Hacen colectas y campañas virtuales para juntar plata, comprar alimentos y utensilios de aseo. Rollos de confort, tallarines, arroz, aceite, shampoo, pasta de dientes, toallas higiénicas, jabón. Es un trabajo que han venido haciendo desde hace meses, pero que durante la pandemia cuando el aislamiento, el abandono y la soledad se han sentido más fuerte en cada rincón del espacio carcelario, es mucho más que entrar mercadería. Una conversación es alivio, es decirles que no están solas.