Desde tiempos milenarios ya fuimos elevados por su inmanencia hasta su cenit, llenándonos de crines de plata, noches febriles, preguntas cósmicas a la deriva, guerreros asonados, noctilucas espaciales atiborradas, lunas fugaces e incandescentes.
Desde tiempos milenarios ya fuimos elevados por su inmanencia hasta su cenit, llenándonos de crines de plata, noches febriles, preguntas cósmicas a la deriva, guerreros asonados, noctilucas espaciales atiborradas, lunas fugaces e incandescentes.