Un texto macizo, como roble fuerte, perenne, que junta, reúne, aglutina, aúna todo tu quehacer poético: tu maravilla pulgar, tu labor incansable como creadora de la palabra, “lengüita trino”, “la palabra que saltó del estómago vacío al blanco de la página” para mancharla sin tapujos desde tu dislexia liberadora del yugo patriarcal.