La memoria se mantuvo viva dentro de las aulas universitarias, ahí donde no llegó ni la censura ni la vigilancia del gobierno, en ese entorno se rememoraron los hechos que habían vivido los estudiantes y maestros, y la fueron legando a las siguientes generaciones. Así, desde ese momento surgió la frase que al día de hoy se mantiene vigente y que guía la búsqueda de justicia: “dos de octubre, no se olvida”.