Cristina Rivera Garza: “La escritura tiene la capacidad de encender un destello de esperanza en los tiempos más difíciles”

octubre 27, 2025
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Durante los días 23, 24 y 25 de octubre se realizó el primer Congreso de Escritura Creativa del PhD en Escritura Creativa en Español de la Universidad de Houston. Al encuentro asistieron integrantes de nuestra revista, Francisca Palma y Erick Valenzuela, quienes participaron en debates, encuentros y también llevaron la palabra de nuestra experiencia y territorios. 

El programa de estudios, único en una universidad pública en los Estados Unidos, tiene como directora y fundadora a Cristina Rivera Garza, historiadora, escritora reconocida en 2024 con el premio Pulitzer en la categoría de Memoria o Autobiografía por su libro «El invencible verano de Liliana». 

Ella misma estuvo a cargo de cerrar este nutrido encuentro con una charla magistral titulada “Ir al archivo como quien va hacia el futuro”, cuyas claves queremos recordar para siempre y te compartimos en esta edición de hoy.

  

El Invencible Verano de Liliana – Random House 2021

Su trabajo se ha vuelto un referente fundamental a la hora de pensar las escrituras latinoamericanas y mundiales. Sus múltiples obras han sido traducidas al inglés, alemán, francés, italiano y coreano entre muchos otros idiomas. La fundadora del PhD en Escritura Creativa en Español de la Universidad de Houston, Cristina Rivera Garza, estuvo a cargo de la apertura y clausura de un hito que ella misma calificó como asombroso: la realización del primer congreso de este programa, ocho años después de la fundación del mismo. “Un congreso del afecto”, en sus palabras; un acto “milagroso”. “Es que contra todo pronóstico, todos nosotros vinimos aquí a Houston en este glorioso otoño, con alguna que otra lluvia, a congregarnos en la plaza abierta de la escritura, como si la escritura fuera un lugar, que perteneciéndole a todos, pudiera intervenir y subvertir una realidad que nos resulta insoportable”, dijo. 

Parte de nuestro equipo integró el centenar de participantes de esta cita con las letras y la rebeldía. Encontrarnos con Cristina Rivera Garza fue un abrazo fraterno, afectuoso, contenedor, en el que se entretejen nuestros muertos, sus memorias y archivos, que son parte de una colectividad sensible. Cristina nos invitó a entender la escritura como una respiración colectiva, desde la ternura que despierta la imaginación.   

La lista podría continuar indefinidamente, pero me quedo nada más ahí. Y sin embargo, lo que me parece más milagroso es que contra todo pronóstico, todos nosotros vinimos aquí a Houston en este glorioso otoño, con alguna que otra lluvia, a convergernos en la plaza abierta de la escritura, como si la escritura fuera un lugar que, perteneciéndole a todos, pudiera intervenir y subvertir una realidad que nos resulta insoportable.

Encender y empuñar

Cristina Rivera Garza fue enfática en llamar a escribir para “encender la chispa de la rebeldía”, situando la escritura actual en un tiempo especial: “la era de los necios”.

“El mejor de los tiempos ya no existe, si es que alguna vez fue. La era de la necedad, la estación de la oscuridad, el invierno de nuestra desesperación, todo eso está aquí, no podemos no mencionarlo, todo eso está enredado, aquí ante nuestros ojos: crisis climática, patriarcado apocalíptico, capitalismo del odio, guerra contra los migrantes, ataques de la democracia, epidemias de feminicidio y, claro, el genocidio que se lleva en este momento, hoy, en Palestina”.

¿Puede la escritura hacer algo?, preguntó siguiendo a la académica Alex Saum-Pascual. “Yo no estaría aquí si no creyera profundamente que la escritura tiene la capacidad de encender un destello de esperanza, una chispa de valentía, en los tiempos más difíciles”, respondió, diciendo que la herramienta más potente que tenemos todos al alcance es el lenguaje que “nos hace y tiene el poder también de deshacernos”. “Vivimos a través del lenguaje y, cuando hayamos partido de la tierra, podremos seguir habitando la memoria, la memoria colectiva, gracias a la fuerza del lenguaje”.

Sumó otras preguntas: “¿Estamos dispuestos a empuñar nuestras herramientas y a compartir nuestras visiones sabiendo que ese poder de hecho está a nuestro alcance? (…) ¿Cómo escribir entonces? ¿Cómo conducirnos frente o entre este lenguaje que nos forma, nos estructura y nos destroza a veces? ¿Dónde nos detenemos o cómo continuar?”.

Marguerite Yourcenar. Fuegos

No hay escritura sin investigación

Otra de las claves entregadas por la escritora es la investigación, labor que asoció a la idea de los cuidados. “El cuidado está en las múltiples formas de acercarse a los materiales con rigor, sin duda, pero también con ternura, sabiendo que un roce demasiado furtivo u hosco podría producir una fractura”, dijo, agregando que esto se expresa en “operaciones mínimas que indican que la identidad no es suficiente para tener ese permiso de acercarse a los materiales, que el deseo no es suficiente, que la urgencia ni siquiera es suficiente. El cuidado nos dice que necesitamos, que precisamos de un consentimiento”. La puerta de acceso, la aproximación a esos materiales, a esa materia prima, no se trata “de una operación policial o administrativa”.

Walter Benjamin “llamó fósiles a los objetos concretos que contienen y resguardan la energía y huellas del pasado, pero que aún están presentes, a menudo de otra forma, en la sociedad en la que vivimos”. Este concepto del fósil, “me ha servido para ir hacia el archivo, no como un acto melancólico que busca reproducir un pasado que acaso tal vez fue mejor, sino para aproximarme a esos materiales, como quien va al encuentro de las energías y proyectos que la fuerza, la crueldad o la devastación interrumpieron”. En esta aproximación, “el deseo y la urgencia, que siempre se originan desde el presente, guían esa búsqueda intempestiva en los papeles, las letras, los objetos, donde ese otro futuro alternativo quedó guardado y sigue palpitando”. 

“El deseo y la urgencia, que son el presente, nos llevan al pasado para encontrar ese punto de fuga por donde se cuelga el futuro”. 

Por eso no se va al archivo por información: “se va al archivo porque se va al cuerpo”; experiencia que vivió en la escritura del libro El invencible verano de Liliana. “Cuando leí por primera vez los documentos que conforman el archivo de los afectos de Liliana Rivera Garza, cuyo feminicidio, ocurrido el 16 de julio de 1990, me sorprendió, me tomó por sorpresa una sensación de su presencia, la convicción de que ella estaba físicamente cerca de mí. (…) Al colocar mis manos sobre sus papeles, que habían permanecido intactos dentro de una caja durante casi 30 años, tuve que aceptar lo evidente, que la última mano en dejar ahí una huella fue la suya, y la mía fue la primera en tocarla de nuevo 30 años después. El papel se volvió un puente, un territorio compartido, un ámbito táctil que nos permitió interactuar a través del tiempo. El encuentro fue emocional, por supuesto, pero también innegablemente material”. 

La respiración del lenguaje

En esa lectura de las cartas y diarios de Liliana, Cristina se vio replicando esa subjetividad. “Me descubrí, sin darme cuenta, sintiendo su ritmo, acelerando la respiración, jadeando, incapaz de terminar un párrafo particularmente largo”. Ese seguimiento, se preguntó entonces, “podría ser la forma que hemos hallado en nuestra cultura para insuflar aire en los pulmones de aquellos que ya no están”. “Me pregunté, ¿podrá la lectura devolvernos a nuestros muertos? Y mi respuesta fue que sí”, contó.

Me dije entonces, como les digo ahora, que leer, que escribir, es respirar al unísono. Los signos de puntuación conforman el sistema de respiración de un texto”; es poner voces en común. Así, “la puntuación, junto con la aliteración o la simple repetición, ofrece a los lectores un espacio amplio para respirar, o por el contrario, también nos puede dejar sin aire”. 

Como ejemplo trajo a “las sinuosas, extendidas oraciones, llenas de cláusulas subordinadas que se enroscan dentro de sí mismas, como la del escritor chileno Roberto Bolaño, en 2666”, y las “líneas desbocadas que hay que perseguir en la obra de la escritora mexicana Fernanda Melchor, o en los libros, gordos por lo demás, de la escritora española Laura Fernández. Los puntos secos, unos tras otros, por ejemplo los de Raymond Carver, ya son célebres, y también deben ser las frases breves y sincopadas con las que Selva Almada, una de las mejores narradoras argentinas contemporáneas, construye diálogos más cercanos a la poesía experimental que a la prosa”.

“Cuando decimos que conocemos a un autor, o que un autor nos resulta entrañable, y noten aquí la palabra entrañable, hay un contacto de nuestras entrañas aquí, y es porque hemos estado ahí respirando con esa autora dentro de sus pulmones, tenemos ese contacto corporal con él o con ella. Del mismo modo, cuando tomamos un libro de los estantes de una biblioteca o de una librería, en realidad estamos sosteniendo las respiraciones de muchos otros”.

Por eso, cerró, “escribir es menos una cuestión de contar una historia, y mucho más una cuestión de compartir una experiencia, una experiencia que va de cuerpo a cuerpo”. Es también una forma de transportar y producir aire fresco; metáfora que aplicó a este congreso: “Un festival literario o un congreso como el nuestro, este primer congreso de escritura creativa en español en los Estados Unidos, se asemeja mucho al Amazonas. Es un lugar donde se produce la atmósfera que hace posible respirar. Aquí venimos a tomar aire y a recuperar el espíritu, que es otra definición de respirar. Venimos a respirar sin pausa, pero con ritmo, a reconectar cuerpo con cuerpo, para que juntos, como una comunidad planetaria, podamos imaginar y, por lo tanto, construir ese otro mundo que necesitamos y queremos”. 

“Pues eso, estamos unidos por el aire que nos mantiene vivos, atentos y listos para lo que viene, y se vienen tantas cosas, muchas graves, pero también tantas cosas que podemos hacer en conjunto. Estamos unidos por la frase que enlaza los pulmones, todos los pulmones, con los míos. Estamos unidos y, como les decía hace rato, no nos vamos a poder desconectar. Muchas gracias otra vez”.

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