también se relataron esperas de trámites consulares o en oficinas para reclamar por el aumento de las cuentas, la espera por los resultados de los fondos concursables, o para recibir la respuesta de una solicitud de aumento de sueldo.
En el listado de esperas, había también algunas que nos cruzan transversalmente, como la espera para llevar a cabo el plan de vida, que cada vez se aplaza más (la casa, los hijos, etc), y la espera por justicia que marca la historia de muchas familias en Chile cuyos familiares resultaron Detenidos Desaparecidos en dictadura.
Imaginar soluciones no es sencillo, pero la propuesta de uno de los asistentes que destacó fue la del “Registro Nacional de Espera”. Una forma de contabilizar el tiempo que cada persona pasa esperando a causa de condiciones estructurales, para que, de algún u otro modo, esa espera sea condonada y que así “la espera no se herede”.

¿En qué momento vamos a ser artistas?
El origen del colectivo Las Honorarias se remonta al 2018, cuando ambas artistas participaban de la Escuela Popular de Cine en La Pintana. En una coincidencia paradójica, fue hasta cierto punto, una espera la que dio origen a su proyecto artístico, porque al finalizar el taller, compartían el trayecto de regreso a sus casas en Pudahuel y Estación Central. “Recorríamos casi toda Departamental juntas”, cuenta Roery.
“Yo trabajaba en la Junaeb, y Loreto en el Sename, y teníamos ese taller después de la jornada laboral. Era agotador. Decíamos, ¿en qué momento vamos a hacer el proyecto? ¿En qué momento vamos a ser artistas? Y después nos dijimos, no, en todos los momentos somos artistas. A partir de eso, empezamos a cuestionar la idea del trabajo, y nos pusimos Las Honorarias porque nunca nos han contratado en nuestra vida”, relata.
«La precarización y la sobrecarga laboral es un tema que cruza toda su obra, con proyectos como “El sudor de la frente” (2023), performance en la que armaron un stand de cartón en la Plaza de Armas donde entregaban mil pesos a cada persona a cambio del sudor de su frente, o, “La picá del Artepleto” (2022) acción en la que, también en base a materiales reciclados, ambientaron la Galería Instituto Tele Arte como si fuera un local de comida rápida, donde las mismas artistas cocinaban y vendían completos para pagar sus horas de trabajo».
En su más reciente proyecto, “OCUPACIÓN” (2025) en Sagrada Mercancía, replicaron con cartón una galería de arte más pequeña dentro de otra, en una suerte de laberinto o loop infinito, que invitaba a cuestionar cuáles son los límites del trabajo en la actualidad.

-¿Qué vínculos encuentran entre la espera y las formas actuales de precarización laboral?
Loreto: Los hay, como muchas personas en Chile, nosotras trabajamos eternamente con boleta de honorarios, esperando el contrato que nunca llega.
Roery: Siempre esperando, también, que te paguen digno por lo que has hecho. Por ejemplo, cuando una sale de la universidad trabaja a veces por visibilidad y piensa “algún día me van a comprar una obra”. Y genera precarización, porque estás trabajando con la poca plata que tienes y con eso mismo, intentando comprar materiales, entonces todo lo que haces sale precario. Y esa precariedad nace porque estamos esperando, que la cosas mejoren, que te contraten o que en la galería te paguen.
Loreto: Y esperando porque iban a subir el porcentaje de presupuesto a Cultura, que debía llegar al 1% y al final no se logró. Y si eso sucede, me imagino y espero que va a haber más plata y más pega para todos y todas… Hay un meme que me apareció en Instagram que dice «si para poder hacer arte dependes del Estado, no eres artista, eres funcionario público». Pero, ¿qué haces entonces? Tienes que someterte al sistema si quieres que te den financiamiento, si no ¿cómo?
Roery: La cultura, como la salud y la educación, son bienes humanos básicos y se deben democratizar. Entonces ¿de qué otra forma se podría financiar?, porque a mí me parece mal que los artistas dependan del coleccionismo y que entremos en una ruta de desarrollo neoliberal. ¿Qué otra forma hay de financiar? Ya la privatización de la salud hizo que existieran pacientes de primera clase y pacientes de tercera. Entonces, si queremos hacer lo mismo con el arte, también vamos a estar fomentando que existan artistas de primera y de tercera clase.

-¿Qué puede hacer el arte frente a este tipo de problemáticas que parecen tan estructurales?
Roery: En lo práctico no sé, pero sí la reflexión y generar comunidad, porque al conocer y conversar junto a otras personas, se propicia un pensamiento crítico. O sea, los artistas podemos aportar a que las personas lleguen a ese lugar. Ser un espacio en el que se piensa.
Loreto: Es contradictorio. En nuestro trabajo, Las Honorarias tenemos dos caminos: a veces estamos super preocupadas por lo que está pasando, angustiadas, y la Roe me dice “es arte. No estamos operando a nadie a corazón abierto, no hay que estresarse”. Pero por otro lado tenemos esta ilusión de que estamos haciendo algo que es muy importante, desde el arte… No somos arte político, según yo… Somos artistas con conciencia de clase, no más, y si a alguien le hace sentido, bacán. Queremos generar reflexiones que permitan que la gente se quede pensando.
-El Comité Anti Espera se sitúa en un cruce interesante entre arte, activismo y política. ¿Cómo piensan ustedes esos límites?
Roery: Para mí, activista sería ir a liberar unas vacas de la granja o lo que está haciendo Greta Thumberg, que avanza a Palestina en barco. El artivismo sería hacer eso, con arte. Pero eso incluye el pensamiento de que el arte se relaciona con cosas bellas o cosas manuales, y yo tampoco estoy muy segura de, por ejemplo, hasta donde están los límites del arte. ¿Qué es una performance? Siento que son definiciones personales incluso. Lo que no hacemos con Las Honorarias es tratar de hacer un arte panfletario, como si fuera política. Porque eso se trata de imponer una idea; crear un logo e imponer una idea a la gente. Eso no. Porque no nos interesa caer en la publicidad, sino generar reflexión, que es otra cosa, porque lo que hacemos es tratar de incentivar a que la gente piense qué es lo que tiene para decir acerca de estos temas, en vez de decirles cuál es la verdad. Eso no va con nosotras.
-¿Les gustaría que el Comité Anti Espera continúe como plataforma en otros contextos?
Loreto: Nos gustaría seguir de alguna forma con el proyecto en torno a la espera, porque a todos nos toca de alguna forma. A nosotras nos gusta hacer obras que inviten a la reflexión y tenemos la visión de que ojalá nuestro trabajo llegue a las personas que no pertenecen al circuito del arte visual. Siempre nos gustaría que, digamos, al ciudadano común, le hiciera sentido lo que hacemos. Entonces, ojalá poder seguir con este proyecto para lograr que más gente reflexione respecto a la espera.
Roery: Porque la cuestión de la espera es clasista. Por ejemplo, el otro día le mandamos a un profesor la propuesta y nos comentó que éramos «graciosas». Bueno, el proyecto es gracioso y siempre buscamos comunicarnos con humor. Pero también, yo entiendo que un Comité Anti Espera para alguien que no ha esperado casi nada, es un chiste. Pero si vamos a presentarnos en un hospital es muy distinto. Porque la espera de las personas que tienen menos acceso y menos capital, es bien cruda y triste.
Aunque nuestra posición política está clara, nuestra idea es salir de la contingencia y los partidos políticos, e invitar a pensar en lo inicial, como la espera. Que independiente del pensamiento político de cada persona, todos tenemos problemas en común. Entonces queremos preguntar por la espera y ver qué se propone también. Imaginar cosas como el Registro Nacional de Espera, o, la idea de poder regalarle una hora a una persona. Tratar de buscar una solución. El arte abre ese espacio utópico.

El Colectivo Anti Espera (C.A.E.) tuvo una nueva aparición en el espacio público en el marco del Festival de Performance Inmanencia, donde recitaron su manifiesto con megáfono mientras trazaban círculos de arena en el suelo. La jornada culminó con una marcha por el Paseo Ahumada, en la que artistas y asistentes portaron banderas y distribuyeron panfletos, repitiendo sus consignas una y otra vez.
Por su parte, el próximo 17 de octubre a las 18:00 horas, Las Honorarias realizarán el lanzamiento del catálogo de la exposición OCUPACIÓN en el Centro Cultural Centrarte (Av. Ecuador 4217, Estación Central). Una instancia abierta para todas y todos quienes se cuestionan las condiciones del trabajo y la espera en la época actual.
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Manifiesto del Comité Anti Espera (CAE)
¡El tiempo es un derecho!
Nosotras, Las Honorarias, junto a todas aquellas personas que han
esperado de más —en consultorios, oficinas públicas, ferias
laborales y ventanillas invisibles— declaramos la formación del
Comité Anti Espera, una fuerza ciudadana, sensible y política que
se levanta contra la normalización del tiempo robado.
Porque esperar no es neutral, y porque las esperas no son iguales
para todas las personas. Quienes viven con menos recursos, quienes
cuidan, quienes trabajan por horas o buscan atención del Estado,
saben que el tiempo se dilata injustamente. Nos hacen esperar
para desmotivarnos, para disciplinarnos, para alejarnos.
Las esperas son un modo de precarización.
Las filas son un modo de control.
El turno eterno es una forma de olvido.
Pero el tiempo no se recupera. Y cada hora que esperamos sin
sentido, es una hora que no soñamos, no creamos, no descansamos,
no cuidamos.
Por eso, el Comité Anti Espera propone:
1- Interrumpir la espera con encuentros, pan y conversación.
2- Recoger y visibilizar las experiencias de espera como acto
político.
3- Instalar la urgencia del tiempo digno como parte de una
nueva agenda cultural y social.
¡No más esperas sin respuesta!
¡Devuélvannos el tiempo robado!
¡Organízate contra la fila!
¡Exigimos!
Turnos con respeto
Horarios que se cumplan
Más sillas y menos filas
Que la espera no se herede



