«La mitad del mundo también escribe». Lorena Díaz Meza y las mujeres que narran, editan y publican

diciembre 11, 2025
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Lorena Díaz Meza es escritora, editora, profesora y tallerista. Fundadora de Ediciones Sherezade, un proyecto que ha abierto espacio a la microficción y a nuevas voces literarias desde la independencia y la creación artesanal. Su obra abarca cuento, microficción y microrrelato, con títulos como Pulsión de tinta (Queltehue, 2023), La herida abierta (Asterión, 2023) y Gestos de escritura (en coautoría con Pía Barros), además de múltiples libros-objeto, que integran palabra y materialidad.
En su trabajo como docente y mediadora de talleres, ha desarrollado un vínculo constante entre literatura, comunidad y libertad creativa. Aquí, conversamos sobre su relación con la escritura, la creación de Sherezade, el lugar de las mujeres en la literatura y la importancia de devolver al libro la ternura.

La escritura y el género breve

– ¿Cómo defines tu escritura?
– He publicado libros de cuentos, de novelas, pero he hecho mucha microficción, es un género que me atrae por muchas cosas: por la precisión, por la calidad, por las capas que tiene. La microficción se puede leer varias veces y siempre le vas a ir encontrando distintas capas de profundidad. Me gusta esa escritura, como dice la Pía —Barros—, desde la urgencia. Son textos breves que dicen mucho en poco. Me parece un género dinámico, inclusivo, porque incluso la gente que dice no leer, puede acceder a un microcuento. No le parece lejano leer tres líneas. Puede ser un muy buen enganche para que empiecen a leer. También me parece un género rebelde, en cuanto a la estructura. Es microcuento, pero también se parece al cuento, a veces es medio poético, un género híbrido. Me gusta que sea como porfiado, que se vaya siempre por los márgenes.


El boom —del microcuento—  en Chile fue político. Escribamos breve para que alcancemos a terminarlo, no sabemos qué va a pasar mañana. Se une mucho a otras formas de escritura como el graffiti o las pancartas, cosas breves y urgentes. Pero hoy día está cambiando la microficción, hay otras formas breves de escritura. Es un género en movimiento.

Pia Barros empezó a difundir la microficción en los años ‘80. Pero lo que hicieron durante los ‘80, ‘90, ve sus frutos en el 2010, que es como el boom de la microficción en Chile.

Pulsión de tinta, La herida abierta  y la escritura desde lo íntimo

– ¿De dónde sale la idea de tu libro Pulsión de tinta?
– Fue una idea en conjunto con Pía Barros. En pandemia empezamos a conversar. Yo había escrito un par de textos sobre cómo la escritora que soy siempre queda al final, primero mamá, después el trabajo, después esposa, amiga, y a la escritora nunca le toca.
Se los mostré a Pía y me dijo “yo tengo textos así, hagamos una antología”. Y así nace Gestos de escritura, primero. Cuando sale ese libro, pensé: “no puedo sacar el mío, es el mismo tema”. Pasó un tiempo, y Pulsión de tinta lo pide la editorial Queltehue. Lo postularon al Fondart, yo antes lo había postulado y me lo habían rechazado porque decían que el tema era de nicho, que a nadie le interesaba, pero Queltehue sí lo gana. Así se publica.


– ¿Cómo equilibras esa tensión que mencionas en tu escritura?
– Me cuesta tener los espacios, me cuesta darle espacio a la escritora. Siempre hay culpa, por los hijos, por la casa. Siento que uno escribe en los tiempos robados. Cuando estoy escribiendo, siento que le quito tiempo a mis hijos o al trabajo editorial. Es como puros pedacitos de tiempo que le voy quitando a cosas. Pero lo he trabajado en terapia, entender que esto también es trabajo, aunque no tenga siempre retribución económica.

– La herida abierta es un libro desgarrador. ¿Por qué decides escribir sobre eso? ¿Cómo fue para ti escribir desde espacios tan íntimos?
– Ese miedo que atraviesa el libro viene de mi abuela. Ella perdió un hijo en dictadura, nunca lo encontró, nunca vio el cuerpo. Siempre creyó que estaba vivo. Crecí viéndola sufrir esa ausencia. Acompañaba a mi abuela a tarotistas, a médiums, y siempre preguntaba “¿mi hijo estará vivo?”. Nadie le decía que sí, pero ella seguía creyendo. Entonces, en algún momento entendí que ese miedo no era mío, es de mi abuela. Lo arrastro desde ahí porque crecí con ella viendo lo mucho que sufrió en esa ausencia. 

Y curiosamente, a mí me gusta mucho más La herida abierta que Pulsión de tinta.

Una amiga me dijo algo muy bonito, porque salen los dos libros el mismo año. Primero salió La herida abierta y después Pulsión de tinta, y me dijo “el primero es reconocer a tus ancestras, reconocer de dónde vienes, y el segundo, reconocerte tú, y pore eso no te gusta, porque hay algo ahí que te debe molestar”. Y creo que tiene razón. La herida abierta es más colectivo, más de familia. Pulsión es más solitario, es presentarme como escritora. De alguna forma, es reconocerme ahora de manera individual, no con el colectivo. La herida abierta es un colectivo. Es la mamá, los hijos, los abuelos, la familia.

Editorial y proyectos colectivos

– ¿Cómo nace tu proyecto editorial?
– La idea nació por varios motivos. Yo quería trabajar en una editorial, pero era difícil entrar. Al mismo tiempo trabajaba en una cárcel y veía muchos buenos escritores sin acceso a publicar. Lo mismo en talleres con adultos mayores, con amigas. Había un grupo grande de personas que no tenían acceso a editoriales.
Conocí a Pía Barros, me leí todo lo que ella había publicado de microficción, y pensé: “voy a hacer una editorial para publicar escritores emergentes y microficción”. Empezamos a imitar los libros-objeto de la Pía, con una importancia política pero también artística. Me gusta la ilustración, las manualidades, era como unir todo. Entonces tenemos dos o tres líneas, libros tradicionales de microficción., los talleres y material para que la gente pueda seguir escribiendo, leyendo. Y los libros-objeto, que son nuestro chiche, porque los disfrutamos un montón.

– ¿Cuál es la relación que tienes con la Editorial Asterión?
– Somos editoriales distintas e independientes. Andamos juntas, pero no revueltas. Por la amistad que tengo con Pía, colaboro mucho, pero esa editorial es de ella. Sin embargo, ha sido nuestra madre editorial, nuestra guía. Hemos aprendido todo de esa experiencia.

– Has trabajado talleres literarios en escuelas, cárceles, comunidades. ¿Qué papel cumple ese trabajo para ti?
– Yo creo que es un espacio, como cualquier trabajo, y como cualquier espacio, cuando la gente dice oh trabaja en la cárcel, pero ¿y por qué no? Se cumple con los requisitos, hay personas que quieren aprender esto; está bien, es un trabajo como cualquier otro. Y siempre, sobre todo en estos lugares, que tienen condiciones diferentes a las que uno vive habitualmente, siempre me voy con la sensación de que aprendo más de lo que enseño. Voy a enseñar, yo enseño a escribir, a leer un texto, a analizar un texto, y eso, lo enseñan muchos, y hay material para eso (por último, escrito, hoy día en Google) el sello que uno le da, por supuesto, es todo distinto, pero está el material. Pero lo que yo me traigo es intangible, las conversaciones con alguien son maneras de ver la vida que después me ayudan, por supuesto, a enriquecer un texto, a escribirlo también.

Esos lugares me aterrizan, me hacen consciente de mis privilegios. Tengo agua, casa, techo. Si mi hijo se enferma, puedo llevarlo al médico. No todos pueden. Ir a esos espacios me nutre y me vuelve más consciente.

Escritura colectiva y redes de autoras

– Mucha de tu producción está relacionada con colectivos como Señoritas Imposibles y REM. ¿Qué sentido tienen para ti esos espacios?
– Me gusta trabajar en colectivo. Siento que uno une fuerzas, crea trama, una red que después sostiene. Señoritas Imposibles fue un proyecto hermoso, muy intenso. Después armé Ediciones Imposibles, la editorial de ese colectivo, después me vino un cansancio muy grande en medio de muchas cosas y no puedo seguir llevando esa editorial. La Red de Escritoras de Microficción también fui una de las que se les ocurrió, me gusta andar armando patotas y la hicimos con las mujeres microficcionistas latinoamericanas que hoy día hay muchas más de otros países también. 

– ¿Qué importancia tiene para ti que las mujeres podamos escribir y publicar?
– Me parece fundamental. Es un derecho. Como los hombres lo tienen, nosotras también.
Una vez un amigo me dijo: “¿y por qué tendría que leer mujeres?”. Y me dice, “ojo, no estoy reclamando, pero, ¿por el simple hecho de ser mujeres hay que leerlas?” Me quedé pensando un rato, fue como claro, por el simple hecho de ser mujeres no hay que leerlas, pasa un rato y le respondo, “porque te pierdes la mitad del mundo, los hombres te cuentan una visión del mundo que es súper importante, interesante, maravillosa, pero está la otra parte que es igual de interesante, maravillosa, que la perdemos al leer solo de un género. Al no leer mujeres te estás privando tú, no a las mujeres, las mujeres van a escribir igual, pero te estás privando tú de tener una visión más amplia del mundo, yo creo que te deberías dar ese regalo de leer mujeres para ampliar tu mundo”. 

En ese sentido creo que es importante la escritura de mujeres porque hay una visión de mundo en su escritura que no está en la de los hombres, y al revés, y claro los hombres ya han tenido mucho espacio a lo largo de la historia, entonces como decían, que muchas veces Anónimo fue una mujer que escribió algo, entonces qué bueno que se reconozcan, qué bueno que se publiquen las mujeres, pese a todo, porque cuesta escribir y que una mujer saque un libro y sea madre, y trabaje, y tenga toda esta carga social, qué bueno que lo logre. 

Circulación internacional y volver a la ternura de los libros

– Tu obra también ha sido traducida al inglés, francés y griego. ¿Qué significa para ti ver tus libros en otros lugares?
– A lo mejor yo soy súper básica, no me lo cuestiono. Es que en realidad todas estas cosas no las he buscado, me llegan, y soy muy agradecida, pero la verdad, yo no sé idiomas. Qué bonito que esté en otros idiomas, qué bonito que se pueda traducir, pero no sé si eso logra un impacto afuera, yo sé que eso ayuda en mi currículum puede ser, pero no sé si alguien lo lee, y cómo lo recibe, porque está tan lejos que le pierdo la pista, y no sé si son traducciones buenas. 

– ¿Qué te parece que Pulsión de tinta haya sido seleccionada para el Shortlist 2025 rumbo a Frankfurt 2027?
– Me sorprende. Y siento que el mérito es totalmente del editor, eso jamás habría ocurrido si Joaquín —Eguren— no postula el libro. Y la verdad, me pone muy contenta, siento que es algo importante para mí y para la editorial. Que lo agradezco muchísimo. Pero en realidad estar en Frankfurt no es algo que me quite el sueño. Hoy día estoy como muy metida en otras cosas, en los libro-objeto, libros de artistas, publicaciones experimentales. En enseñarle a otras personas a publicar estas cosas. Yo digo esta es la rebeldía de la ternura, se ha perdido la ternura de los libros. Hoy puedes sacar libros, mandar a una imprenta tú misma, sin fondo, se junta plata y se hace un libro, hay mucho, pero cuánto de eso tiene esa humanidad y esa ternura, y a eso estoy muy dedicada hoy día, a devolverle al libro la ternura del hacer, disfrutar el proceso. El proceso de la publicación, elegir los materiales, cómo la materialidad del libro pasa por nuestro cuerpo. Hay materiales que me encantan, otros que no los usaría. Darle nueva vida a algo, a algún objeto.

Hay que disfrutar pero con los pies en la tierra. Hace poco una amiga me decía “nosotras tenemos que publicar y ser famosas, y publicar en editoriales grandes porque lo merecemos, somos buenas, somos profesionales”. Y yo creo que somos buenas y profesionales, no lo dudo. Y ella es brillante. Pero yo decía, “ahora estamos siendo escritoras, esto es ser escritoras, no esperes”. ¿Qué más puede pasarnos? ¿Hay que vender más libros, viajar? Pero disfrútalo ahora, esto es ser escritora, no es más que esto. No esperemos lo que va a llegar, disfrutemos lo que estamos haciendo hoy día. Y también es válido que quieran hacer eso, si me ofrecieran publicar en una gran editorial, quizás aceptaría, no es algo que yo rechace, pero no es mi foco. Al menos hoy día no la iría a buscar. 

Consejos y lecturas

– ¿Le darías algún a quienes quieren escribir o publicar?
– Más que un consejo es una sugerencia, es un tip, que busquen, que lean mucho por supuesto, para escribir hay que leer harto y que busquen alternativas para lo que quieren escribir. Generalmente uno piensa en un libro tradicional, de un editorial tradicional, estar en las librerías tradicionales, pero preguntarse por qué se quiere publicar.  La sugerencia es ir a mirar las ferias de libros, ir a mirar los lugares donde hay libros, incluso las ferias de oficios. A veces no son de libros como tal, a veces el libro que yo quiero hacer no está en la librería, está en un museo, está en una feria libre, mi libro está en un té con amigas. Siempre pensamos que vamos a hacer un libro para que esté en librería y a veces no, el libro es para adornar la casa, es para otros espacios. Y bueno hay editoriales independientes y editoriales cartoneras, y hay editoriales no sé, de ciencias sexuales , entonces hay tantas, hay tanto, y si no hay, ¿por qué no crearlo uno?


– ¿Cuáles son tus libros, autoras o autores favoritos?
– Siempre vuelvo a los cuentos de Cortázar, a Abelardo Castillo, Mempo Giardinelli.
Admiro mucho a Liliana Hecker y a Pilar Dughi, que es peruana. Y el año pasado -y me han volado la cabeza dos autoras- encontré a Agota Kristof y Juana Inés Casas. Me encantan sus cuentos porque no pasa nada en ellos, siempre estamos esperando que haya un conflicto grande y en los de ella los conflictos reales son muy pequeños, pero son tan potentes… nos llevan a una profundidad tan intensa que me tiene muy entusiasmada su forma como de no contar algo tan maravilloso pero sí dejarnos el eco de una profundidad.

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