El mundo popular que se despliega en Piñen no es cualquiera, es el de los años ‘90 y esas poblaciones concebidas por la política de vivienda de la dictadura, continuada durante la transición. No son esas poblaciones construidas por las propias manos de los pobladores y pobladoras, sino esa arquitectura antisocial (porque de social nada) que refleja en su forma la violencia de la erradicación. No hay historias heroicas aquí, porque desde esos blocks y casas pareadas hasta el infinito no se combatió a la dictadura (la mayoría fueron construidas a fines de esta) ni fueron el resultado de tomas de terreno. Su principal gesto heroico ha sido resistir esa violencia arquitectónica e insistir en ser parte de una ciudad que les da la espalda.