Este primer libro de Emiliana Pereira Zalazar, si bien bebe de vertientes reconocibles, me sigue pareciendo una terra ignota donde, paradójicamente, nada es hombre y nada es tierra. Es decir, una zona incógnita no en el sentido que le daba el conquistador, sino que se descubre fuera de su mirada vigilante, su disposición política y su dominación.