Un cuento y tres poemas de Raquel Jodorowsky

Dos editoriales han lanzado recientemente la obra narrativa y poética de la escritora iquiqueña. Se trata de Cuentos para cerebros detenidos publicado por Pesopluma de Perú, y Una diosa desterrada del cosmos. Poesía completa, de la naciente editorial local, La Esporádica. Ambas casas literarias comparten un pequeño fragmento de sus libros.

Quizás en este caso aplique a plenitud el refrán “nadie es profeta en su tierra”. Raquel Jodorowsky Prullansky nació en Iquique en 1927 y murió en Lima el 2011; ciudad en la que se radicó en la década del 50. El motivo de su viaje fue una beca para estudiar literatura y luego arqueología, labores a los que sumó su trabajo de pintora, poeta -y como señalan en la biografía de su poesía completa- “creadora cósmica”. También fue costurera y vendedora de ropa.
Publicó veinte libros en vida, entre los que destacan los que autoeditó —En la pared de los sueños alguien llama (1957), ensentidoinverso (1962), Caramelo de sal (1977)— y los posteriores en que se abre a la exploración de los saberes ancestrales del continente: Ajy Tojen (1964; 2022), Lo que llama desde la eternidad. Chavín de Huántar (1979). América en la tierra (1989), Nazca Nacer /Chan Chan. Maga lunar (1992) y Entretextos reales (1993).
Como señala Micaela Pareces de Esporádica en el prólogo de la poesía completa, “Una mujer llama tras la pared de los sueños”, Raquel Jodorowsky es, “como pocas en la historia poética de América, una creadora múltiple que trasciende la escritura. Entendió pronto que la poesía se engendra y sobrevive más allá de la palabra, y que la palabra, como código escrito y secuencial, es la prehistoria de una nueva humanidad, de una nueva forma de habitar el mundo, en que el lenguaje va más allá del registro verbal y en que poesía, sonido, vida y cosmos son una misma y sola energía”.
Ante eso, la editora se pregunta: “¿Cómo explicarse que la noticia de su vida y su obra sea prácticamente un secreto?”. Micaela prefiere no hablar de olvido, “porque para olvidar a alguien primero hay que haberlo conocido. Y a Raquel en Chile nadie la conoce. Los pocos y fervientes lectores que han tenido el azaroso o sincrónico privilegio de acceder a sus libros no deben superar el número de dedos de un cuerpo humano, y la mayoría se encuentra fuera de este país-isla: en Perú, en Ecuador, en Venezuela, en Colombia, en México”.
Desde Perú, en el prologo de los Cuentos para cerebros detenidos, “Las parábolas surrealistas de Raquel Jodorowsky”, a cargo Pedro Casusol, su autor plantea que la narrativa breve de Jodorowsky “fluctúa entre la fantasía y el misticismo, con grandes dosis de surrealismo, psicodelia y ciencia ficción”. Un “surrealismo a la criolla en textos delirantes en una narradora peruano-chilena que práctica con éxito el terrorismo verbal”, dice, citando Ricardo Gónzalez Vigil. Este texto se puede leer completamente acá.
Desde La Raza Cómica, la invitación es a leer estos fragmentos que buscan ser puertas de acceso a la obra de esta prolífica autora.

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Un cuento
¿No le dijo su mamá que…?
Hasta ahora hemos vivido bajo una montaña de papel en un planeta de papel.
Toda la literatura ha sido hecha para entender.
Pero ya estamos cansados de entender. No hay que entender nada más.
Descubrimos que podemos ser algo más que terrestres toda la vida.
Y podemos salir de la jaula que delimitó Colón.
Siempre formando parte de un mundo ilógico, sin admitirlo concientemente, dentro del cual tratamos de proyectar nuestra lógica, que no existe.
Y no es así. Y estamos equivocados. Y nos falta algo.
A lo mejor somos células de un desorden fenomenal.
Estos cuentos que pueden no ser cuentos sino que principios religiosos de una nueva moral, son un disparo a la razón.
Son el juego cerebral de esa parte misteriosa del lóbulo izquierdo.
Reales dentro de la irrealidad, cuerdos dentro del absurdo.
Son mis flores de vidrio. Las últimas partículas de mi memoria venusiana.
En “Cuentos para cerebros detenidos”, publicado por Editorial PesoPluma de Perú, en su colección Crisálida.
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Tres poemas
Habla la Mujer Tierra
Soy el receptáculo de las fuerzas mayores
del grito medular del hombre
donde caen los ruidos parecidos
al derrumbe del mundo.
Soy yo la tierra-madre
la cruel, la tierna
hacedora de la muerte y de la vida.
La húmeda y profunda alcoba
de las aguas
donde se abrazan los niños y las piedras.
Soy la voz ronca de las grutas
los cantos en el interior de los troncos
en las botellas vacías donde aúlla el viento
y se pierden despavoridos los años.
Abrazo y beso. Abrazo pero también destruyo
pero también
repongo cada vez las primaveras
y el invierno, cada vez
sobre el vientre de las capitales
echo a rodar la lluvia
hago correr la lluvia
en las espaldas de los amantes.
Ella toca el rostro insensible de los muertos
abandonados
que nadie puso dentro de mi pecho.
La lluvia desde lo hondo
trayendo de la mano
los recién nacidos a las horas.
Detrás de los granos y las hojas
ayudando a germinar los árboles
que un día serán cunas y féretros.
O en la tierra del Ande, culebrón que tiembla
o en la tierra del sur, ojo de esmeralda abierto
en esta tierra de Chile, o en la del mundo
mi corazón está multiplicándose
bajo los pies aguarda intacto
su volumen de amor.
Posesiva entraña de los fuegos prisioneros
todo parte de mí
todo huye
todo vuelve hacia mí.
Anudado va mi aliento a la garganta
de los seres y las aves y las bestias.
Porque soy el recuerdo
el recuerdo que camina en la sangre
el recuerdo que la impulsa.
Pero a veces
el estampido del tiempo
me hace tocar el llanto
y corro como una viuda
por las regiones del quebranto, donde
alguien combate, alguien
recoge a pedazos sus heridas.
Toco estos campos. Guardo por años
el sonido de los toques. Las trompetas.
Porque las victorias de guerra ¿son victorias?
Toco este llanto en mi corteza, a veces.
Pero vienen los días
irremediablemente los días de sol
con el martillar de los herreros lejanos
vienen
las labores, los rostros de frente al horizonte
vienen los hombres
nuevamente los hombres que dibujan en mi espalda
los sembrados futuros.
Vienen y cantan
y olvidan y cantan.
Yo los acojo de ala en ala
los hundo en el verdor
yo les devuelvo las fuerzas mayores
el grito medular.
Yo los integro a la danza
de mi entraña
al agua, al aire, al fuego
a la usina de la tierra, al trigo
y les hago tocar mi corazón.
Concepción, 1955
(De En la pared de los sueños alguien llama..., 1957)
Aquí les habla
Aquí les habla
la hija del mundo.
Sin necesidad de muchas palabras
aquí está mi poesía
envuelta en oscuros poderes.
Ella es anterior al fuego
da golpes mortales
establece su influencia
y de este modo hace
en las zonas silenciosas
del cerebro
una huella.
Un poeta no es nada
del otro mundo.
Es de esta tierra
aunque cayó de arriba.
Por eso cuando escribo
hablo con lo invisible.
Cada día emerjo
como una manzana
saturada de café
y canta mi corazón
con la boca abierta
engañado por su propia bondad.
Una mañana de oro
todos los poemas
tendrán el poder
de levantarse y caminar.
Nos volveremos magos
seremos dueños
de lo nombrado.
Entonces ordenaremos
este planeta
como el País de la Vida
y no como el Reino
de la Destrucción…
(De Caramelo de sal, 1977)
«La máscara del orador en el Oráculo»
Cuando la poesía no sirve para cambiar este mundo
entonces hay que cambiar lo que se llama poesía.
Yo misma reviso mis poemas
y no encuentro un solo verso que pueda ser citado
una frase capaz de transformar la vida.
Solo un puñado de palabras inciertas
que no pueden convertirse en lo que dicen.
Nuestra lengua ha olvidado el idioma sagrado
de las aves o de Dios.
Ya no se modifica en el silencio.
Se ha domesticado en la costumbre de nombrar los héroes
que engordan nuestra historia
(esos ídolos que atraen la pérdida de infinitos)
y hemos llenado nuestras bocas de peces ahumados
de frutas de papel
que repiten la comedia de los días
en escenarios de plásticos donde actuamos aullando
pareciendo mendigos de la felicidad.
No era así. No éramos así.
Quién de nosotros puede deshacer las minuciosas máscaras
olor a nada
acreedoras a la piedad de un rey?
Ex-dioses, ex-profetas, ex-amantes. ex-creadores,
ex-perfectos animales
Por todos estos motivos es que ahora figuramos
en documentales, etiquetas, retratos oficiales
y la expresión ex se torna universal.
Dónde están los hombres encendidos
que producían las sirenas antiguas?
Hoy que todo se mide con singular precisión
distancias, pesos, temperaturas, pulsos
que son identificados los elementos que componen
la materia de las estrellas
y se determina la figura del planeta
sujetándolo a leyes que ponen en orden su desorden,
nadie, nadie nos dice, quién, la relación exacta
de nuestra Patria en el Cosmos.
Porque el hombre no viene de la tierra
sino del alma.
Y en esta casa del mundo pasamos unos años prestados
pasajeros como somos de la heredad terrestre.
Como la reminiscencia de una especie potente desaparecida
la Humanidad, antigua vampiresa de mil rostros, pasa
revestida con la piel de sus enemigos.
Una familia más, destinada a la infinita variedad de la existencia.
Henos aquí formados en línea alrededor del sol
viviendo de su vida después de miles de años.
Nosotros que no nos ajustamos del todo a una sola realidad
metidos en la combustión general, cansados de ser mordidos
después que hemos trabajado la vida
henos aquí sentados cómodamente en viaje hacia la Luna
tranquilos, exprimidos, con el cerebro hecho arena
por todo y todos los maravillosos y grandes adelantos de la Industria
con los mejores órganos donados de antemano
en paz, sin dedos, con un número en el cuello
clasificados para siempre.
He aquí en un bello día el espectáculo de mi época
en el Gran Museo del Mundo
cuya sangre es agua.
(De Caramelo de sal, 1977)