AKA Pupilo Piola
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AKIRA2019, distopía, estallido y revuelta. ParteII

La singularidad arrasa la ciudad, pulverizando el metal y el hormigón al más mínimo contacto con su luz. Todo lo sólido se desvanece en una sublime incandescencia. Este instante absoluto, imagina el fin de la separación de los seres a través de la disolución de Akira, Tetsuo y los niños viejos, en una sola energía.

Akira2019, distopía, estallido y revuelta I.

Abriéndose paso entre esquirlas y trombas de humo bermejo avanza a la siga de su dignidad. Con los ojos abiertos y la sangre empozada en la garganta, sale a sellar la trayectoria de su destino. De espaldas a las filiaciones partidistas, la tumultuosa fisonomía de los manifestantes agita dos banderas sobre sus cabezas: una es la versión luctuosa de la oficial, con la estrella blanca esquinada por el peso de un inexpugnable luto por los caídos; la otra es la mapuche.

La batalla de octubre, apuntes sobre el torniquete y los menores que derrotaron su mecanismo de un solo salto.

Una vez que la asonada popular explotó y el estruendo del ruido de los cacerolazos se hizo escuchar en todas las calles del país, y la noche de cada esquina se iluminó con el fuego de mil barricadas, todo un pueblo había comprendido y puesto en práctica la lección de los “menores” que asaltaban en tropel las estaciones del metro gritando “evadir, no pagar, otra forma de luchar”

Cinco viñetas y una koda de los primeros días del estallido popular

En una noche, la idea neoliberal de un país económicamente pujante y socialmente tranquilo se desmoronó como el castillo de naipes que siempre fue.

Un ponencista suelto en Bogotá (cap. XIII y XIV −final)

Esta es una pesadilla con la que ha soñado tantas veces, que ahora que comienza a rielar el decorado y sus personajes, el ponencista no puede sino fascinarse con su horripilante ejecución.

Un ponencista suelto en Bogotá (cap. XI y XII)

Ahora bien, si el club nocturno es la noche sin concesiones ni remisión, el “Mol (sic) es su previsible anverso. En su recinto se sucumbe a la luz del día sin sol. Los habitantes se someten a este espacio para vivir bajo la claridad sin calor del reflector.

Un ponencista suelto en Bogotá (cap. IX y X)

Mediador entre el turista y sus expectativas turísticas, sean estas legales, ilegales, o ambas, Robin hará lo posible, y tal vez lo imposible, para conseguirlo. De este modo cada pasajero requiere de una tarifa flexible, regateable, que su experta tasación calcula al ojo.

Un ponencista suelto en Bogotá (cap. VII y VIII)

¿Está sumergido en un pantano impresionista? ¿Está proyectando su estado de ánimo en la melodía de un aparato fonador irritado? Se le aparece un terror de lingüistas armados con instrumentos de medición. Los expurga con los diez mantras inmorales de los mandingas de Memphis.

Un ponencista suelto en Bogotá (cap. V y VI)

El ponencista no imagina una manera más persuasiva de venderle la prosperidad neoliberal a los electores. Es la tercerización en estado de (des)gracia. Algún día Latinoamérica será un solo y gran servicio al cliente. La región será la principal productora del bienestar del consumo mundial.

Un ponencista suelto en Bogotá (cap. III y IV)

“La expresión «todo es cancha», que extiende el campo de juego más allá de sus límites, ocupa la voz quechua «cancha», que denomina el lugar de culto. La idea del «templo en todas partes», es la del socialismo del sol que vio Mariátegui en el Tawantinsuyu Incaico”.