Constitucionalmente, la política le fue arrebatada a las personas, quienes no tenían forma de construir ni aportar en el juego político. La Constitución del ochenta fue una forma de secuestrar al país. La Concertación por su parte reforzó los muros de esa cárcel. El neoliberalismo hizo su magia, y así fue como pasaron 30 años donde nos convencieron de la imposibilidad de cambiar algo que, lamentablemente, funcionaba; particularmente sostenido por el acceso mediante el consumo.