Esta transcripción está hecha en base a las palabras que pronunció la voz de la guatemalteca Rigoberta Menchú en la Casa Central de la Universidad de Chile, en su paso por nuestro país frente a la grave vulneración de Derechos Humanos que sufre el territorio a raíz del estallido social.
Yo tengo la dificultad del que soy bastante chaparra. Ya sentada me siento más todavía, así que prefiero parada.
El sagrado día de hoy, según nuestro sagrado calendario maya, estamos en tres energías del Ajaw toj. El toj es la fuerza profunda del sagrado fuego. Cuando nosotros vemos el sagrado fuego, vemos una luz, esa luz que brilla más allá de nuestros ojos, de nuestro sentir, de nuestra fuerza, de nuestra capacidad de decir perdón, nuestra capacidad de decir gracias, y decir: vuelvo a hacer mejor, lo debo hacer. Es decir, nuestra permanente evolución científica, y es la fuerza profunda de la espiritualidad como lo llaman los occidentales. Para nosotros es la fuerza profunda de lo natural, de nuestra naturaleza, y lo profundo de nuestra naturaleza. Así que yo quiero saludar al día de hoy este sagrado día aquí en Chile.
También quiero saludar a las sagradas energías de este lugar. En este lugar reposa memoria, reposan luchas, anhelos, esperanzas, etc., y quiero saludarlo con mucho cariño.
También saludo las energías de cada uno de ustedes, porque hoy nos recuerda el día que cada quien es una energía, y si nosotros incrementamos nuestra energía personal, también crece la energía colectiva, entonces que la energía colectiva funcione de una manera transparente, y fusione de una manera complementaria; la dualidad y la complementariedad.
Pues el sagrado día nos podría invitar a mucho más de lo que debería ser nuestra conducta el día de hoy, pero quiero decirles que vengo con mucho cariño, he dado seguimiento a este hermoso país a través de la cultura, pues admiramos los grandes personajes de Chile, pero también a través de los pueblos originarios, especialmente mis hermanos mapuche. Y hay una persona que no está aquí presente porque está acompañando a su pueblo, que me ha enseñado a mí día a día lo que pasa con el pueblo mapuche, y es Ana Llao Llao.
A la Anita, éramos muy jóvenes cuando construimos las perspectivas del derecho de los pueblos indígenas en las Naciones Unidas. Ella fue una de las embajadoras, digamos, de este Premio Nobel, y es, y a lo largo de muchos años, pues nos hemos comunicado muy permanentemente. Así que desde aquí le mando saludos porque sé que ella está en Temuco, y sé que ella está acompañando las luchas de nuestros hermanos indígenas mapuches.
Pero también yo quiero saludar aquí las mujeres, los jóvenes, las personas que nos han enseñado en estas pocas horas de estancia acá, el panorama de lo que está pasando en Chile. Gracias a la voluntad de contar sus testimonios, hemos oído testimonios de los jóvenes que no tenían nada que ver… A mí me impactó muchísimo que de repente recibieron una balina en la espalda, o en la cara, pero pues estaban como viviendo otro mundo. Y le rindo homenaje a las víctimas en realidad porque no nos queda nada más que darles fortaleza, darles fuerza, darles consejo para que asimilen, digamos, un impacto emocional, psicológico, espiritual y físico, que es lo que ha pasado con muchas de las víctimas; y sobre todos los sagrados difuntos que también han perdido la vida.
Una vida cortada es una deuda a la propia vida a lo largo de siglos. No se puede reponer esa deuda solamente en un instante. Si quieren entender así, entonces tiene que significar para todos nosotros una vida; sino son números, como pasó en el pasado. Aquí los números se incrementaron un día y otro día y otro día, hasta llegar a América Latina con 30 mil desaparecidos, Guatemala con 50 mil desaparecidos, y con un montón de fosas comunes y un montón de prácticas repudiables como la tortura, la desaparición forzada, como la humillación al ser humano mismo, etc. Entendido como «poner orden»; y cuando se pone orden con delitos de lesa humanidad, ténganlo por seguro que la vida, ni la vida de los propio perpetradores, tiene sentido, porque entonces ni la vida de sus hijos tiene sentido. O sea, lo que ocurre en la colectividad ocurre en lo individual.
Entonces es un honor para mí estar aquí. No traía un discurso. Vengo otro día porque yo tengo una cátedra sobre Derechos Humanos en la UNAM; y en México, y en Centro América hemos hecho mucho. En Sudamérica es una zona que evoluciona permanentemente. Hemos dado signos importantes o algunos precedentes sobre delitos crueles como la tortura, la desaparición forzada; hemos contribuido en las Naciones Unidas para que tipifique estos delitos como delitos de lesa humanidad, y también el femicidio. O sea, todo lo que se refiere a la denigración o humillación hasta la pérdida de la vida de mujeres, pues realmente ya está tipificado y debe ser castigado con mucho rigor, y no digamos los derechos de los niños. Entonces, cuando ocurre que en una crisis social empezamos a contar los datos estadísticos de las violencias, entonces nos llama la atención y venimos también con mucha humildad, y venimos para expresar nuestra profunda solidaridad.
Aquí de antemano somos víctimas del pasado, soy víctima del genocidio guatemalteco del pasado, y no podemos permitir que vuelva a ocurrir. Eso es lo primero que a mí me nació en la mente antes de venir de Guatemala a Chile, que no vuelva a ocurrir el pasado porque nadie quisiera heredar delitos crueles a sus propias generaciones. Entonces, por eso estamos aquí, pero nada podríamos hacer sin el apoyo de nuestras fundaciones. La Fundación Rigoberta Menchú Tum, que hemos acompañado muchos procesos en estos 26 años del Premio Nobel de Paz, pues con mucho honor estamos aquí. Y la Fundación para la Democracia, fundado y presidido por nuestro querido amigo y hermano Guillermo Wphei, hemos trabajado y hemos venido trabajando algunos de los temas contemporáneos, especialmente la esclavitud contemporánea.
Hemos avanzado, hemos contribuido a la preservación de la memoria de los Derechos Humanos, especialmente la memoria de las víctimas, entonces en toda América Latina, no sólo para los países nuestros en particular.
Muchas gracias. El objetivo de hoy es compartir algunas de nuestras percepciones, algunas de nuestras conclusiones, una carta que vamos a dirigir al Estado, pero también vamos a compartir con ustedes este deseo de ser una voz. Una voz no porque ustedes nos nombren, porque en este sentido no tenemos ningún nombramiento, pero sí una voz por razones históricas y también por razones de misión social. Nosotros somos activistas sociales, somos activistas sociales que tenemos una obligación de formular una opinión sobre un asunto que afecta a miles y miles de personas. Sobre todo, afecta la tranquilidad, la seguridad, la vida, y la integralidad de miles y miles de personas. Entonces queremos entender, verdad, mucho lo que está pasando acá y por eso nos han visto también con diversos sectores.
La parte que recojamos el sentir multisectorial, también es una experiencia que nos ha demostrado la vida lo largo de los procesos de América Latina.
Juzgar un pueblo no es bueno, pero tampoco guardar silencio, porque se vuelve complicidad a lo que no está haciendo bien. Entonces no queremos ser juzgadores de ustedes, pero tampoco queremos ser cómplices del silencio.
Es muy bueno oír. Yo en la mañana de hoy dediqué tiempo para escuchar los medios de comunicaciones, porque en primer lugar eso hay que sentir: cómo lo transmiten los medios. Eso es parte de nuestra misión. Parte de nuestra misión también es oír a los dirigentes que están al frente de una lucha organizada, consciente, institucional; y buena parte es también interpelar a las instituciones del Estado, porque este país tiene Estado, no es un país anárquica, no es un país desordenada, es un país que tiene Estado, tiene jefes, y ¿qué pasa con los jefes cuando hay un abuso de Derechos Humanos? Es su profunda responsabilidad lo que pasa en su territorio.
Entonces traemos unos criterios basados en también lo que ocurre en muchos países del mundo, donde constantemente se cae en la represión. Y si reprimimos no hay límite, ¿verdad? Porque esto genera más y más y más sufrimiento, y por eso nos urge observar las políticas públicas. También tenemos esta misión de observar políticas públicas y hacer recomendaciones desde nuestras instituciones de Derechos Humanos.
Termino expresándoles el saludo de todas las organizaciones de Derechos Humanos de Guatemala. Guatemala es un país que hemos acuerpado una enorme lucha por Derechos Humanos. También el saludo de varias organizaciones de Derechos Humanos, con quien trabajamos, y el saludo de la iniciativa de mujeres Premios Nobel de Paz, que también nos hemos aglutinado como unos voceros en muchos rincones del mundo. Pues igualmente la carta que dirigimos al señor presidente, y los informes que vamos a dirigir al señor secretario general de la ONU, y si es considerado por nosotros, alguna otra instancia específica de las Naciones Unidas, igualmente haremos llegar a todos los colegas y colegas Premios Nobeles de Paz en sus respectivas oficinas, pero también en su respectiva mano, porque hay algunos Premio Nobel que realmente esperan que oigan alguna voz que sacaremos de acá.
Así que gracias a don Guillermo Wphei, porque hay que decir que la Fundación para la Democracia fue la fundación que toma la iniciativa de traer esta comisión pequeña, y también es quien sufraga, podemos decir, los gastos, lo que significa una misión en este momento. Entonces también hay que decir eso, que, gracias a la Fundación, con sus esfuerzos y con su proyección y de estar aquí en un momento oportuno.
Bueno, entonces yo sí termino saludando a amigos, también. ¿Cuántos amigos chilenos tenemos? Muchos. ¿Cuántas personalidades con quienes hemos intercambiado en camino? Muchos también. ¿Y cuántas veces hemos advertido los problemas que aquí ocurren? También, porque en la academia hemos debatido la política neoliberal y nosotros siempre pusimos énfasis en el ser humano y no en el ser material, y Chile parecía que era exitoso materialmente, pero a cambio de mucho, y lamento mucho porque la mayoría de los chilenos están endeudados según los datos estadísticas universales, y un sistema así no va a funcionar, entonces va a tener que haber reformas profundas. Eso lo saben ustedes. Si no se hacen reformas profundas, la crisis chilena va a tardar un par de décadas. Pero tiene que acelerar unas reformas profundas, reformas estructurales casi que es lo que estamos constatando, verdad, así que ojalá que les salga la Asamblea Constituyente para que, pues cambie, pero eso sólo ustedes saben cómo hacerlo. O sea, porque es cierto que a veces reformar la ley uno por uno genera más desarticulación y una sola reforma donde participa los interesados que es la sociedad en su totalidad, entonces es más fácil instaurar un nuevo sistema. Pero enmendar lo que nunca se enmendó en medio siglo o un siglo, va a ser muy difícil encaminarlo, entonces eso lo saben ustedes. Nosotros venimos a apoyar lo que ustedes decidan y esa es nuestra posición.
Muchísimas gracias. Gracias. Una y cien veces, gracias.
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