En este presente oscuro, donde la debacle medioambiental ha dejado al descubierto la responsabilidad del modelo de explotación y consumo del capitalismo en esta fase (aparentemente, terminal ―tanto para él como para toda la humanidad―), recordarle a los consumidores el desastre de Chérnobil, responsabilizando a toda la estructura de la URSS, podría parecernos un golpe de marketing formidable.