Ediciones Liz: “Cada libro es una pieza única que respeta tanto a quienes lo crean como a quienes lo leen”

octubre 15, 2025
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Continuamos adentrándonos en los misteriosos caminos de la edición independiente local. En esta entrega de la sección #NoSéPorQuéLoHago, integrantes de esta casa de libros -que tiene nueve años de vida- cuentan de su peculiar trabajo de encuadernación artesanal, como sello de la producción de sus títulos. “El proyecto responde al deseo de romper con la industrialización del libro como objeto comercial, y de preservar el amor por los libros hechos a mano: plegando papel, cosiendo cuadernillos, utilizando vinilos, telas, cueros y otros materiales nobles”, cuentan

[Revisa la entrevista a Alberto Ponce, autor de la novela «Vivero», publicada por Ediciones Liz]

“Somos encuadernadoras y restauradoras, editoras, licenciadas en Literatura, grandes lectoras y docentes”, cuenta Elizabeth Gallegos, una de las integrantes de una peculiar editorial. Se trata de Ediciones Liz, que está “conformada por mujeres vinculadas al mundo de la literatura, la encuadernación artesanal y la gestión cultural”. Concretamente se trata de Gallegos en la edición General; Flavia Paredes, como editora general; Macarena Rivas y Victoria Paz, encuadernadoras; y Zahorí Balmaceda, pasante de edición.

Este proyecto, explican, nace dentro del taller de encuadernación de Liz Gallegos. “El taller ya tenía dos años de actividad, pero aún no contaba con un nombre oficial, por lo que se le llamaba Taller de encuadernaciones Liz, actual Taller Artes del Libro”. Si bien “Liz” forma parte del nombre de la fundadora, agregan, “tiene un toque íntimo, artesanal y femenino. Es breve, sonoro y guarda una historia personal que se transforma en colectiva. Representa la delicadeza del oficio y la firmeza del propósito”.

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-¿Cuál es el origen del proyecto? ¿Qué las llevó a decir: “tenemos que hacer una editorial”?

Ediciones Liz nace de la fusión entre dos pasiones profundamente arraigadas en su fundadora: la encuadernación artesanal y la literatura. Desde ese cruce, surge la necesidad de crear un espacio donde la edición no sea solo técnica, sino también ética y afectiva. Queríamos publicar textos que nos interpelaran, que dialogaran con el territorio y que pudieran circular en formatos cuidados, hechos a mano, con tiempo y sentido.

El proyecto responde también al deseo de romper con la industrialización del libro como objeto comercial, y de preservar el amor por los libros hechos a mano: plegando papel, cosiendo cuadernillos, utilizando vinilos, telas, cueros y otros materiales nobles. Apostamos por letras contemporáneas de autores que tienen mucho que decir, pero que no encuentran espacio en un mundo editorial dominado por el best seller y la demanda masiva. Por eso, nuestros tirajes son pequeños, a precios accesibles, y valoran el trabajo artesanal y cooperativo. Cada libro es una pieza única que respeta tanto a quienes lo crean como a quienes lo leen.

Tienen una característica especial: el trabajo de encuadernación. ¿De dónde viene ese saber, ese oficio?

La encuadernación es parte de nuestra historia personal y profesional. Algunas de nosotras nos formamos en encuadernación tradicional, restauración bibliográfica y documental, conservación patrimonial y restauración de papel y pergamino. Desde ahí fuimos aprendiendo el oficio como una forma de resistencia, de cuidado y de memoria.
Estamos siempre en constante capacitación. Cada libro que encuadernamos es también una forma de narrar.

¿Cómo comprenden el concepto de independencia en el campo editorial?

La independencia para nosotras no es solo económica o institucional, sino también estética y política. Implica decidir qué publicar, cómo hacerlo y con quiénes. Es poder sostener una línea editorial coherente con nuestros valores, sin responder a lógicas de mercado que invisibilizan voces o aceleran procesos.

Desde esa definición, ¿cómo se inscribe su propuesta en el campo editorial local? ¿Cómo se vinculan con otros proyectos?

Aunque muchas nos perciben como una propuesta nueva, en noviembre cumplimos nueve años de trabajo con Ediciones Liz, lo que nos permite afirmar que somos parte activa del ecosistema del libro y de las editoriales independientes en Chile. Nuestra propuesta se inscribe en una tradición artesanal que, lejos de desaparecer, se fortalece como acto político y de resistencia frente a la lógica industrial del libro como mercancía.

Reconocemos que existe una variedad rica y valiosa de editoriales independientes y de manufactura en el país, lo que demuestra que, en plena era tecnológica, lo artesanal no solo gana espacio, sino que se vuelve necesario para preservar el vínculo entre obra, territorio y comunidad. Desde esa perspectiva, tejemos redes con proyectos afines, participamos en ferias, colaboramos con autoras y autores locales, y nos vinculamos con espacios comunitarios. Creemos en la circulación horizontal del conocimiento y en la construcción colectiva, donde cada libro es también una conversación entre saberes, oficios y afectos.

¿Cómo eligen lo que publican?

Elegimos textos que nos desafíen intelectualmente y que dialoguen con nuestras preguntas éticas y estéticas. Nos interesa publicar obras que no solo tengan valor literario, sino también un posicionamiento claro frente al mundo: que estén a favor de los derechos humanos, que rechacen el negacionismo, que sean respetuosas con el medio ambiente y que sostengan cualquier tema ético que no nos robe la humanidad.

Buscamos autoras y autores que trabajen desde la honestidad, la experimentación y el compromiso con su entorno. Valoramos las voces que se atreven a pensar distinto, que escriben desde la experiencia, la memoria o la imaginación crítica. Cada publicación es una elección consciente, tejida desde el cuidado y la coherencia con nuestros principios.

¿Cómo creen que esta selección editorial aporta al campo local?

Nuestra propuesta editorial aporta diversidad, cuidado y profundidad al campo local. Elegimos textos que quizás no tendrían cabida en editoriales tradicionales, ya sea por su formato, su contenido o su ritmo. Lo hacemos desde una mirada que valora lo artesanal, lo experimental y lo ético.

Cada publicación invita a una lectura que no es solo intelectual, sino también visual y sensorial: libros hechos a mano, con materiales nobles, pensados para ser tocados, observados y sentidos. Esta experiencia transforma el acto de leer en un encuentro más íntimo y reflexivo.

Más que ofrecer respuestas cerradas, buscamos abrir preguntas, provocar diálogos y generar vínculos entre autoras, lectores y territorios. Creemos que esta forma de editar y seleccionar textos nutre el campo editorial local al ampliar sus horizontes, al resistir la homogeneización y al sostener una práctica comprometida con la humanidad y el entorno.

A la fecha, ¿cuál es el balance del nacimiento de su editorial? ¿Cuáles han sido los principales aprendizajes?

El balance es profundamente positivo. A lo largo de estos nueve años de recorrido, hemos aprendido a trabajar en equipo, a sostener procesos largos con paciencia y compromiso, y a cuidar cada etapa del libro: desde la selección del texto hasta la encuadernación final. Cada publicación ha sido una pequeña victoria compartida, fruto del esfuerzo colectivo y del amor por el oficio.

También hemos aprendido a escuchar, corregir, celebrar y soltar, entendiendo que cada libro tiene su propio ritmo y que el trabajo editorial es, ante todo, una práctica de cuidado. Nos mantenemos en constante aprendizaje, abiertas a nuevas formas de hacer y de pensar.

En este camino, han pasado por Ediciones Liz distintas personas que han enriquecido la labor con sus saberes, miradas y afectos, y que nos han enseñado aún más sobre lo que significa editar con sentido, con ética y con comunidad.

-¿Cuáles son los próximos libros que vienen?

Estamos trabajando en una serie de proyectos que nos entusiasman profundamente. Por un lado, estamos abriendo una nueva colección de literatura femenina, pensada para visibilizar voces que exploran lo íntimo, lo político y lo poético desde diversas perspectivas.

También estamos desarrollando tres novelas juveniles: Una de fantasía, que invita a imaginar mundos posibles desde la sensibilidad contemporánea; otra que aborda el consumo de drogas en la adolescencia y la importancia de los vínculos afectivos como forma de cuidado; y una infantil-juvenil que reflexiona sobre cómo aprender a vivir luego de las pérdidas, con ternura y profundidad.

Además, vienen en camino dos poemarios, escritos por autoras que trabajan desde la experiencia y la memoria, con una voz potente y honesta.

Y como siempre, tenemos mucho en mente: nuevas propuestas llegan, se conversan, se tejen. La editorial está viva, abierta al diálogo y al movimiento.

Más información en: www.edicionesliz.cl y en www.artesdellibro.cl

AUTOR/A/ES
POR 
Francisca Palma
Nortina y hospiciana. Periodista, funcionaria pública y bordadora. Autora de Iquique Glorioso (Editorial Radio U. de Chile, 2016) e Iconoclastas (Navaja, 2024).
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