Entonces, antes del poema, antes del lenguaje, está la herida; marca de la violencia que se arrastra como herencia. Y si la herida es anterior al poema, el poema surgirá posterior a la muerte. Así, el poema se constituye como lengua de los muertos, y por ende, la única forma de comunicación posible con ellos. Y será en el poema el espacio en que podamos leernos quienes nacimos de la herida.