Fedra Gutiérrez: “Nos hacen olvidar que tenemos capacidad de soñar juntes nuevas formas de hacer mundo”

julio 03, 2025
-

A contar de este sábado 12 de julio, el público podrá conocer el imaginario de la artista peruana que llega al país con esta exposición abierta y gratuita en Factoría Santa Rosa, curada por Valeria Vargas Nocetti. La creadora trae un trabajo con piezas creadas bajo lo que ella denomina “Decollages”. “Soy una artista autodidacta, y esta práctica es una forma de seguir indagando en esas preguntas que siempre me han acompañado”, dice en esta entrevista.

“Desaprenderé la lengua en la que está escrita mi maldición”, una muestra única y expandida de la artista y collagista peruana Fedra Gutiérrez, llega a Santiago. La exposición se inaugura el sábado 12 de julio a las 12:30 hrs. en Factoría Santa Rosa, ubicada en Avenida Santa Rosa 2260, 2° piso.

A través de collages, instalaciones y lo que la artista ha denominado como “decollages” se propone una poderosa crítica a la colonialidad y los imaginarios hegemónicos contemporáneos. En palabras de la curadora Valeria Vargas Nocetti, la muestra se despliega como un manifiesto visual que, desde una práctica filosófica y sensorial, cuestiona las estructuras que sustentan la modernidad individualista. La obra interrumpe discursos dominantes y erosiona las dicotomías heredadas del pensamiento moderno, como vida/muerte, civilización/barbarie, individuo/sociedad”. 

Como explica la artista, su “práctica artística nace de la necesidad de cuestionar y descolonizar no solo las imágenes a través de las cuales nos pensamos y sentimos, sino también nuestra propia mirada”.

Por ello, usando la técnica del collage, busca cuestionar y tensionar los imaginarios coloniales. “Decidí desmembrar, fragmentar y descomponer dichas imágenes y cuerpos para generar seres nuevos, más allá de los límites occidentales y antropocéntricos, atravesados por el territorio y la memoria”, señala

-¿Cómo se inicia tu camino como artista? Y ¿de dónde viene este interés?

Creo que mi camino como artista empieza desde que era niña, porque siempre he tenido un interés profundo por los lenguajes artísticos en general, por esta forma que el arte tiene de mostrarte otras perspectivas de la realidad a las que muchas veces no prestamos atención o que damos por sentadas como “obvias”. Y eso me gustaba mucho, tanto desde el dibujo, como desde el cine, el teatro, la música. Siempre tuve como esta inquietud por querer entender las realidades desde otras miradas y encontrar, no sé si respuestas, pero al menos como ahondar en las preguntas.

Aunque no pude estudiar arte de manera formal, creo que ese mismo impulso o esa misma necesidad de explorar y no conformarme nunca con el mundo alrededor, me llevaron a estudiar filosofía. Ahí encontré otra forma de indagar desde el concepto y su historia, lo que se fue entrelazando necesariamente con mi práctica artística. En paralelo,   bailaba. Siempre me interesó esta reflexión sobre las representaciones de los cuerpos. Exploraba en las teorías críticas, en las construcciones culturales del cuerpo y a su vez, también tenía una inquietud justamente por estas representaciones o imágenes que nos rodean, y por cómo ellas configuran sentidos y formas de ver el mundo y nuestros cuerpos.

Es así como inicié con esta exploración a través de la imagen, a través de la técnica del collage, sobre todo a partir del año 2020. Me interesaba excavar en los cimientos visuales que pretenden contar y retratar quiénes somos, y qué mundos tenemos permitido imaginar. A través de gestos corporales como rasgar, desgarrar o cortar, continué reinventando imaginarios y nuevos relatos ahora desde lo ya existente de la imagen, sus residuos, e incorporando cada vez más otros lenguajes a esta yuxtaposición de sentidos. 

-¿Qué definición tienes sobre este quahacer/rol?

Siento que es como una cuestión necesaria. No concibo ser artista como una actividad que pueda elegir hacer o no, o de la que me puedo desprender, porque siento que es parte de quién soy y de mi forma de habitar el mundo. Al menos hoy lo siento así. En cierto punto, en mis obras yo digo quién soy, ellas son yo misma. A su vez, como oficio, considero que el quehacer artístico está sometido a las mismas lógicas del mercado que cualquier otro trabajo, a la demanda sofocante de producción, lo que genera bloqueos y quiebres creativos, porque por un lado tenemos que trabajar muchas veces en otros oficios para poder subsistir, pero por otro lado queremos producir, y no encontramos el tiempo. Las desigualdades sociales y las estructuras de dominación atraviesan este oficio, así como cualquier otro campo laboral y de vida. Por eso, me es imposible concebir ni al arte ni al artista como neutros o como desligados de la realidad. Sin conciencia del lugar a partir del cual creamos o sin una  comprensión de los discursos que actualizamos a partir de nuestra práctica. 

Creo que el arte ha sido y es un instrumento de control y construcción de los imaginarios que tenemos del mundo, por lo que representa para mí una herramienta poderosa para crearnos nuevas ficciones si es que no nos gustan las que tenemos hoy. En ese sentido, para mí el arte siempre tiene una dimensión política, y no necesariamente porque aborde temas que asociamos de modo cotidiano a lo “político”, sino porque toda creación artística, así como todo lo que hacemos, es político, ya que tiene una incidencia en el colectivo y en lo social. 

No quisiera olvidarme de la importancia que tiene la dimensión pedagógica ligada al quehacer del artista. Yo misma he trabajado facilitando y guiando talleres de collage para el público en general, y creo que ese tipo de espacios de intercambio genuino, de reflexión manual y creación colectiva, constituyen una forma muy potente de abrir preguntas y de transformar(nos).


-Trabajas el collage. ¿Qué mirada particular tienes de esta técnica?

Creo que muchas veces pensamos el collage simplemente como una yuxtaposición de imágenes al azar sobre un fondo de papel, pero para mí el collage, más que una técnica, es una práctica vital. Hay algo revitalizante en el ejercicio mismo de cortar, de arrancar, de desagarrar, de intervenir con la cuchilla las imágenes que recolecto para darles otra vida más allá de las narrativas hegemónicas. Hay algo místico en dejar que mis dedos se involucren de manera sútil en las elecciones visuales que hago, no solo desde que empiezo a cortar o componer, sino desde el proceso mismo de búsqueda de mis materiales. El collage para mí como ves, es un proceso performativo.

Y a su vez, el collage como experiencia no solo implica los formatos clásicos de papel sobre papel, sino que puede implicar una yuxtaposición mucho más compleja de lenguajes diversos, memorias, sensaciones, conceptos, espacialidades que lo sacan de una dimensión más plana para llevarlo a una experiencia sensorial más completa, inmersiva y múltiple.

-¿Qué peculiaridades crees que puede tener o tiene esta técnica desde el Cono Sur?

Me parece una pregunta muy interesante. Me imagino que al hablar del Cono Sur te refieres más que todo a la región de América del Sur ¿cierto? Y desde ahí, lo primero que pienso es que la práctica del collage como técnica es en sí múltiple y muy variada, porque en general, los lenguajes que se utilizan pueden ser muy distintos, las materialidades, los soportes, los cuestionamientos que hay detrás de la imagen, de la técnica, todo ello es muy diverso. Entonces, no sé si podría señalar una característica única o común que defina al collage desde esta región.

Sin embargo, la pregunta me lleva a una reflexión que tengo en general sobre el collage como lenguaje disruptivo, porque cuando observo mis referentes, me doy cuenta de que en su mayoría son artistas racializades, algunes de nuestra región, otres pertenecientes a la diáspora africana por ejemplo, y que plantean en sus trabajos una reflexión plástica muy potente sobre la imágenes y su carga política, así como sobre las representaciones corporales que ellas sostienen. Y esto lo menciono ya que muchas veces siento que en la práctica del collage puede faltar esta conciencia crítica sobre por qué algunos cuerpos son representados de tal o cual manera, o sobre por qué ciertas imágenes y no otras circulan a nuestro alrededor. Ahora, no quiero decir que exista una manera correcta o incorrecta de utilizar este lenguaje artístico, creo que también es enriquecedor tener distintas miradas respecto a la técnica del collage. Pero en mi caso, esta práctica parte de esa conciencia: de que la imagen nunca es inocente, y de que representa una visión del mundo que es política, histórica y muchas veces, colonial; encontrando así en algunes artistas, estos mismos cuestionamientos con los que me he identificado y que son digamos mis referentes actuales. Recuerdo por ejemplo, mi encuentro con el trabajo de Lorna Simpson. Su trabajo me abrió formas de pensar la historicidad de las imágenes y de los cuerpos desde las propias imágenes pertenecientes al mundo editorial. Su forma de reinterpretar desde lo cósmico y lo universal los cuerpos y cabellos de las mujeres negras me pareció increíble y muy inspirador. Así que, no sé si esta respuesta va directo a lo que tu pregunta plantea, pero es la reflexión que me vino a la mente al pensar al collage desde los Sures.

-Tu trabajo de collage no solo incluye “papel”, sino también otros materiales. Vi por ahí que incluso usas fibras. ¿Cómo defines tus materiales?

Mis materiales son diversos porque no se limitan únicamente a la imagen recortada. El soporte, por ejemplo, también es super importante como parte de la narrativa de lo que quiero contar.

Por ejemplo, cuando trabajé con papeles de fibra de plátano, este soporte no era algo accesorio o puramente decorativo, sino que tenía un sentido fundamental que alimentaba la obra, la cual trataba sobre los procesos de muerte como continuidad de la vida. Este material evocaba nuestra relación existencial con la tierra, de la que venimos y a la que volvemos al morir para continuar existiendo en otros seres. 

Pero también, he trabajado sobre las paredes de la calle, usándolas como lienzos, integrándolas a esta lógica de superposición propia del collage. En otras ocasiones, he trabajado los marcos de mis piezas con materiales como vidrios rotos, madera y espinas de tronco de árbol o plantas, buscando hacer del collage una acción escultórica y de continuidad entre el papel y la realidad. 

A su vez, los gestos también son materiales del collage: cortar, desgarrar e incluso robar imágenes para hacerles narrar otras historias; son acciones que también nos cuentan algo. Lo mismo me ocurre con el bordado, que es un material que he empezado a explorar, hay algo que me atrae en el acto de perforar, de punzar, de pasar los hilos, lo que también implica una forma de cortar que une y que a la vez separa.

Mi trabajo intenta escapar de los límites tradicionales del collage. Para esta exposición, por ejemplo, estoy incorporando el sonido como una capa más de sentido, porque el propio audio funciona como collage: hecho de fragmentos míos, de emociones y de temporalidades superpuestas.

-Para esta exposición la reseña habla de decollage, ¿qué quiere decir este término? Suena hermoso.

La noción de decollage tiene mucho que ver con lo que mencionaba antes sobre los materiales y la dimensión expandida del collage. Para mí, es como una forma de deconstruir el collage mismo, de empujarlo hacia otros territorios y otras dimensionalidades a las no se le suele asociar dentro del campo artístico. El término decollage permite entonces justamente darle la vuelta a la idea más tradicional que existe sobre el collage, y nos invita a pensar en el collage no solo como una técnica visual sino como una práctica artística que puede implicar tanto la imagen, como la materia, las texturas, el papel, pero también el cuerpo. Hay una performance del cuerpo en el acto de cortar, de desagarrar, de bordar. El movimiento del cuerpo también construye sentidos, así lo siento yo. Cuando salgo a la calle a hacer un collage callejero, todo mi cuerpo está implicado, atento y dispuesto. En ese sentido, el decollage es una forma de pensar y hacer del collage una experiencia de integración y yuxtaposición de múltiples lenguajes: visuales, corporales, plásticos, sonoros, entre muchos otros. 

-¿Qué impacto puede tener eso de crear imágenes imposibles y con ello, quizás, mover el cerco de los imaginarios?

Tiene un impacto super importante, porque en realidad, cuando miro a mi alrededor  y observo todo lo que nos rodea –ya sea en los libros, en los carteles de las calles, en la publicidad, en las fotografías, en redes sociales, en los monumentos, en los textos escolares, en los periódicos, en las revistas, entre otros– lo que observo son visualidades que construyen el mundo, lo moldean. Muchas veces desde imaginarios con los que no me identifico, con los que no estoy de acuerdo, atravesados por el racismo, la misoginia, y la transfobia, planteados desde una perspectiva hegemónica blanca. Y eso no va a cambiar si quienes no nos vemos reflejades en esas imágenes no empezamos a creer en la potencia de imaginar otros mundos posibles. 

Como profesora, lo converso mucho con mis estudiantes: cómo nos han enseñado a naturalizar el mundo que vemos, un mundo donde estamos prácticamente viendo en vivo un genocidio contra el pueblo palestino, un mundo que sostiene políticas migratorias inhumanas contra les latines en EEUU; hay como una lógica de pensar que el mundo es así y ya está, como si siempre hubiese sido así y como si no pudiera ser de otra manera. Nos hacen olvidar que tenemos como una capacidad de soñar juntes nuevas formas de hacer mundo, y que así como este mundo que vemos hoy ha sido construido, también puede ser transformado, derrumbado. Por ello, yo sí creo que es super importante crear esas imágenes impensables, porque si no lo hacemos nosotres ¿quién lo va a hacer?

-“Desaprenderé la lengua en la que está escrita mi maldición” es el título de lo que traes. ¿Es una exposición especial para Chile o es un corpus que tienes y que traes como obra conjunta?

Esta es una exposición que reúne un corpus de obras en el que he venido trabajando desde el año 2020, siendo así como una suerte de retrospectiva de mi trabajo en estos 5 años. Ahora bien, algunas de las piezas incluyen elementos nuevos que he preparado especialmente para esta exposición y que entran a escena para enriquecer el sentido de obras ya existentes. Y esto porque en cierto punto siento que mis obras nunca están del todo terminadas. Yo las percibo, te contaba, como formas de mi propio ser, por lo que si yo cambio, si yo siento ahora de un modo diferente, siento que ellas también me siguen. A veces me doy cuenta que necesitan algo más, un gesto adicional, un nuevo fragmento para completarse hoy. Lo que hace del corpus una suerte de organismo vivo en sí mismo. A su vez, no quería dejar de mencionar, que se trata de mi primera exposición individual y estoy muy feliz de poder hacerla en Santiago de Chile, en la compañía de personas a las que quiero y admiro mucho.

-También sobre Chile, ¿cómo describirías el vínculo con la escena local?, ¿con quién te vinculas acá?, ¿qué te interesa?

Mi vínculo con Chile pasa por distintos lugares, pero sobre todo por lo afectivo. Por ejemplo, a la Valu, la curadora de esta exposición, la conocí en el 2021 en un laboratorio de investigación organizado por el CIPEI (México) y dirigido por danie valencia sepúlveda, sobre tecnologías de la blanquitud y archivos raciales dentro de la colonialidad. Este espacio fue muy potente, y la verdad ha sido de las experiencias de formación más enriquecedoras en las que he participado, no solo por los contenidos de nuestras conversaciones, sino porque conectamos desde el sentir, nos sosteníamos, nos abrazábamos a la distancia, porque todo esto fue virtual, y a la vez todo era muy cercano. En ese espacio la conocí a Valu, y recuerdo clarito cuando un día yo había escrito un texto que rozaba el fallecimiento de mi papá y ella me escribió luego y me dijo, “Fedra, me movilizó mucho lo que dijiste, te abrazo”, o algo así, y desde ahí somos amigas cercanas y colegas. Me emociona mucho que ella pueda acompañarme en esta aventura de la exposición.

Y por Valu, yo conocí a Karo Castro, cuando vino a Lima para participar en la Feria del libro de Lima como parte del equipo de compiladoras del libro “Incardinadas. Cartografía poética de mujeres del Perú”. Coincidimos de una desde nuestras prácticas, y ahora que ella gestiona un espacio en Factoría Santa Rosa, me invitaron para hacer esta exposición. 

Todo pasó como ves por la amistad y las afinidades, y bueno, aquí también tengo muches amigues que conocí cuando viví en Francia, o de cuando participé en la residencia Inmaterial en Bolivia. Por eso mi enlace con Chile no es estrictamente laboral. 

Ahora, definitivamente me interesa conocer personas y artistas del circuito con quienes dialogar y compartir. Y ya como extra, me interesa conectar también con la comunidad otaku chilena, a la que sigo por redes. Me encantaría conocer más de cerca esa movida aquí.

***

Coordenadas

La muestra estará abierta al público los días sábado 12 y domingo 13, también el sábado 19 y domingo 20 de julio, en horario continuo de 11:00 a 17:00 hrs.

La exposición, organizada por SE IMPRIME  incluye una visita guiada a cargo de la artista a partir de las 16:00 horas el mismo 12 de julio, abierta a todo público. 

Junto a ello, la artista realizará una actividad formativa. Se trata del domingo 13 de julio de 11:00 a 14:00 hrs. Con un taller de Collage y Tarot a cargo de la artista Fedra Gutiérrez y la poeta y tarotista Karo Castro, con inscripciones abiertas y cupos limitados. El propósito de este taller es crear cartas personalizadas del tarot utilizando símbolos propios de los arquetipos y la técnica del collage. Para inscribirse al taller  se deben comunicar al correo carolinawhite@hotmail.com, este tiene un costo de 30 mil pesos p/p.

AUTOR/A/ES
POR 
Francisca Palma
Nortina y hospiciana. Periodista, funcionaria pública y bordadora. Autora de Iquique Glorioso (Editorial Radio U. de Chile, 2016) e Iconoclastas (Navaja, 2024).
SÍGUENOS
CATEGORÍAS
AUTORES
ARTÍCULOS RELACIONADOS