Aburrides de pelear con desconocides racistas por nuestras redes sociales, decidimos compartir públicamente los rosarios que les cantamos. Para sacar afuera la rabia, sí, y para aportar a la creación de contra-narrativas que interrumpan el fluir de esas ideas anti-migrantes difusoras de odio. Esperamos ser elocuentes y convencer a algunos corazones de allá y de acá, de que el territorio que hoy llamamos Chile es de todes y que todes fuimos, somos o seremos migrantes.
Cinco de las siguientes seis aseveraciones corresponden, casi literalmente, a comentarios realizados por seguidores del fanpage de un diario regional del norte de Chile en videos de los desalojos en Plaza Brasil y el borde costero ocurridos el viernes 24 de septiembre en Iquique. Una de ellas la escuchamos por la radio ese mismo día. No es nuestro objetivo señalar a nadie. Las usamos como hilos de los cuáles tirar para desenredar una entreverada urdimbre de ideas e imágenes que, lamentablemente, “desde abajo” y de a poquito, van configurando un paisaje de odio que nos sentimos responsables de ayudar a des-armar.
“¿Por qué no pelearon sus derechos en su país en vez de venir sin saber la realidad de los chilenos, que no es como se cuenta?”
¿Quién dice que no lo hicieron? Solo para ejemplificar: según cifras del Observatorio Venezolano de Conflictos Sociales (OVCS), solo en el primer semestre de 2021 se registraron 3.393 protestas, lo que equivale a un promedio de 19 protestas diarias. Sí, 19. Sí, al día. Esto sin contar las cifras del 2020 de 9.633, equivalente a un promedio de 26 protestas diarias. ¿Queda alguna duda de que el pueblo venezolano no lucha por sus derechos? Por lo demás, irse también es una forma de luchar por la vida.
“La caridad empieza por casa”
¡Que buena cristiana esta señora! (fue una mujer la que lo escribió) ¿Qué diría JesúsCristo que nació por casualidad en Belén, un pueblito por el que José y María iban sólo pasando? ¡Ahí viene el “extranjero ilegal”! le gritarían les vecines de Iquique si vieran a JesúsCristo pasar.
La metáfora judeocristiana de la casa es eso: una metáfora que busca movilizar la idea de un lugar en que hay otres, los prójimos, con los que hay que solidarizarse siempre. Por lo tanto, sería necesario que aquelles que eligen pararse desde este paradigma e insisten en que el país es “nuestra” casa – entre comillas para remarcar el sentido de propiedad implícito –, empiecen a comprender que las metáforas “caseras” del amigo Jesús nos dicen que debemos ser solidaries y fraternes con todes quienes habitan en ella. La Biblia no dice nada de que hay que ordenar la casa primero, ni tampoco dice nada favorable a la persecución policial. Y, además, ¿no se supone que Jesús era amigo de todes? No tenemos que darle mucha vuelta para tener certeza de que, en esta situación, Jesús estaría del lado de quienes más sufren, y no son los que ven supuestamente limitada su circulación, o “afeada” su ciudad; sino aquellos que están viviendo en la calle.
Hay que establecer una diferencia entre mirar esta situación siendo nacional y teniendo un techo; y, por otro, haber migrado por el desierto con la angustia de no saber si vas a sobrevivir y encontrarte viviendo en una carpa en una plaza pública de un lugar aún desconocido. Las personas que continúan saliendo de Venezuela, y también de Haití, no deciden hacer un viaje por la choreza de hacerlo. Están huyendo de la violencia, la inseguridad, la falta de insumos básicos, de alimentos, medicinas, servicios esenciales y muchas veces, también, escapan de amenazas. Por eso, diversos organismos internacionales como ACNUR (Agencia de la ONU para los Refugiados) desde el 2019 han orientado a los países a considerar que les migrantes venezolanes están en situación de refugio. Incluso la Secretaría General de la Organización de los Estados Americanos (OEA) redactó una serie de propuestas para mejorar la situación de migrantes y refugiados venezolanos durante la crisis del COVID-19 en los ámbitos de salud, educación, medios de vida, protección, seguridad alimentaria y vivienda. O sea, no es sólo la ONU la que recomienda a los Estados responder a la situación de la migración venezolana, sino que también lo hace la OEA.
“Chile no está preparado para tanto inmigrante y no se entiende tanto ilegal… si es cosa de hacer sus papeles y hasta ayuda hay para ellos …”
En primer lugar, ningún país por sí solo puede “estar preparado” para afrontar crisis humanitarias como la de los pueblos venezolano, sirio, afgano, haitiano, cubano, subsahariano, etc. Por eso se necesita una respuesta solidaria de todos los Estados del mundo y de todes quienes poblamos la tierra, poniendo la dignidad humana y el buen (con)vivir en el centro.
En segundo lugar, no es un delito no pasar por o evitar un paso fronterizo. Es una falta administrativa. UNA FALTA ADMINISTRATIVA. Así que no es una ilegalidad lo que cometen. Por lo demás, es bien de mala persona pensar que un ser humano puede ser ilegal. Ilegales son las acciones que las personas realizan. Ilegal es robar un banco como hizo el actual presidente de este país, quien ni siquiera ha sido juzgado ni encarcelado.
En tercer lugar, depende del país de origen si la persona requiere autorización del Consulado de Chile en su país para entrar como turista. Eso sin las restricciones migratorias “excepcionales” que hay producto del Covid-19.
Por último, reiterar que el refugio es parte de los derechos fundamentales universales, más allá de los marcos legales de los Estados nacionales. A estas alturas, debería estar claro ya que la mayoría de las personas que están ingresando a Chile han de ser acogidas como solicitantes de refugio. La crisis humanitaria que vivimos es global, pero pareciera que a mucha gente le falta bondad para verlo.
“Estamos en un caos sin control, necesitamos deportaciones con urgencia. No hay control para el masivo ingreso de inmigrantes”
Es exactamente al revés. La militarización del control en frontera, el reforzamiento de las barreras y las políticas anti-migrantes impuestas por este gobierno –que por ejemplo han vulnerado el principio de no devolución de aquellas personas que solicitan refugio en frontera– tienen como efecto el que quienes migran se vean forzades a cruzar por pasos no habilitados. Las organizaciones de migrantes, que trabajan con migrantes, políticos, personas del mundo de la academia, han llamado una y otra vez al gobierno a escuchar, mirar y comprender lo evidente: mientras más barreras se ponga a la migración, esta sólo se vuelve más riesgosa e irregular. No ilegal, irregular. Ocurrió en el pasado cuando se impusieron visas consulares a las personas provenientes de República Dominicana y los cuerpos sin vida que el desierto devolvía –de tanto en tanto– eran de esa nacionalidad. Se les dijo, pero si hay algo que caracteriza a este gobierno es no escuchar y practicar activamente el nomeimportismo. También ha caracterizado a este gobierno usar a las personas migrantes como su chivo expiatorio en momentos de bajo “rating”. Y estamos en uno decisivo: ad-portas de su fin (¡al fin!).
En su mayoría, las personas migran porque no ven posibilidad de sobrevivir en donde están. Y aunque se levanten muros gigantes, como lo ha hecho Estados Unidos en su frontera con México o España en su frontera con África, las personas no dejan de migrar. Así tengan que cruzar ríos, mares o desiertos, siguen intentando llegar al otro lado, arriesgándose a que se les vaya la vida en ello. 1 La crisis del refugio es un desafío global, que ha hecho trizas y desbordado el modo en que se entiende habitualmente.
Así como nadie elige migrar en medio de una pandemia, recorrer el desierto a pie, ni caminar por días al costado de las carreteras porque lo encuentre chori en su país, tampoco se elige por voluntad propia perpetuar una situación migratoria irregular. Las personas que ingresan por pasos fronterizos no habilitados no tienen posibilidad alguna de cambiar su estatus migratorio. No importa si encuentran un empleo. Jamás podrán tramitar una visa y tendrán que trabajar siempre “sumergidos”, sin contrato, ni siquiera a honorarios. No pueden existir. No tendrán RUT. Intenten vivir un día en Chile sin RUT y sin dirección de domicilio ¡por cierto!
Lo decimos más explícitamente: las políticas criminalizadoras de la migración y abiertamente racistas de este gobierno y sus representantes, han diseminado hasta el hartazgo imágenes y mensajes cargados de odio que, en gran medida, han creado condiciones para lo que hoy ocurre en Iquique. Condiciones que, por supuesto, están también entrelazadas con raíces históricas de exclusión derivadas de la matriz colonial del Estado-nación e imbricadas con la trama de desigualdades derivada de un sistema de muerte (depredador de vida) como es el capitalismo en su simbiosis con el heteropatriarcado, el racismo, el capacitismo, el adultocentrismo.
Y respecto de las deportaciones masivas que el gobierno ha realizado, estas constituyen una violación del derecho internacional que,se supone, existe para resguardar los derechos humanos y la dignidad de las personas más allá de las fronteras de cualquier país y de las constituciones y marcos legales nacionales. Así que eso de andar pidiendo deportaciones masivas sí que es instar a una ilegalidad.
“Son delincuentes, son sicarios: hicieron un catastro y la mayoría tienen un largo prontuario policial, han aumentado los asaltos y los motochorros. Ya no se puede pasear en familia porque la mayoría de los asaltos son de venezolanos”.
¿Dónde está ese catastro? No existe ningún catastro oficial. Y siempre que aparecen estos rumores hay cifras de sobra para probar que la población chilena comete más delitos que la población migrante. O bien, que el porcentaje de migrantes que delinquen no está por sobre el porcentaje delictual de la población chilena. Son sólo rumores alarmistas que aumentan el odio y la discriminación y que aquieren peligrosa “vistosidad” diseminados por bots en redes sociales (y, cómo hemos visto, por agitadores cercanos a la ultraderecha fascista).
Además, es necesario tener buena memoria para recordar que las noticias sobre cadáveres degollados, calcinados, torturados fueron comunes entre 1973 y 1989 –durante la dictadura militar de Pinochet– y que eran perpetrados por gente mandatada por ese régimen. Por lo mismo, interrumpamos este imaginario y pensemos que hay un grupo grande de sicarios,chilenos, presos en una cárcel de lujo. Porque en Chile quienes roban celulares van a cárceles en las que están hacinados y en condiciones infrahumanas, pero quienes impunemente han practicado el sicariato tienen todos los beneficios. Esa cárcel se llama Punta Peuco. Pero a ellos no los consideramos sicarios, porque para serlo no solo hay que recibir dinero o ser retribuido por matar con privilegios y poder –como ocurrió con quienes ejercieron la violencia terrorista del Estado. También hay que venir de algún país vecino, tener determinado acento y ciertas características físicas. El sicariato también es una configuración racista, por tanto…
“Y más encima viven en carpas. ¡Nunca antes se vio eso en Chile!”
Las tomas de terreno que dieron origen a muchas poblaciones a lo largo del país fueron inicialmente así: personas viviendo en carpas. De hecho, más atrás, a principios del siglo XX, varias zonas del norte fueron pobladas de esa manera. Por ejemplo, en Tocopilla las y los inmigrantes chinos, según una investigación del historiador Damir Galaz-Mandakovic, vivían en carpas y chozas improvisadas llamadas “manchurias”. Asimismo, muchas de las poblaciones de dicha ciudad fueron chozas tipo carpas durante un largo tiempo. Es más, durante la segunda mitad del siglo XX las personas sin hogar se organizaban en asentamientos llamados “campamentos” y recibían ese nombre dado que vivían principalmente en carpas. Para añadir, María Brevis, actual concejala de la ciudad de Mejillones, compartió hace unos días en facebook, a propósito de lo sucedido en Iquique, su relato de vida: esta mujer activista ambiental llegó hace 50 años a vivir a la ciudad y vivió por dos años en una carpa antes de en una residencia. En Antofagasta, desde hace unos 20 años, personas en situación de calle viven en carpas a lo largo de todo el borde costero de la ciudad. Así que esto sí se veía antes en Chile y muchas de las personas con las que nos relacionamos y a quienes admiramos vienen de esa historia.
Para terminar, si bien en este texto hemos querido desarticular algunas de las ideas racistas más comunes en nuestras redes sociales, al cierre preferiríamos quedarnos con la esperanza de que “Somos + quienes defendemos el legítimo derecho humano” a migrar para vivir una vida digna, “en este y todos los territorios” (como han dicho las chiquillas de la Red Chilena contra la violencia en su comunicado del 28 de septiembre). Así lo demuestra el amplio rechazo social (nacional e internacional) frente a los desalojos y a la marcha racista del sábado 25 de septiembre (día de la vergüenza) que terminó en la quema de sus pertenencias. Desde entonces, hasta la fecha en que publicamos este texto, se han convocado en varias regiones del país a marchas antirracistas y en solidaridad con quienes migran; organizaciones de la sociedad civil se coordinan para que la ayuda más urgente llegue a les afectades por la violencia; personas dentro y fuera de Iquique colaboran con enseres, comida, aportes en dinero; circulan notas en prensa, columnas, comunicados en rechazo a lo ocurrido, etc.
Nos quedamos con la esperanza de que las comunidades organizadas y las sensibilidades frente al sufrimiento parecen estar más cercanas a una perspectiva de respeto irrestricto a los derechos humanos, que la de cualquier gobierno en cualquier parte del mundo (aunque el nuestro, de turno, se esfuerza en ser, de los peores del planeta).
*Agradecemos la lectura y comentarios amorosos de Fernanda Stang-Alva (académica migrante), Belén Fernández Llanos (fantástica escritora) y Kyuttzza Gómez Guinart (amada migrante librepensadora)
* Clive Echagüe Alfaro. Magíster en Psicología Social. Unidad de Atención a Inmigrantes “Ignacio Martín Baró” del Centro de Intervención y Asesoría Psicosocial, Universidad Católica del Norte
Perfil del autor/a:
Doctora (C) en Sociología Universidad Alberto Hurtado y descendiente, después de varias generaciones, de un alguien que cruzó a Chile por un paso fronterizo no habilitado (antes de que esa nomenclatura fuese siquiera inventada).
Perfil del autor/a:
Magíster en Psicología Social. Unidad de Atención a Inmigrantes “Ignacio Martín Baró” del Centro de Intervención y Asesoría Psicosocial, Universidad Católica del Norte.
Notas:
- Es el caso de Jill, una mujer cubana de 25 años cuyo cuerpo sin vida fue encontrado el 22 de septiembre recien pasado. Murió intentando cruzar el río Bravo para llegar a Estados Unidos: https://www.asere.com/cubana-de-25-anos-murio-al-intentar-cruzar-el-rio-bravo/ De Christian Alexander Barbecho, un muchacho de la provincia de Azuay en Ecuador, que a sus 15 años murió intentando cruzar la frontera por el desierto de Texas, en junio de este año. De Maribel Pujols de origen dominicano; de Edda Margarita Marín Villalobos, mujer venezolana de 72 años que falleció en Colchane buscando llegar a Chile y acceder al tratamiento para sus arritmias cardíacas que Venezuela le negaba. Y de todes quienes a diario pierden la vida en distintos lugares del mundo luchando por vivir.