El autor de Sostener la deriva. Notas sobre el movimiento en el poema, Matías Ávalos, asume la incertidumbre y se abisma entre preguntas guiadas por el movimiento de las palabras, pequeñas luces como soporte de un misterio que solo es resuelto por la experiencia. Este breve ensayo, publicado por Falso Azufre, explora la relación entre el lenguaje y el ritmo, una inquietud que atraviesa toda la obra de Ávalos.
Breve, fluorescente, provocador, denso. Estas son las palabras que se me vienen a la mente cuando evoco el libro Sostener la deriva. Notas sobre el movimiento en el poema de Matías Ávalos, publicado recientemente por Falso Azufre.
Sobre las preguntas que abre el libro, la pluralidad de las mismas, los referentes poéticos y las inquietudes actuales de su autor va esta breve charla por correo, previo al lanzamiento del volumen que se realizará el próximo jueves 24 de abril a las 18:30 hrs. en la amada Librería Alma Negra.
Acá me sincero, tomo lo que plantea el comunicado de la compañera Lorena Huerta: “Con este libro, Matías Ávalos debuta en el género del ensayo tras años de escritura y reflexión sobre la poesía chilena contemporánea en medios de prensa. Su trayectoria en la crítica literaria se condensa aquí en una prosa que ha madurado sin perder la tensión en la frase ni el afán de sorprender al lector, haciéndolo no solo entender sino sentir”.

-Me quedé inmediatamente con una pregunta al ver el titular que refiere a «el movimiento en el poema». ¿Solo en singular, o es posible hablar de los movimientos?
Es, más que un singular, un universal. En ese sentido puede ser leído como plural, porque lo que busca la pregunta es hacerme pensar sobre las cosas que pasan en el poema.
-Me parece precioso el planteamiento de la pregunta, como una inquietud que atraviesa al autor, como un paraguas que evidencia, por un lado, la posibilidad de saber algo, y por otro, la imposibilidad de saberlo todo, al menos en el campo de la poesía. Esa forma de plantear/entender/sentir la pregunta, ¿te pasa solo con la poesía?, ¿en qué otras dimensiones te encuentran?
Así como el movimiento en la pregunta anterior, poema es otro de los términos que uso como universal. Desde mi perspectiva, poema es aquello que aparece y que te indica la dirección (solo la dirección) hacia la verdad del tema que aborde (lo que podemos llamar formalización “Vallejo formalizó el dolor”, dice con razón Millán). Esto puede aparecer, y de hecho aparece, en novelas, cuentos, obras de teatros, algunos platos de comida, edificios, conversaciones, cuadros, definitivamente en algunas canciones o la forma en la que se desplazan algunos animales.
-También sobre la acción de la pregunta, ¿desde dónde te posicionas en ella? Por ejemplo: el eterno aprendiz, la posibilidad política….
Esos poemas que te menciono disparan preguntas que necesitan ser respondidas. Para responderlas uno apela a lo que sabe o tiene o aprendió, y el resto lo sigue aprendiendo, lo estudia. Esto último, aprender, es una de las cosas que más disfruto en la vida. Aprender de las personas que me rodean y de las situaciones que atravieso, de los libros de mis contemporáneos y los de los antiguos, de las micros y de las pesas, de los viajes y de las onces.
-¿Cuán accesible es la pregunta por la poesía?
Como cualquier pregunta es radicalmente accesible y abierta. El tema es cuánto deseo tenga quien pregunta. Uno podría decir: la poesía es un género literario y seguir con sus asuntos. O podría, poema a poema, libro a libro, año a año, continuar respondiéndola. La trampa en las preguntas es que conviene no darlas por respondidas, al menos no hasta estar seguro de que esa respuesta te dejó satisfecho (a vos, a los tuyos) y podés pasar a la siguiente. Confucio decía que solo le enseña a los fervorosos. Si se explaya sobre un lado y nadie pregunta más, no va a decir nada sobre los otros tres. Me parece que es una buena forma de vincularse con las preguntas.
-En algún punto el libro plantea que «pensar es intentar llegar a esa cuota del otro, ofrecer la propia, y avanzar juntos y en disputa hacia algo que los supere”. Veo acá que la pregunta -o las preguntas- pueden conducir a puntos de convergencia. ¿Cómo describirías esta posibilidad de colectividad?
Es una posibilidad inherente al humano. Ese intercambio lleno de tensiones (desacuerdos, acuerdos, admiración, cariño, desprecio) es lo que nos permitió llegar a la luna, encontrar vacunas, escribir Pienso, luego existo. No hay genialidades aisladas. Por ende, debería empezar a pasar de moda eso de solo conversar con quienes estamos de acuerdo o solo leer y ver lo que nos gusta. Es mezquino. Impide entregar lo que tenemos y obtener lo que no tenemos, ser mejores. De otros problemas estaríamos hablando ahora mismo y no de Mileis, ni de constituciones fallidas.
-En algún punto acudes a grandes figuras de la poesía para entrar en la pregunta, como Vallejo, Huidobro. ¿Es posible encontrar estas grandes preguntas sobre la poesía en autorías actuales?
Una de las cosas que más me gustan de este género es que, a diferencia de otros que me apasionan como la filosofía, los referentes están bastante más cerca de los demás poetas. Hay una diferencia abismal entre un párrafo de Platón y uno de Byung Chul Han, pero no es tanta la diferencia que hay entre un poema de Safo y Elvira Hernández. Si hay poema, así sea en un poeta contemporáneo o uno de la antigüedad, ese poema resiste esas preguntas.
Ahora bien, Vallejo y Huidobro me sirvieron como ejemplos en cierto sentido antagónicos que subrayaban esta pregunta específica. Pero es enorme mi admiración por la obra de poetas contemporáneos como Mario Verdugo, de quien escribo cada vez que puedo, justamente porque su escritura me gatilla preguntas fértiles que podría hacerle (y de hecho le hago) a la obra de Ashbery, o a la de Dickinson o al Quijote.
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Sobre Matías Avalos (Buenos Aires, 1989)
Publicó los libros de poemas Todos juntos estamos solos (Hojas Rudas, Santiago de Chile, 2018), El fin del maltrato teórico (Lumpérica, Lima, 2019) y La estrategia de las medusas (Trizadura, Santiago de Chile, 2020) los tres seleccionados mediante convocatoria abierta. Es coeditor del sello Marginalia Editores y del boletín de formas de la crítica SUBMARINO. Durante cinco años colaboró en el suplemento de literatura La Palabra Quebrada, donde escribió ensayos y reseñas sobre poesía chilena contemporánea. Desde 2016 vive y trabaja en Valparaíso.
Perfil del autor/a: