/ por La Raza
La icónica pieza publicitaria protagonizada por Fernando Larraín a la que alude el título de esta editorial nos recuerda la privatización del tiempo libre y la descarnada burla que le dedica la banca a nuestra incapacidad de contener el deseo de consumo. Con perversa ironía (superando incluso a Edo Caroe), el comercial noventero es un locuaz bullying a nuestro momentáneo respiro estival y al mismo tiempo una bofetada cerrada al contemporáneo «chao jefe». La conclusión resulta lapidaria: la máquina nunca deja de funcionar, tampoco en época de carnaval.
Es que quizás es hasta necesario engañarnos un rato y reanimar búsquedas individuales o colectivas por la geografía nacional, latinoamericana, mundial. «Disfruta vallas donde vayas», consigna el ilustrador 131260. Todo depende del bolsillo, el horizonte no es infinito y los peajes abundan. Buscar amores de verano, caminar por senderos desconocidos, sentirse extranjero en suelo nacional, parecen ser ejercicios que, de no ser del todo justos, se manifiestan necesarios. Por eso la lectura veraniega y la crónica de viaje tienen un lugar destacado en esta entrega.
Pero marzo llega y el dinosaurio todavía está allí, confirmándonos que la parafernalia estival no alcanza para contener los atisbos de realidad, que esta vez invadió incluso la Quinta Vergara en las rutinas de los comediantes. En el humor no hay cabida para el progresismo cuando se trata de migrantes y trabajadores desplazados; peruanos y colombianos fueron denostados con chistes fomes y repetidos, en paralelo humillados con el aumento del precio de la VISA, el precio de su tranquilidad. Quisimos marcar el hito con una serie fotográfica de los extranjeros organizados exigiendo una ley migratoria digna. Tampoco es chistosa la segregación urbana y la premiada «arquitectura social». También metimos cuchara en esa olla.
El neoliberalismo tiene su humor, y vuelve mercancía nuestros intentos furtivos de reírnos de nosotros mismos, o de los mismos otros – negras y pobres – para ser más precisos. Ahí es donde la aparición de Natalia Valdebenito se vuelve una simpática novedad, en tanto paladín de un feminismo demasiado digerible, pero que a la vez materializa un desplazamiento del sentido común ante el monstruo. Porque eso somos – y así nos vemos -, disfrutando del espectáculo en su peor plataforma (después de la Teletón, para ser justos).
Pero reconocemos que en las mismas calles donde se abrieron grifos, marzo se abre como un buen momento para el feminismo en tanto discurso y como oportunidad para que recojamos el guante y proyectemos una lucha conjunta con trabajadores y estudiantes, desde otros niveles de identificación; la consigna «dejen de matarnos» demanda una amplitud de convocatoria. Desde ahí la necesidad de abrir el debate, llevarlo más allá del discurso socialmente aceptado, porque el mercado reacciona, y reacciona rápido (el feminismo ya comienza su fatídica transformación en slogan comercial).
Publicamos esta editorial también a modo de convocatoria, una provocación a superar el estado facebook y avanzar hacia una lectura de clases, sin esencialismos, desde la incomodidad que genera una relativa victoria moral que circula en el aire, más en las redes sociales probablemente, pero que aún no se traduce en práctica política.
A las tablas le incorporamos el cine. Repetimos nuestra incansable convocatoria a quienes se motiven a criticar, no sólo a hacer visible, también a realizar otras lecturas de lo que es considerado bueno en la escena nacional y latinoamericana. Por eso abrimos el espacio para la creación literaria y audiovisual, por ahora con un cuento veraniego y un cortometraje sobre la escuela y la educación artística.
Asumamos. Se nos apareció marzo, comenzó la máquina, pero sobre esta marcha es donde se disputa otro mundo, no en la soledad de la montaña, ni en el goce playero. Este mes trae consigo el ímpetu feminista, de la mujer trabajadora, y esperaremos ansiosos sus aportes al debate.
Si bien marzo son las deudas, los bonos, el agobio del trabajo mal remunerado y poco satisfactorio, el reajuste fiscal, la represión en las calles, y la televisación del eterno empate en el Congreso, también es el mes del reencuentro con los compañeros y compañeras.
La Raza Cómica levanta la mano y dice: ¡presente!
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Equipo Editorial LRC