De entrada, conviene advertir que independiente de las credenciales ideológicas, todas las tradiciones partidarias chilenas han sido estrictamente centralistas. […], se han caracterizado por mantener cúpulas hipercentralizadas y elitistas que operan desde Santiago y adolecen de mecanismos internos de democratización para la resolución de conflictos.
Nerón y el incendio de Roma
Esta vez no hay flautista de Hamelin. Pero se escucha la melodía. Es una revuelta anarca ciudadana.
Chile arde y yo ardo desde lejos
En ellos había rabia. (…) pero muchos otros tenían más fuego que nadie: raperos, grafiteros, deportistas y circenses, haciendo colectividad en las calles mientras los adultos les decían que no fueran a marchar, que no rayaran las calles, que no faltaran a clases porque la educación era su futuro. Mentira.