OCTUBRE
Dias así con fuego y fiesta
de vecinas que vuelven
cargando muebles viejos -y no tan viejos-
del fondo de sus casas
y los lanzan con fuerza
en mitad de la calle
para intentar la proeza
de elevar la llama
por sobre la altura de los paraderos.
Días frenéticos furiosos felices;
jornadas
en las que un cuerpo colosal
se pone de pie
sacude las hilachas
de un sueño catódico
-y a crédito-
aprieta los puños
y camina alrededor
de sí mismo
hasta ponderar
las puntas de su sombra
tendida
en la encandilante luz
del territorio.
Testigos los huesos
que crujen
el pulso azorado
nuestra misma sangre
levantada al arrebol.
Cada esquina arde
cada quien quema lo suyo
y por horas el calor custodia
el canto de las rondas
que definen la forma
de la revuelta
recién nacida.
2019
Noches
de abrir la reja
y saquear a lo maldito;
días de todo ahora es nuestro
y correr por los pasillos
con la carne congelada y los botellones de vino
bendecidos por la rabia
y la reivindicación.
Malo pa la educación;
Bueno pa la salud.
iii
Vicuña bajo el metro
al revés del trazado
salta ríe revienta
habla lenguas de fuego
raya las paredes de la comisaría
y
se escribe la cara cansada
de la mamita en cada brazo
En tan solo unas horas
Pajaritos aprende a volar con los ojos abiertos
entre la luminosa materia incandescente
del territorio arrebatado
surca la extensión de un cielo sonriente;
penetra la lámina de luz elemental
y experimenta el vértigo
de encontrarse y extraviarse
otra vez
en cruz
junta palos perdidos a fines de Octubre
y ara las primeras huertas comunes
por las parcelas;
más allá de las brisas.
Vive su vida vaciado de cualquier verdad
que no sea la del periodo de viento
que eleva su vuelo
como pavesas que estallan
contra la gran noche
del cuerpo consagrado
al cataclismo
y la sedición.
iv
Días de dejar con diarrea a la primera dama
y desear la muerte
del mandatario y su parentela en el poder.
Horas en las que la clase política
tartamudea atónita
y firma
teatrales acuerdos
con la intención
de frenar el fuego
que consume por todos lados
su preciado feudo.
Entrecruzadas franjas de tiempo inestable
en las que
belleza y terror
se diluyen
en un mismo trago de saliva
llámese lunes o jueves por la tarde
trasnoche
desvelo o martes de madrugada;
dígase temprano en Elisa
o el viernes
de los proyectiles de adoquín
en Baquedano.
Ahora lo sabemos bien:
aquí bajo el andén
nada nunca dejó de trepidar.
v
Otros tantos atentos a la tribulación
compran rollos y rollos de papel confort
y se preparan para el inminente
y sanguinario ataque
de la población de más al sur.
En junta extraordinaria
antes que acabe el año
deciden cerrar todos los pasajes con reja…
…porque el que no vive en condominio
es porque no quiere…
vi
Así
se suceden secuencias sin auspiciador
en las que la tele se triza de golpe
y los rostros contritos tratan
de entablar en directo
el diálogo imposible
con las bodegas humeantes.
Días de recibir videos al celular
y mirar
con el volumen del estómago muteado
los primeros muertos
en la guerra declarada contra la revuelta
la revuelta
la revuelta
que arraiga y retoña en la razón
de los cadáveres calcinados.
vii
El año de la ofensiva del torniquete
noviembre asoma veloces vientos
a la flama florecida
la suma del territorio
es sierpe de barro y luz
piedra de río
nube costera arpegio cordillerano
es pluma imposible de pelar y
arrastrada por el peso
de su propio poder
pilla al vuelo la palabra
de un poema escrito en la calle
con los dedos torcidos.
El año de la ofensiva del torniquete
la sibila secciona
la cabeza de su estatua.
Perdidas preguntas retornan al lóbulo frontal;
Pero
¿Acaso no volvió el cuerpo a caminarse la nervadura de su exhausta carne?
¿Qué es entonces
la normalidad
de los días amodorrados por el alcohol
y las jornadas?
¿Y qué es lo normal en el andén donde se arrojan
los pasajeros que añoran salir a la superficie del dolor
de los días duplicados?
…y contra qué nodo se estrella el último pensamiento
de los muertos que se dejan caer
desde el piso más alto y luminoso del mall.
El año de la ofensiva del torniquete
pañuelo rojo
atado al cuello negro.
Y por un lapso de tiempo apreciable
creernos los perros que somos:
callejeros sin pelaje
lascivos hambrientos
desposeídos sí
cojos tal vez
pero con los caninos
dispuestos a morder la mano
que aprieta la correa.
El año de la ofensiva del torniquete
disparo directo a los ojos
los párpados rotos
y un reguero de aplausos a los caídos
que recorren sangrantes
las atestadas avenidas
en las camillas de la cruz roja.
Cómo olvidar el ruido
de las hélices que laminan la noche
en rectángulos cenitales;
a cualquier hora el cielo caluroso del Neokontry
se satura de helicópteros insomnes
que recorren rasantes
las poblaciones insurrectas.
Las silver las piedras los llantos
los láser las tropas los cantos;
todo sirve con tal de sentir los pies
abrir el pavimento.
Puede ser que con el tiempo instituido
de la hipotenusa
-ya no tan solo de la hipocresía- [en fin]
nadie crea en la existencia de esos días en que
por fuera de las pantallas prendidas
la comunicación intensa
trepó por los postes de la ciudad sitiada
para propagar por todas las panderetas
que cercan el territorio
el dialecto diáfano
de la desobediencia
y la dignidad.
Trauma Ocular
Un país entero que no puede ver
la exasperante lentitud
de las horas del día
arrastrarse por la hacinada celda
de los presos de la revuelta.
A través de las rejas
el territorio es un ingrato ataúd
descendiendo a la gran fosa del capital.
Duerma otra vez el sueño de la derrota
plagado de fantasmales huesos pelados
y siestas sin pulgas…
Duerma de nuevo su hermético y colosal corazón
de perro esquizo y extraviado.
Volverá a alzar su hocico inquieto
recortado contra un páramo insolado
una y otra vez volverá a ladrar y a morder
matojos de maleza cenicienta
cuando ya no haya otra cosa que morder
mas que su inquieta y esmirriada cola.
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