A la manera de su autor –que tenía una forma natural de no ser expansivo–, los poemas acá presentados se mantienen en un radio lejano de la queja o la jactancia, donde no hay alardes. Aunque quizá no tenga sentido explicar el por qué un poeta escribe como lo hace, Watanabe vinculaba este carácter de su poesía a la “imperturbable serenidad” que había heredado de padre y madre.
Carmen Berenguer, tus encajes del oficio
Un texto macizo, como roble fuerte, perenne, que junta, reúne, aglutina, aúna todo tu quehacer poético: tu maravilla pulgar, tu labor incansable como creadora de la palabra, “lengüita trino”, “la palabra que saltó del estómago vacío al blanco de la página” para mancharla sin tapujos desde tu dislexia liberadora del yugo patriarcal.