Publicado por Ediciones Oxímoron, este libro recorre la vida y legado de la creadora teatral de Valparaíso desde una mirada subjetiva y desde su propia voz, acompañada de otras.
Recorrer la vida de Myriam Espinoza Vergara es recorrer, junto a ella, un pedazo de la historia de Chile y un pedazo de la historia del teatro chileno. Cada persona es un mundo y este libro es sobre el mundo de Myriam. Ella contiene en sí misma la historia de un país que debe ser registrada y revisitada todas las veces que sean necesarias. Es a partir de aquí que surge la necesidad de este libro.
La actriz, directora, docente y gestora cultural Myriam Espinoza es un tesoro humano vivo. El arte de Myriam ha estado siempre íntimamente ligado al contexto político y social del país: en cárceles, en poblaciones, en juntas de vecinos, en los cerros de Valparaíso y Viña del Mar, en el teatro en sala y en la calle. Son más de 50 años de trayectoria, trabajo que ha estado dedicado íntegramente a las artes escénicas nacionales desde diferentes áreas de acción: Teatro político-panfletario; militancia cultural artística; teatro poblacional; formación de generaciones de actrices y actores nacionales; gestora de proyectos que involucran a comunidades y agentes sociales; teatro en la cárcel; trabajadora incansable que promulga el sentido social en las y los artistas haciendo que estos se vinculen territorialmente con la Región de Valparaíso. Myriam Espinoza Vergara ha salvaguardado en ella misma el importantísimo patrimonio cultural inmaterial que significa toda una vida en el teatro. Su vida y trabajo continuo en el teatro chileno la hace poseedora de un elemento de patrimonio cultural inmaterial específico. Una parte importante de la historia de Chile y del teatro chileno la posee Myriam en su cuerpo, en su vida y en su experiencia, parte que no puede desaparecer con ella sin dejar registro de la importancia de todo lo vivido y entregado.

A principios del año 2022, Claudio Marín, director de la Escuela de Teatro de la Universidad de Valparaíso, me hace un encargo: hacer un libro sobre Myriam. En ese tiempo yo no sabía quién era ella y me puse a investigar. Fue así como se presentó la oportunidad de postular, a través de la Universidad de Valparaíso, al Fondo Nacional de Fomento de las Artes Escénicas, línea investigación modalidad archivos escénicos, adjudicándonos el fondo en enero del 2023 con el proyecto “Myriam Espinoza Vergara, 50 años dedicados al Teatro Social en Valparaíso. Valoración de la vida, obra y contribución a las Artes Escénicas de la destacada actriz y directora porteña”. Este proyecto tenía como esencia relevar el trabajo de una persona destacada de la historia del teatro chileno, historia que suele olvidar a los territorios que no son Santiago. Visibilizar y poner al centro la vida y obra de una mujer que ha dedicado su vida a la creación, a la militancia, a la formación, a la concientización, manteniéndose vigente y actualizándose constantemente.
Durante el año 2023 realicé una serie de entrevistas a Myriam, en las que conversamos de todo. Fueron varias horas en las que ella compartió conmigo sus más íntimos recuerdos. Nos emocionamos, lloramos y nos reímos a carcajadas. Sus historias me fueron obligando a saber más, a conocer todas las referencias que ella mencionaba. Vi varias veces el cortometraje Un verano feliz del año 1972 dirigido por Alejandro Segovia, que trataba sobre la medida n°29 del Gobierno de la Unidad Popular: “Educación física y turismo popular”. En este cortometraje actuaba la que fue su compañera en la Escuela de Teatro, Tegualda Tapia, quien además fue quien la impulsó a ingresar a las Juventudes Comunistas. Myriam, en cada una de sus respuestas, siempre mencionó referencias culturales y/o artísticas, música, películas, personas, libros, etc. Por eso tuve que adentrarme en su mundo para entender su cabeza y su corazón, y así saber, en alguna medida, de dónde le venían las cosas. Mientras escuchaba la voz de Myriam relatándome su vida, sonaban en mi cabeza Inti-Illimani, Víctor Jara, Violeta Parra. Es como si todos ellos conformaran la banda sonora de este libro.
Nuestras conversaciones fueron profundas, nos reímos viendo fotos. Hubo silencios nostálgicos y reflexiones sobre la belleza de la juventud. Subrayo su amor por su amigo “El Príncipe” y su amor incondicional por Frida, su madre putativa (“más puta que tiva”). Hablamos sobre su infancia, su paso por la Escuela Normal, su ingreso a la Escuela de Teatro Universidad de Chile sede Valparaíso, su trabajo como profesora de básica, su comprometido trabajo por el gobierno de la Unidad Popular y las tareas que le fueron encomendadas en dictadura, operaciones que realizó sin miedo alguno. Hablamos sobre su trabajo teatral en la Región de Valparaíso como directora de la compañía La Sebastiana, luego el nacimiento de El Cité. Su amistad con Juan Edmundo González. Repasamos su importante trabajo en la cárcel, los 24 años que le dedicó. Revisamos muchos aspectos de su vida y también la visión que ella tiene del teatro: “El teatro es mi vida” dice Myriam, “el teatro para mí no es solamente subirse a un escenario, para mi es la vida. Es la vida entera. El teatro te hace feliz, te da la posibilidad de vivir feliz y además el teatro salva vidas”.
Otro de los puntos importantes de este libro tiene relación con la conformación y sistematización del archivo personal de Myriam. Juntas recorrimos todos los documentos que tenía guardados y que estaban repartidos en carpetas, sobres y cajas. Nos adentramos en otro lenguaje que contaba su historia, el lenguaje visual, aquel vocabulario que compone el alfabeto de las imágenes. Myriam conserva un sinfín de fotografías, dibujos, cuadernos, notas de prensa, afiches, bocetos de vestuario, credenciales, entre otros materiales. Cada uno de estos contiene una propia historia, pertenecen a un particular espacio y tiempo, además de responder a uno de los factores más importantes, el afecto. Cada vez que Myriam tocaba una fotografía y pasaba por ella sus dedos, intentaba proyectarme lo que ese recuerdo significaba. A veces se le llenaban los ojos de lágrimas, otras veces el silencio nos visitaba y su mirada se hacía profunda en un viaje al pasado. Fue bonito acompañarla en sus recuerdos, conocer su vida a través de imágenes, cosas y palabras. Fue bello imaginar cada una de las historias que Myriam me contaba porque, al igual que en una novela, iba creando los paisajes y personas de quienes ella hablaba.
Cabe mencionar que todo el trabajo de archivística fue realizado de la mano de Fabiola Neira Rodríguez, bibliotecóloga y archivera de Proyecto Arde. Archivos de Arte. Memoria de prácticas y procesos, quien nos guio muy sensiblemente por este camino desconocido para ambas. Fabiola destacó la intuición de Myriam para ir juntando, durante años, lo que ella consideraba importante de resguardar. Aprovecho de dar las gracias a Fabiola por su dedicación y cuidado.
Luego del período de entrevistas, el que nos tomó varios meses, y de revisar y clasificar completo el archivo personal, llegó el momento de pensar en cómo compartir toda esta información y hacerla circular. Fueron horas de revisión de los materiales y me preguntaba cómo poder organizar todo sin perder ni una pizca de la sensibilidad y del humor de Myriam. ¿Cómo podría transmitir lo que no estaba dicho en las entrevistas? ¿Cómo ser fiel a la estructura de pensamiento de Myriam y de las conexiones que hace, permitiéndole navegar fácilmente entre una cosa y otra? Fue en este momento en el que decidí que sería la misma Myriam quien nos narraría su historia, sin intermediarios, sin adornos ni maquillaje. Sería su propia voz en primera persona la que nos haría recorrer junto a ella los recovecos de su memoria. Su habla contiene la riqueza que otorga la sabiduría de los años. Esta decisión busca relevar el denominado “giro subjetivo” para dar cuenta de otros modos de subjetivación en que la recurrencia a la primera persona reivindicaría una nueva dimensión para otorgar credibilidad y espacio a aquellos relatos desplazados, a aquellas memorias pequeñas y olvidadas. Tal como lo señaló la destacada periodista y escritora argentina Beatriz Sarlo en su libro Tiempo pasado (Siglo XXI, 2005): “en consecuencia, la historia oral y el testimonio han vuelto la confianza a esa primera persona que narra su vida (privada, pública, afectiva, política), para conservar el recuerdo o para reparar una identidad lastimada”.
También le pedí a otras personas que escribieran sobre Myriam, lo que ella significaba en sus vidas y qué era lo que les había unido. Fue así como tenemos en este escrito seis perfiles que dan cuenta de otros aspectos de su personalidad, como mamá, compañera y amiga. La lectura de estos perfiles, que complementan su historia, nos hace reflexionar en lo que Myriam ha sembrado, nos entrega una visión de lo que otros y otras han percibido de ella y en el cómo, cuándo y dónde sus caminos se cruzaron.
Las historias que forman el libro que usted tiene en sus manos no tienen un orden cronológico, porque es otro tipo de tiempo el que fluye por estas páginas. Se trata del tiempo del recuerdo, de aquel que fija la mirada en detalles que dan a conocer un todo. Militancia Teatral. Myriam Espinoza Vergara es un libro que a partir de la vida de una mujer abre un sinfín de posibilidades de lectura. Recorre la historia de un país, desde 1949, materializada en el cuerpo de una comprometida trabajadora del teatro que arriesgó su vida en los terribles años de la dictadura cívico-militar. Les invito a una lectura sensible que conecte con sus emociones y vivencias, siempre teniendo en cuenta la fuerza del contexto que forma el carácter de nuestra protagonista. La invitación es a recorrer estas páginas estableciendo un diálogo íntimo con Myriam, como si en cada frase oyeran su voz susurrándoles estas historias al oído. Escúchenla a ella, porque es su propia voz la que escribe este libro.

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