El viaje por las nubes. Sobre “La siembra de las nubes” de Claudia Apablaza

noviembre 19, 2025
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Hay escrituras que se relacionan con el viaje, entendido no sólo como trasladarse de un lugar a otro físicamente, si no como un tránsito hacía un nuevo descubrimiento de una misma, como una especie de viaje interior. Se podría decir que es narrar aquellas epifanías que nos deja el desplazarse por alguna historia que fluye dentro nuestro. Pero a veces no se cuentan aquellos instantes previos de la decisión de emprender aquel viaje, como bien dice la escritora Sabina Urraca, quien dedicó elogiosas palabras a La siembra de las nubes de Claudia Apablaza (Seix Barral, 2025). Un irse y no irse, contar el entramado de aquella decisión, colmarla de poética y cruzarla con otras historias familiares, siempre a la sombra de aquellas nubes que deben ser bombardeadas para provocar la lluvia, en un -casi- distópico porvenir climático en que la misma narradora elucubra con imágenes que algunos creen imposibles. 

Esas otras historias se van entretejiendo en el personaje principal de la novela de Apablaza. Amelia -Ame- gana una beca para irse a estudiar a Canadá y continuar sus investigaciones científicas para provocar lluvia artificial. Pero entre sus decisiones de dejar todo, incluso el departamento, también se va desarrollando el conflicto con un novio celoso, Benito; su amante Dalia, quien se muestra fría y distante para evitar el dolor de la separación, o el nuevo romance que estalla con Renato. Y ese es el marco que nos hace avanzar a la velocidad de la luz porque además de eso: Ame va descubriendo la intrigante vida de su tío Aquiles, quien de alguna manera nos va contando ese otro Chile que Ame conoció en su infancia, el doloroso pasado de las persecuciones políticas, el exilio, y las decisiones familiares de dejar atrás todo. Pero resulta un ejercicio difícil, porque, finalmente, todo está impregnado de memoria. Parece que Amelia espejea en ellos sus propias decisiones para marcharse.  Su voz y tono titubea también y el lector o lectora va avanzando a tientas junto a ella. ¿A alguien no le ha pasado alguna vez cuando decidimos marcharnos, irnos, y aparece de pronto la nostalgia y el trabajo severo y aleccionador del desapego? En este nuevo trabajo de Apablaza, vamos aprendiendo de ello a través de sus personajes, donde todo es un dejar ir, como el apego a las cosas, a los cariños, a los recuerdos los que pueden cambiar de forma en su enorme fragilidad, como las nubes, pero siguen ahí aunque no lo busquemos incluso a través de los silencios de la misma familia de Amelia.

Apablaza es una escritora chilena prolífica, actualmente radicada en Madrid, editora y fundadora de Los Libros de la Mujer Rota y nos entrega esta narración con una estructura que a veces se hace compleja,-recuerda un poco a Cynthia Rimsky- pero que sale airosa al provocar en quienes leemos con atención una curiosidad por descubrir, al igual que la voz de la narración, si la decisión de irse estuvo bien tomada, si la aventura ya comenzó o está a punto de comenzar cuando subimos a un avión y atravesamos las nubes a la incertidumbre de un nuevo destino. Sin duda, un ejercicio literario necesario en estos tiempos.

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