Texto leído en el lanzamiento de la séptima edición de la Revista Catáloga Colectiva, el Jueves 6 de junio en el Espacio Lector del Centro Cultural La Moneda. La revista puedes descargarla, acá.
Geografía poética desobediente de un cuerpo-mujer sudaca
Gabriela Contreras no es predecible en este paisito triste, ocupa un lugar contracultural y se mueve como una tortuga, como una Caguama valerosa-laboriosa en estas aguas nuestras y ajenas, turbulentas, oscuras, densas, claras a veces, sinuosas, pesadas y livianas, mal-bien olientes.
Desde la herida: memorias de los cuerpos/territorios que importan de Margarita Bustos
Y entonces la “herida abierta” toma por asalto a la ciudad. Somos habitantes de esa herida en los territorios diurnos y nocturnos. Nos cubren los verbos que hacen algo con nosotras en este territorio cadavérico, herido: oír, aguzar inevitablemente el oído para saber de las cosas, esas cosas que vemos e imaginamos en el cotidiano habitar esta city. La herida mana, derrama palabras, como las de la fotografía, me digo, esa pizarra pública que no se muerde la lengua, la libera, me digo, nos libera inquietándonos una y otra vez.
Pintar-contar-sonar-imaginar-escuchar-leer-preguntar(me) con/en Nazca de Carolina Pezoa
El corazón en esa calle palpita como camino rasposo, pedregoso, lo que cuesta oír en ese pálpito, la primera línea: sus capuchas, sus escudos, sus estrategias, sus torsos desnudos, su sudor, su dolor, su periferia, su abandono, su precariedad, su fragilidad en medio de la furia de la guerra, cuál guerra, entramos o no a la guerra, ¿una guerra florida?
El rostro electrificado del escarmiento. Fragmento del libro “En carne y hueso. Mujeres en Crónicas de Pedro Lemebel” de Gilda Luongo
Pleno centro de Santiago, septiembre del año 2014. De pronto me pregunta como afirmación: “podrías escribir sobre las mujeres en mis crónicas, Gigi, como lo que hicimos con “Cristal tu corazón”, la obra de teatro”.
De zorras, lobas, aguafiestas feministas y ministra “regalona del patriarcado”
Porque “lo personal es político”, lema levantado por las feministas de los setenta del siglo XX. Hoy es, más que nunca, nuestra bandera de lucha.
Durante la pandemia: “La esperanza es lo terrible”
«(…)escucho a Sara Ahmed que me dice que la fragilidad es una militancia, que la supervivencia es una acción radical, que sobrevivir en un sistema (patriarcal-capitalista-heterosexista-racista-colonial), es sobrevivir a un sistema, que la aguafiestas necesita cuidarse en tiempos de enfermedad, no por complacencia, sino para precaverse, como recomienda Audre Lorde.»
Vejez, revuelta, pandemia: un chasquido feminista
Un chasquido feminista. Y las mujeres viejas, las pobres, las pensionadas de miseria, las abuelas sin acceso a la salud decente, a la dignidad de un trato humano, las que hemos cuidado toda la vida porque nos enseñaron que ese era el lugar que nos correspondía por naturaleza, ahora quedamos a expensas de las erráticas e injustas decisiones de un estado terrorista que ayer no más abusaba, reprimía, violentaba, detenía, golpeaba, sometía al movimiento social.
Carta de una feminista añosa a Simone de Beauvoir. Desvelos y revueltas de hoy.
Me conmuevo, Simone, cuando al leer lo que escribí me llega de un modo que escuece mi piel. Pienso en la transformación otra vez. Esta noción cubre tu escritura completa.