Cada vez que se le pregunta cuándo se irá a vivir a Santiago, niega rotundamente con una chuchada al aire. Jonnathan Opazo (San Javier, 1990) es conocido por su prolífico trabajo escritural en casi todo tipo de formato, casi como un anfibio de la literatura, recogiendo materiales diversos y recopilándolos en su blog lacitadeunacita. En 2016 ganó el premio Roberto Bolaño, mismo año en que publicó su primer libro titulado Junkopia¸ una serie de poemas breves similares al haiku que retrataba las ruinas de la ciudad. Luego vino la plaquet Cangrejos (2017) y pronto la versión en libro por Gramaje Ediciones. Mismo recorrido tiene su último trabajo llamado Baja fidelidad publicado por la única editorial digital de Chile, Jámpster ebooks, obra que ahora tomó Editorial Aparte de Arica para publicar en una versión ampliada y en papel. Conversamos con él de la vida en Talca, sus libros y de crítica literaria en Chile.
¿Cuál es la rutina laboral de Jonnathan Opazo, qué peso tiene en ella la escritura?
Por ahora, me encuentro escribiendo los últimos textos de una investigación sobre poblaciones obreras de Talca y haciéndole algunas pegas a una editorial universitaria. Diría que, en ambos trabajos, son las trampas de la escritura las que me ayudan a hacerlo con cierta holgura para ganar la plata que se necesita para tener tiempo para escribir.
Escribes y publicas desde Talca, Junkopia salió por Editorial Bifurcaciones que es una editorial que estuvo afincada en esa ciudad y ahora vas por Editorial Aparte de Arica. ¿La provincia en Chile está infravalorada?, ¿cómo ves tú el trabajo de estas editoriales que están en esta especie de silencio regional?
Es difícil esta pregunta. Sería injusto de mi parte decir que hay un silencio regional, porque en casi todas partes hay gente haciendo la pega. Lo que pasa es que no tienen ni las luces ni la prensa ni los recursos con los que cuentan en Santiago.
Ahora, valoro muchísimo y patudamente, me siento parte de este piño de gente que decide quedarse en provincia a escribir y publicar: la revista Medio Rural en el Maule, l@s cabr@s de la Grado Cero y la editorial Inubicalistas en Valparaíso. Aparte en el norte, Komorebi en Valdivia y muchos otros que probablemente se me pasan por desconocimiento y desidia personal. Además, escribo desde Talca, pero creo que sería más o menos parecido si estuviera en San Javier, Constitución, Pencahue o Licantén.
Partiste publicando a partir del premio de la Revista Grifo, siguió el primer lugar en el Bolaño de 2016 y alguno que otro reconocimiento después, ¿qué importancia le das a los premios en tu proceso de escritor?
Creo que no tienen ninguna importancia. El Bolaño, por ejemplo, me lo dieron por un cuento, pero no he persistido en la narrativa. Generalmente, postulo a concursos o fondos sólo si tengo una obra en proceso que me parezca medianamente decente. Me quedo con lo que me dijo un amigo hace poco: la ruleta de los concursos te permite, si todo sale bien, conseguir plata que no tienes y que tu texto sea leído en tanto texto y no en tanto «texto-escrito-por-fulano-de-tal». Nada más.
Vas en tu tercer libro de poesía, luego de Junkopia, Cangrejos y el ebook Baja fidelidad, que es lo que estás presentando ahora en una versión extendida y de papel con Editorial Aparte. Además, viene una plaquet con Cuadro de Tiza, ¿qué piensas de publicar tan seguido?, ¿crees que es necesario esperar mucho tiempo antes de volver con un libro nuevo o eso es sólo una pose?
Son tres libros que, en una de esas, podrían haber sido uno. Creo que en parte tiene que ver con mi necesidad de estar constantemente inventando «proyectos» de escritura, por decirlo de algún modo. Que salgan seguidos, en mi caso, puede vincularse con que los editores han visto en cada una de esas obras algo publicable. Eso no significa que estén necesariamente terminadas o cerradas. Me gusta la idea, que creo que es de Valery, de que siempre estamos escribiendo un largo libro que va a quedar incompleto.
¿Hay que esperar mucho tiempo antes de volver a publicar? Depende de cada uno. Creo que es algo absolutamente extraliterario y si alguien cree que sirve como dato para poner en la solapa, está bien, pero no lo comparto.
Yendo directo a tus libros, hay un marcado trabajo visual, empezando por Junkopia, donde no solo el poema refiere a escenas, sino que acompañas los textos con fotografías, a veces casi llegando a la écfrasis. Pensando que vivimos en los tiempos de la saturación visual, ¿por qué te interesa tanto trabajar la imagen en tus libros?
Junkopia es el único libro que está acompañado por imágenes, ¿no? Ahí lo que nos interesaba era que estas dialogaran de forma más o menos lateral con los poemas, no que los ilustraran. Al mismo tiempo, y al parecer sin mucho éxito, queríamos que las imágenes y los poemas fueran una sola cosa, distintas piezas de una gran casa en ruinas. Dijimos: bien, que Junkopia sea un lugar y este libro su radiografía. O algo así. Que es, además, mi interpretación libre de lo que hizo Chris Marker en el documental del que tomé prestado el nombre.
También hay mucho de enciclopedismo en tus poemas, sobre todo en Baja fidelidad, donde se alude a varios referentes históricos y culturales, pero sin caer en la pretensión; más bien el dato termina aterrizando la idea o núcleo de los poemas a algo concreto. ¿Investigas previamente para escribir y armar tus poemas o estos derivan de otros procesos de indagación?
Debe ser porque se me ocurren poemas mientras escucho algún disco, veo una película o leo algún libro. O porque derechamente me la paso robando ideas de todos lados.
Pero sí, aunque la palabra investigación suena un poco seria. Suele darse de forma más o menos natural: ciertas obras me llevan a un tema o a partir de cierto tema busco obras que alimenten o bien me ofrezcan nuevas formas de pensar tal o cual cosa.
Baja fidelidad pone de manifiesto lo efímero de las cosas, en estos tiempos de tanto presente, donde los productos culturales se multiplican al infinito, los poemas ponen especial atención en la desintegración a la que llegará todo rastro de civilización, ¿qué espacio ocupa el poema en esta saturación donde el ruido, el estruendo del mundo es tan asfixiante?
Ninguno. El poema, estos poemas, parten de inquietudes que son más viejas que el hilo negro. Quedan por escrito, se publican, alguien las lee y, en una de esas, le gustan, le parecen interesantes o no, etcétera. Lo máximo a lo que podrían aspirar es a ser constataciones de algo. Entiendo que hay gente que piensa que la poesía tiene que salvar a la humanidad del fascismo, pero para mí eso se ve tan lamentable como Pinky y Cerebro queriendo conquistar el mundo desde su jaula de ratones de laboratorio.
Baja fidelidad también es la historia del sonido y por allí se desprende la música. Es conocido tu interés por casi todo tipo de géneros, en el libro hay un poema que se llama “La música de las palabras está contenida en la música de las palabras”, ¿qué es “la música de las palabras”?
Los poemas partieron como intuiciones y preguntas sobre la naturaleza del sonido y su relación con la palabra. Eso no fue gratuito, porque no soy ni profundo ni inteligente: por un lado, estaba muy pegado con lo que los gringos llaman lo fi. O sea, música grabada en baja fidelidad, con pocos recursos y equipos más o menos viejos, con un sonido pastoso que se suele asociar a la nostalgia, pero que me parecía que en realidad hablaba más de la caducidad de los materiales. Por otro, mi vieja y dilatada vinculación de la música y la amistad. Era un tema que siempre conversaba con mis amigos. Mi hermano escucha mucho hip-hop. El Rodrigo, que me acompañó en Junkopia, tuvo varios proyectos noise. Me dan ganas de nombrar a todos mis amigos acá, pero se vería un poco ridículo.
Nos criamos escuchando toda clase de música y era cosa de tiempo para que a alguien se le ocurriera algo así. ¿Qué es la música de las palabras? No tengo la menor idea. El poema es una variación a partir de un ensayo de Eliot que se llama La música de la poesía. Soy de la estirpe de Alí Babá.
Cangrejos es un certificado de defunción de las cosas vivas o inertes, Junkopia las ruinas, ¿qué vendría a ser en esta secuencia Baja fidelidad?
En algún momento pensé que podrían funcionar como una trilogía sobre la paulatina destrucción de la materia. Es un tema que me obsesiona a niveles ridículos. Baja fidelidad se suma a esa lista de ejercicios en torno a un par de ideas fijas.
Pasando a otro tema. Desde hace años escribes crítica literaria en muchos medios, desempeñándote ahora «profesionalmente», podría decirse, en Culto de La Tercera, ¿cómo ves la crítica literaria en Chile?, ¿qué importancia tiene en ella la poesía?
Me parece que acá hay dos palabras que me quedan un poco grandes. Primero, “crítica literaria”. Diría que, por el amor casi ridículo que tengo por los libros, me he dedicado durante un tiempo más o menos largo a escribir sobre cosas que se han estado publicando en Chile y afuera. ¿Por qué? Por un lado, a veces me mandan libros que de verdad quiero leer y lo único que tengo que hacer es escribir 800 palabras a cambio.
Por otro lado, diría que no es de forma tan «profesional». Mi relación con Culto es a distancia. Sé que es un medio de La Tercera y tiene distribución, likes, etcétera. Pero llegué a colaborar ahí básicamente porque el editor es Alejandro Jofré, que fue editor en Pániko y me tenía en su radar. Se lo agradezco. Pero cualquier día me puede pegar la patada en la raja por mail y se acabó. Y va a estar bien, porque estoy seguro que mis artículos ahí son los menos leídos y, probablemente, los más fomes.
Respecto a la importancia de la crítica en poesía, la verdad es que no lo tengo muy claro. Aunque suene a cliché, es verdad que se escribe muy poco sobre libros de poesía en medios. Básicamente, porque es la hermana pobre de la literatura y porque ahora estamos entrando de hocico a la dictadura del clickbait.
Ahora, ¿te has dado cuenta que cada cierto tiempo aparece alguien quejándose sobre «el estado de la crítica literaria»? Es como una especie de tic histórico en la literatura.
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