La literatura de ciencia ficción ha tendido históricamente a construir sus paisajes en torno a la metrópoli y los espacios urbanos dominados por la tecnología. Sin embargo, en los últimos años han surgido nuevas formas de narrar lo especulativo desde otros territorios, desde geografías que antes parecían ajenas al género. Es en esta línea donde Dedos o el estado del arte (Tinta Negra Microeditorial) de Cata Ramírez, se inscribe como un ejemplo de lo que podríamos llamar una ciencia ficción austral, en la que el paisaje, el territorio y la resistencia son elementos fundamentales para pensar futuros posibles.
Inventemos que este concepto funciona y existe. Entonces, ¿qué sería la ciencia ficción austral? Podríamos definirla como una vertiente especulativa que se aleja de la visión tradicional centrada en las metrópolis, en las grandes ciudades globalizadas, en la ultratecnología y el todo urbano, para situarse en los márgenes geográficos y políticos del mundo. Su propósito es explorar la relación entre territorio, poder y autonomía, construyendo futuros posibles en paisajes que han sido históricamente relegados dentro del género.
Entonces, una ciencia ficción austral debería hablar de paisajes extremos y su influencia en las sociedades, donde montañas, bosques, ríos y fronteras se convierten en escenarios de resistencia y transformación; desigualdad territorial y centralismo, donde la relación entre los centros de poder y los espacios periféricos se tensiona en futuros donde el control y la autonomía están en disputa; extractivismo y lucha por la tierra, en un mundo donde los recursos naturales son cada vez más codiciados, intensificando los conflictos en torno a su explotación y propiedad; y tecnología como herramienta de vigilancia o subversión, en un contexto de represión, la criptografía, la biotecnología y la inteligencia artificial pueden ser tanto mecanismos de control como de resistencia.
Con estos conceptos en mente, esta novela nos sitúa en un futuro donde el sur de Chile se encuentra atravesado por disputas territoriales, vigilancia extrema y comunidades en resistencia. El Bío-Bío deja de ser solo un límite geográfico para convertirse en una frontera política y militar (como si alguna vez hubiera sido solo un río). Beatriz, la protagonista, debe cruzar este paisaje agreste, enfrentando la hostilidad del territorio. En este contexto, la naturaleza se convierte en un personaje más: el bosque, la montaña y el río no solo son obstáculos, sino también espacios de memoria y lucha. Como dice la narración:
«El conflicto por la tierra es nuestra más profunda herencia».
El paisaje austral se siente vivo y cósmico, reflejando el viaje de Beatriz:
«Escucha el rumor del viento, escucha las aguas chocar con las piedras, escucha el lenguaje de los sueños, el sonido del otoño con sus hojas, el silencio en la montaña».
La historia de Beatriz, que transcurre entre lo rural y lo urbano, dialoga con una idea clave en la literatura especulativa latinoamericana: la relación entre territorio y control. En un futuro donde la vigilancia y la biotecnología regulan la movilidad y la información, el paisaje se transforma en un escenario donde los cuerpos se disputan su derecho a existir. Beatriz lo sabe bien:
«Sin papeles en la Metrópolis no se puede andar, si acaso logras entrar».
El cruce del Bío-Bío se describe como un rito de paso marcado por el peligro y la resistencia:
«Aquellos grupos completamente separatistas evitan el contacto y mantienen un prohibicionismo moral sobre cruzar hacia la Metrópolis. Grupos más extremos se dedican a incendiar o echar abajo de distintas formas los puentes que otras comunidades construyen, a fin de tener una vía que conecte de manera más directa con el otro lado del río».

En la Metrópolis, el estado del arte es una comunidad que busca autonomía, pero que se encuentra bajo constante amenaza. La novela muestra cómo el control tecnológico y militar impide la autodeterminación de los pueblos, una realidad que resuena con la historia de intervención y centralismo que ha caracterizado la relación entre el Estado/centro y el resto de Chile. Así como en el presente los proyectos extractivistas imponen nuevas fronteras en la región, en la novela de Ramírez la falta de soberanía sobre el territorio se proyecta hacia un futuro donde el acceso a la información y la libertad de movimiento están restringidos. En palabras de su hermano Tomás:
«No vengas. No se te ocurra venir».
Un mensaje desesperado que resume la claustrofobia de un mundo donde cada decisión está vigilada.
En este sentido, Dedos o el estado del arte no solo imagina un porvenir distópico, sino que también retrata las tensiones históricas que han marcado al sur de este país. La vigilancia, los dispositivos criptográficos y las políticas de control que se presentan en la novela pueden leerse como una extrapolación de los conflictos actuales en torno a la autonomía territorial.
«Te están buscando. Tu cabeza tiene precio».
Le advierten a Beatriz, mostrando cómo el poder impone la persecución a quienes desafían sus reglas.
Dedos o el estado del arte es una obra que amplía los horizontes de la ciencia ficción latinoamericana al proponer una narrativa arraigada en el territorio y el paisaje. Su enfoque en el conflicto por la tierra, la resistencia comunitaria y la vigilancia tecnológica la convierten en una lectura fundamental para pensar el futuro desde el sur global.
Así como el gauchopunk de Michel Nieva reimagina la pampa desde la especulación (al otro lado de la cordillera), la obra de Cata Ramírez es un paso clave para consolidar una ciencia ficción austral, donde el sur de Chile se presenta no solo como un espacio de explotación y control, sino también como un escenario de posibilidad. En un contexto donde las luchas por el territorio en América Latina son cada vez más urgentes, pensar futuros posibles desde estos paisajes no solo es una cuestión literaria, sino también política.
Dedos o el estado del arte nos invita a imaginar desde el sur, a resistir desde el paisaje y a preguntarnos qué otros mundos son posibles cuando la ciencia ficción se arraiga en nuestra geografía.
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