Algo estaba por ocurrir. Algo inmenso venía por nosotras. Una lectura de Racimo de huesos de Fernanda Cárdenas
Sorprendente me pareció en este libro de Fernanda Cárdenas la forma de expresar el dolor de la pérdida, su fuerza y a la vez sutileza y su la profunda reflexión sobre la ausencia, enmarcado todo en un remolino de aguas. Torrente de recuerdos y olvidos movilizados por un aquí.
El aquí del momento mismo en que sucede la invasión líquida del desorden, la amenaza y la rapidez de vislumbrar la salvación: la salida. La observación minuciosa de detalles mientras la hecatombe sucede.
¿Cómo narrar-poetizar esa instancia? El lenguaje se descalabra. Las palabras se erizan al tener que nombrar -en la mente- la casa y los cuerpos convertidos en restos amenazantes, semejantes, tal vez en sus heridas.
Aquí cabría, dice:
¿Este Aquí es el poema, una cajita de palabras o la materia con que se irá construyendo?
Despedida, muros, rendijas, túneles, vidrios y su ausencia, fisura en la madera, fisura en el cemento, fisura en el sistema de afectos, vértigo, desidia y rabia cabrían en este aquí.
AGUA
agua de mar es lo que aflige a esta Voz a esta alma que mira y recorre
o que mira y revive turbulencias de agua, lodo, restos
Dice que el viento tiene un color punzante.
Y ella, la de la bufanda amarilla ¿Es ella lo que marca la ausencia?
Alguien despierta esa mañana con el peso de sus costillas.
palabra /
trampa cóncava /
costillas,
dice el poema
¿costillas de la Madre? preguntamos
¿costillas de la Voz que mira y recorre nombrando?
¿costillas de la Casa?
Hay troncos, huesos, ramas
tarsos y metatarsos, astillas y afectos
flotando en la corriente.
Pero podrían guardarse también aquí remolinos o remansos de agua
en la que flotan o fluyen, palabras-imágenes de incerteza y temor.
aquí cabrían, dice el poema
pero no están.
Algo o alguien no está. Y no está porque no puede estar.
La ausencia se arraiga en este texto de agua.
Pero aún hay más:
el AGUA también puede incinerar, quemar
y hay minucias, cosas pequeñas como hilos, llaves, que adquieren la importancia de cosas enormes, como el pensamiento.
Huir, entonces, piensa-escribe
salir del pasillo / entrar a las calles
Pero el adentro y el afuera son casi simultáneos. También el agua en su torbellino hace que el espacio y el tiempo tengan fisuras que les permiten a uno entrar en el otro. La casa es el espacio del orden, pero también es tiempo: es la disposición de días, de horas.
Y es algo más: después de la catástrofe líquida, la casa es ella misma en sus bordes, así como la escritura -esta escritura- es en sus bordes.
madera, árboles, cuerpos que se deshacen, casa que se desploma, escritura de la que solo quedan sus bordes. Paredes formadas por vocales y adobe
donde tus dedos y mi lámpara caven /la misma palabra, dice el poema
¿La palabra muerte?, ¿la palabra sobrevivencia?, ¿quiénes cavan?
El poema lo dice: deberá arraigarse en sequía / esta sobrevivencia a la madre.
Catástrofe de agua, catástrofe de familia, ausencia de mano, de madre
la canción que suena al fondo/de mi cabeza de barro no la encuentro / sino en el agua la fuerza empuja/articulaciones mientras mis dedos aferran vida a la curvatura de una roca en la desembocadura una mano / amputada de madre.
Pero quizá hay un remedio para esta ausencia
parir a la madre en lugar de buscar / sus pupilas más allá de la puerta.
Los recuerdos quedan lejos al producirse esta inmediatez. Y lapérdida de un cuerpo es equivalente a la destrucción de la Casa.
que se astille como se pudren / los tijerales que recuerdan / su primer festejo
Así como en el cuerpo
el esternón protege del derrumbe / a los pulmones/ catástrofe medular que implosiona
y abre huecos en las paredes
Luego de la catástrofe de agua, sigue la excavación,
el escarbar:
abnegación de uñas contra el barro / que la mano persevere entre piedras
Y los huesos,
vanquedando, decantando en un racimo.
¿Qué deseas?
preguntamos a esta Voz que deambula buscando objetos, materia, palabras para escribir sucesos que desgarran el adentro y el afuera. Pensamiento y lengua se unen un instante al encontrar la palabra que cristaliza “el pensamiento de agua”, creando así esta melodía extraña, este Racimo de huesos que en su extrema parquedad caló profundo y pudo entregarnos algo de lo que tanto deseaba:
un sonido que extraiga el peso/ de la /ausencia … una palabra que alumbre el paso/aire insondable del duelo

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Fernanda Cárdenas Infante (Santiago, 1996) es escritora y profesora de Lengua y Literatura. Ha sido becaria de la Fundación Pablo Neruda y del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio. En el presente investiga dos poemarios sobre el legado político de los muertos en el desierto de Atacama. Este es su primer libro.
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Sobre el poemario
Esta poesía despliega imágenes que rodean un sistema de afectos unido indisolublemente a la materia cárnea. Dedos, huesos, costillas, dientes, tórax, pulmones son estructura que sostiene el andamiaje de los días y aprisiona. Una armazón dentro de otra, la casa es también un espacio de exploración.
La voz poética busca alguna vertiente, la salvación del agua y para eso excava. Persiste en los pasadizos de la maternidad, de la escritura, de las relaciones amorosas, del sentido de la propia existencia. Desea abrir las carnes de la soledad primaria, soñando con «paredes de vocales y adobe /donde tus dedos /y mi lámpara caven /la misma palabra». Encontrar un decir que nos contenga y sea parte de esos ríos que cantan detrás de las piedras que son los huesos, que son las trabas que no permiten fluir, que condenan el olvido.
Adentrándose en los distintos estados de la pulpa vital, este Racimo de huesos arriba a una percepción lúcida y triste a la vez: «no hay esqueleto que aguante /un país a la espalda».
*Palabras de Rosabetty Muñoz
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