En 1926 una chiquita afroperuana juega con sus vecinitas en un barrio popular de Lima, hasta que se acerca otra nena blanca y le dice al grupo “si juega esa negrita yo me voy”, el corro de compañeritas se junta y después de un momento de deliberación le dicen a la niña “Victoria, debes irte”. Ese día la pequeña entendió lo que significaba socialmente poseer el color tostado en su piel.
Una fruta extraña
Lady Day habita su condición de afroamericana en el peor periodo de la historia estadounidense para vivirla, cuando la marginación racial era la realidad cotidiana. Sin embargo, el jazz traspasa fronteras y segregaciones en la primera mitad del siglo XX y Billie entra en esa triada fundamental de las cantantes de este alucinante lenguaje musical, junto a Ella Fitzgerald y Sarah Vaughan.