Que la muerte esté cada vez más lejos de la necropolítica del Piñera Virus y que esté cada vez más cerca de la Dignidad.
Una pedagogía que pregunte y cuestione sobre la falta que nos hace el contacto, más allá de la melancolía del extrañar, sino centrada en el reconocimiento del rol central que tiene el cuerpo, la piel y los afectos en cualquier aprendizaje.